4: Gabriel vs Gabriel.

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Ya le wa a meter nitro a esta porque me urge terminarla .-.

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Azirafel estaba aburrido, no encontraba otra palabra para describir ese sentimiento tan apabullante que parecía aplastarlo conforme veía a los ángeles frente a él, escuchaba sus conversaciones y era dejado de lado; usualmente aquello no le molestaba, siempre encontraba un libro que leer, algo que hornear o alguna conversación interesante qué escuchar pero en esa ocasión no se trataba de nada de eso.

Estaba la sensación de amargura que sentía al recordar que Castiel estaba en casa y él no estuvo para recibirlo. Era una sensación agria en su paladar que comenzaba a ponerle de malas porque en aquel lugar no estaba su familia; hace mucho tiempo que dejo de sentir el cielo como su hogar, desde el momento en que ellos desterraron a Crowley. ¿Cómo podría considerar aquello una familia si repudiaban a parte de la suya? Temía que Ella se enojara por sus pensamientos.

Se encontraba sentado en una gran mesa con cientos de sillas, su mejilla descansaba en sus manos sobre la mesa, suspirando de forma aburrida, haciendo que la servilleta más cercana revoloteara un momento antes de volver a su lugar. Volvió a suspirar esperando encontrar entretenimiento en aquello, preguntándose qué diría Crowley de estar ahí con él, imaginándose lo que su familia estaría haciendo ya a esas alturas, ¿Crowley ya habrá intentado matar a Dean? ¿Cómo se llevarían Adam y Jack? ¿Castiel se encontraría feliz con Pulsifer y Anathema?

—Azirafel, que bueno que te encuentro—Gabriel se sentó a su lado haciendo que el pequeño ángel de cabello blanco lo mirara con interés—He olvidado traer el vino, ¿crees que podrías encargarte?—frunció el ceño, confundido.

Usualmente era Jesús el que se encargaba de esas cosas tan sólo con una jarra de agua, todos amaban el truco, sólo Azirafel sabía que el propio Crowley fue el que se lo enseñó, por lo que ir a comprar vino era algo irrelevante para ellos.

— ¿Quieres que vaya por el vino?—cuestionó, decidiendo que podría escaparse para ver a Crowley y Castiel antes de volver.

—No, ¿qué tienes en la cabeza, nubes?—Azirafel bufó ofendido ante el insulto—Beelz no tarda en llegar, necesito que te mantengas con ella en lo que vuelvo, ¿puedes?

Azirafel abrió la boca con la intención de sugerir que era mejor si él iba por el vino y Gabriel se quedaba para presentar a su pareja pero no hubo necesidad, el arcángel desapareció de su lado sentenciando que no había opción de discutir aquello. Azirafel volvió a suspirar con aburrimiento volviendo a colocar la mejilla sobre sus manos.

¿Por qué Gabriel sí podía llevar a Beelz y él a Crowley no? Era muy injusto; de haberse quedado en casa seguro en aquel instante estarían comprando un gran árbol y cientos de adornos para ponerle con tal de hacerlo parecer decente, como esos árboles navideños de la televisión o de las revistas.

¿Y si después de la llegada de Beelz se iba a casa? Seguramente todos estarían tan conmocionados que nadie notaría su ausencia. Aquel simple plan lo hizo sonreír despejando su mente del aburrimiento que le había aplastado.

...

No era un secreto que Gabriel amaba los dulces, el azúcar, los caramelos y cualquier cosa que pudiera contener sacarina o chocolate, amaba el chocolate. Y la navidad, en su gran mayoría, se trataba de dulces; bastones de caramelo que no todos amaban, pastel de frutas que aceptabas por compromiso, muñecos de jengibre horneados con glaseado de colores, malvaviscos, miles y miles de caramelos que brillaban ante sus ojos como luces navideñas dispuestos a atraerle como si de un milagro navideño se tratara. Está de más decir que en aquel momento mantenerlo lejos de los dulces requería esfuerzo.

Family Dinner II.Место, где живут истории. Откройте их для себя