1: El Viaje.

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Al fin, damas y caballeros, lo que estaban esperando y lo que les dará decepción llega el especial de navidad de nuestro crossover favorito (inserte redoble de tambores) Notitas con más detalles al final del capítulo c:

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—Más te vale que ya hayas arreglado tus cosas, Dean.

Esa era una frase que Castiel le decía mucho en las últimas semanas al cazador haciendo que éste sólo frunciera el ceño y se pusiera de malas, deseando poder evitar lo inevitable al menos otro mes más sin mucho éxito. No tenían trabajo, no había contratiempo, todo parecía ir sobre ruedas a contrario de los pasados meses haciendo que Dean se quedara sin opciones.

El temido viaje a Londres se encontraba cerca, cada vez más cerca haciendo que cada día que pasara Dean se pusiera de peor humor ante el hecho de imaginarse subir a un avión por doce horas en compañía de un molesto arcángel y un Nefilim que se distraía con todo; si era honesto consigo mismo ya no le aterraba el hecho de abordar un avión, no desde que Castiel dijo que se quedaría a su lado, pero le asustaba lo que podría pasar en el avión, ¿y si perdían a Jack? ¿Las maletas? ¿Y si se equivocaban de vuelo?

Era por eso que estaba ahí sentado en su cama mirando con el ceño fruncido a Castiel organizar por lo que parecía décima vez sus maletas, asegurándose que nada les faltara mientras por el pasillo escuchaba la voz de Sam apurando a Jack para que terminara con su equipaje y regañando a Gabriel por estar jugando.

— ¿Seguirás ahí sentado de malas o te pondrás a hacer tu equipaje?—cuestionó Cass desde el otro lado de la cama.

— ¿Por qué tengo que ir yo?—gruñó Dean mirándolo con el ceño fruncido—Es más, ¿por qué tenemos que ir? Ya los conocemos.

Castiel puso los ojos en blanco, preguntándose por qué Dean tenía que poner tantas trabas cuando se trataba de asuntos familiares de personas normales. El ángel bajó su maleta de la cama y se encaminó a donde estaba el cazador, sentándose a su lado, diciéndose que tuviera paciencia si no quería llevar de malas al humano todo el viaje.

—Porque mis padres nos invitaron a su casa, Dean—recordó el de gabardina, tomando una mano del cazador—Y debido a nuestro trabajo tuvimos que atrasar el viaje.

—Pero es...—Dean suspiró—No sé, ¿tenemos que pasar navidad allá?

—Será nuestra primera navidad juntos.

Dean sonrió un poco ante las palabras del ángel, mirando sus manos entrelazadas, encontrándose con ese sencillo anillo de platino que hasta hace poco había estado en la mano de Dean pero que ahora se encontraba en el dedo anular del pelinegro.

La idea de una blanca navidad con una gran cena y un árbol navideño era demasiado atractiva para negarse a ella, aún si se trataba de viajar al otro lado del mundo con tal de tenerla; Dean no solía tener una familia demasiado grande como para tales cosas, si acaso sólo contaba con Sam, y en su momento Bobby, para esas fechas con la amenaza del mundo viniendo abajo, no recordaba el último regalo navideño que había recibido con propiedad.

No obstante Castiel se estaba esforzando en darle aquello que Dean nunca sintió suyo; le brindó una familia más allá de Sam, le amaba de maneras en las que el cazador nunca creyó posibles demostrándole que a pesar de todo era digno de algo semejante; tenía un hijo y un hogar. Cass quería darle la vida que soñó sin tener que dejar su trabajo y eso significaba mucho para Dean, quizá esa era la sencilla razón por la que sólo se quejaba del viaje y no hacía nada para evitarlo, después de todo ¿no podía hacer un sacrificio por el hombre que amaba?

Entrelazó su mano con la de Castiel y, sonriendo, se la llevó a los labios pasando su pulgar por el dorso de su mano, haciendo que el pelinegro recargara la cabeza en su hombro y le mirara con brillantes ojos azules como estrellas.

Family Dinner II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora