Capítulo 1. Primeras impresiones

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  Canterlont irradiaba alegría y felicidad por todas las calles, en especial en una zona en particular donde todos los ponis estaban reunidos para presencia un evento único en su tipo. Si, estamos hablando de uno de los mayores (o el mayor) evento de toda Equestria: la Celebración del Sol de Verano.


Aquel evento que iba anualmente de ciudad en ciudad para recordar el día en el que Ninght Moon había sido derrocada por la actual monarca de Equestria: la princesa Celestia.

Aquel evento lograba reunir a centenares de ponis quienes solo buscaban observar expectantes como la princesa alzaba el sol y ocultaba la infame luna. Una celebración que cierta potrilla no se podía perder por nada en el mundo.

—¡Eres muy lento Shining! —gritó Twilight Sparkler a su hermano mayor mientras se adelantaba para tener la mejor vista de todas.

—Más bien te estás adelantando mucho ¿sabes que estás muy pequeña para correr como caballo descarrilado?

—Lo siento, pero son muuuuy lentos —respondió divertida la potrilla a su hermano logrando llegar al lugar del evento, pero lleno de decenas de ponis. Comenzó a apartar a algunos ponis para así poder estar en primera fila y ver aquel bellísimo suceso.

Su padre se acercó a su hija y la subió a su cabeza para que esta viera con mayor calidad y asombro el evento del año.

—¡Sí! ¡Ahora la puedo ver! —gritó con entusiasmo la unicornio viendo expectante como ya estaba empezando el evento—. ¡Aquí viene! No me lo puedo creer.

Y ante sus ojos la sublime monarca de todo Equestria se alzó sobre todos mientras con sus alas extendidas y con su cuerno cubierto por el manto mágico, alzó con gran maestría el bello astro dejando maravillados a todos los expetantes, en especial a una.

Veía a su gran monarca: Celestia alzar el sol y devolver a la luna en un acto único y simplemente sublime. Aquella no podía ser definida en una simple palabra, como mínimo con seis: perfecta, asombrosa, única, inigualable, intangible y maravillosa. O eso era lo que pensaba la joven potrilla mientras observaba con gran ilusión aquel bello espectáculo, uno que jamás olvidaría.

Al finalizar el espectáculo y al ser obligada a irse, Twilight Sparkler no paraba de hablar y repetir incesantemente sobre La celebración del Sol de Verano.

—Si, Twilight, yo estuve ahí ¿recuerdas? —dijo hastiado Shining Armor cansado de que su hermana repitiera lo ya obvio—, literalmente has pasado todo el camino hablando de lo mismo.

—¡Pero es que fue asombroso! ¡Y no me lo niegues! —La potrilla se volteó a sus padres quienes caminaba detrás de sus dos retoños—. ¿O no papi?

—¡Claro que si mi estrellita! Pero tu hermano tiene algo de razón. No has parado de hablar de lo mismo y... —El rostro de la potranca comenzó a descomponerse con cada palabra que su padre soltaba—, y...bueno...yo...

—Lo que tu padre quiere decir —interrumpió la yegua mayor—, es que debes bajarle dos a tu entusiasmo. Cuando lleguemos a la casa podrás hablar con nosotros tanto como quieras, pero por ahora deja a tu hermano en paz —dijo en voz dulce mientras le dedicaba una de sus clásicas sonrisas.

—Oh...está bien —miró al suelo para luego levantar el rostro con una pequeña sonrisa—, ¡Ni modo! ¡Ya quiero llegar y ponerme a estudiar!

—¿Estudiar? Pero si tu literalmente eres alérgica al estudio o a cualquier cosa que tenga que ver con usar el cerebro —bromeó el adolecente entre risas.

—Pues, eso era antes —levantó su rostro mientras cerraba sus ojos imaginándose aquel momento—, ahora me pondré a estudiar hasta lograr llegar a alzar el sol.

El pecado de Celestia ©Where stories live. Discover now