7: Otro Año Nuevo.

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SÍ! AL FIN!! Logré terminarlo, ¡¡terminé el especial de navidad en el mes del orgullo!! Ya sé, apesto para esto pero en serio espero que les guste el final, de veras que sí, lo hice con amor :c

Eres tú, eres tú, todo es por ti, te lo digo todo el tiempo. El cielo es un lugar en la tierra contigo, dime todas las cosas que quieres hacer...Dicen que el mundo fue hecho para dos, solo vale la pena vivir si ese alguien te está amando...bebé, ahora lo haces.

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Aquella era una navidad demasiado fría, la nieve caía cubriéndolo todo de blanco, haciendo parecer aquel paraje una película blanco y negro donde monstruos acechaban en la oscuridad; lejos de la población de una tranquila Escocia, casi llegando a las montañas, se encontraba una pequeña cabaña que daba la sensación de estar abandonada, se encontraba demasiado al norte recibiendo directo las ventiscas nevadas haciendo que nadie quisiera vivir en ella.

No obstante en aquel momento se encontraba habitada, una hilera de humo que se volvía borrosa debido a los ventarrones emanaba desde la chimenea, las ventanas estaban iluminadas por luces amarillas y a pesar del viento rugiendo con furia amenazando con arrancar de tajo aquella pequeña cabaña se escuchó la risa de una niña, demasiado infantil y alegre, reía sin control haciendo que su risa la acarreara el viento y se la llevara lejos.

Dentro de aquella cabaña se encontraba un hombre corriendo detrás de una pequeña niña rubia que se alzaba las faldas del vestido e intentaba escapar de él; el hombre vestía de negro de pies a cabeza pero en esa ocasión sus ojos no estaban ocultos mostrándose amarillentos y reptiles, casi terroríficos pero la niña no huía por temor.

Viendo la escena se encontraba otro hombre que vestía de colores claros, su cabello era casi tan blanco como la nieve de afuera sólo que con algunos destellos dorados, los miraba con una sonrisa en el rostro mientras les pedía que no fueran a tirar el árbol de navidad.

La niña iba descalza, su cabello era largo y dorado mientras sus rizos revoloteaban a su espalda en su carrera como un halo. Había aprendido a ocultar sus alas pero los adultos sabían que estaban ahí, en especial cuando escuchaban el revoloteo de emoción que hacían cuando el hombre de negro, Crowley, intentaba sujetarla. Era un recipiente que nadie iba a extrañar, o eso les dijo Castiel, la niña, cuando lo vieron aparecer con tan pequeño recipiente, regañándolo ya que la última vez era un hombre pelirrojo y no podía estar cambiando de recipiente.

Azirafel, el de blanco, sonrió cuando Castiel desapareció y apareció en el piso superior de la cabaña haciendo que Crowley gruñera.

—Eso es hacer trampa, Castiel—riñó su padre severamente—Ven aquí, jovencita.

—Ven por mí—retó la pequeña enseñándole la lengua.

Azirafel negó viendo como su esposo se comenzaba a llenar de escamas antes de dejar en su lugar a una enorme serpiente negra de ojos amarillentos que mostraba los colmillos de manera amenazante. Sabía que Castiel adoraba que hiciera eso y era razón suficiente para que Crowley accediera a esa forma, no había nada en el mundo que ellos no hicieran por aquel ángel.

—Yo creo que es momento de abrir los regalos—anunció Azirafel cuando vio a Crowley arrastrarse hacia las escaleras—Andando.

Castiel aplaudió con emoción apareciendo justo en frente del árbol de navidad, dejándose caer de manera atolondrada en el piso y tomando uno de los obsequios que se encontraban ahí sabiendo que todos eran para ella, Crowley siseó regresando a donde Azirafel lo esperaba, ambos sentándose en un sofá algo viejo pero que prometía soportar un poco más. Crowley se convirtió en humano y abrazó a Azirafel mientras encontraban la sonrisa de Castiel al abrir su nuevo regalo encontrando una espada ángel hecha de una estrella moribunda.

Family Dinner II.Where stories live. Discover now