5: Doméstico.

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Es corto y sé que no es mucho pero sí le puse sentimiento :c Recuerden que el pacto con el vacío no existe acá uwu

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La nieve cubría todo, brillaba débilmente en pequeños arcoíris debido a los débiles rayos del sol que se colaban entre las nubes, la ventisca era helada y agitaba las hojas que había dejado el otoño barriéndolas a su paso; no había demasiadas personas en las calles, muy pocas que iban y venían con abrigos de varios colores y algunos autos que circulaban por la avenida.

Era Noche Buena, algunos iban y venían para los planes de aquella noche, otros estaban recibiendo familiares que pasarían las fiestas con ellos, dando tareas respecto a decoraciones o preparaciones, mandando a algunos al supermercado mientras otros se quedaban en casa. Era una armonía familiar donde olvidabas por un instante que no te hablabas con determinada persona o tu odio hacia el resto de la humanidad.

Ese día donde Crowley prometía no asesinar al novio de su hijo y Dean prometía no fastidiar al padre de su prometido Azirafel los había enviado al supermercado, de nuevo, en esa ocasión en compañía de Adán que se moría por ir a comprarle un regalo de último minuto a Jack mientras el otro Nefilim se quedaba haciendo decoraciones con palomitas de maíz junto con Pulsifer.

Dean llevaba el carrito de la compra con tremendo fastidio, mirando fijamente a las personas con enormes sonrisas y esa aura de armonía que siempre venía con las épocas decembrinas, donde todos fingían preocuparse por el prójimo y hacer buenas acciones cuando todo el año fueron personas de mierda. Bostezó con aburrimiento siguiendo a Crowley por los pasillos y vigilando a Adán a unos pasos frente a ellos.

Crowley tenía una lista, Azirafel siempre le daba una cuando lo mandaba a hacer la compra y le gustaban esas listas porque al final el ángel de cabello blanco dibujaba una serpiente con un corazón a un lado, claro que sólo bajo tortura con agua bendita Crowley admitiría que guardaba cada lista que Azirafel le daba.

—Bien, necesitamos pasta—anunció el demonio mientras Dean tomaba un par de empaques—Zira ha especificado que la roja así que toma tres—Dean asintió, obedeciendo—También pasas y queso, bueno podemos comprarlo un poco más adelante. De este pasillo también necesitamos salsa de tomate, ¿por qué no la hace? Ya le he dicho que no tiene que comprarla—Crowley chasqueó la lengua haciendo que el cazador le prestara atención—Esa vamos a omitirla, la prepararé en casa, también quiere harina para hornear. Le compré 3 kilos la semana pasada, ¿cómo ya los horneó todos?

Domestico, fue la primera palabra que apareció en la mente de Dean ante la apariencia de Crowley en ese momento. El demonio era demasiado domestico, Dean ni siquiera recordaba tener ese tipo de problemas mucho antes de conocer a Cass; era un demonio viviendo con un ángel, ¿no debería preocuparse por el infierno? ¿O el cielo? ¿Cómo era posible que sus preocupaciones nacieran a partir de la salsa de tomate y la harina para hornear? Parecía algo loco que, precisamente, una criatura como las que Dean ya había matado se preocupara por ese tipo de cosas.

Cuando Dean hacía la compra en el fondo de su mente estaba pensando en algún caso, en los problemas venideros, en Jack y su gracia, en todo lo que podría perder si lo arruinaba y en el temor de perder a Castiel de manera definitiva; nunca se preocupaba por lo que cenaría, si es que lo hacía, o de las cosas que tendría que comprar para el baño, no se preocupaba sobre si aún había detergente o si quedaba leche en el refrigerador.

Ese tipo de problemas eran ajenos a su persona, sabía que Sam se encargaba de ellos y Dean sólo se los recordaba cuando le tocaba sufrir la ausencia de eso: Sammy, ya no hay shampoo, si no compras tendré que usar el tuyo; ¿Hiciste la colada o me toca a mí? Deberías decirme con tiempo; No puedo ir por la leche, tengo que hacerle mantenimiento a Baby; Ya sé que yo tiré el café pero no soy el único que lo toma, ¿por qué no compraste más?; Sammy, ya no hay huevos, cuando vayas a la compra no se te olvide, ¿tenemos un caso?

Family Dinner II.Where stories live. Discover now