Twenty three

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Sebastian salió del hospital dos días después, Farah pasaba a verlo todas las noches después de salir de las clases de ballet, aunque estaba pensando muy seriamente en dejar la academia y dedicarse a algo que no le causara tanto dolor en las piernas.

— Cariño — le dijo la madre de Sebastian cuando abrió la puerta — llegas justo para cenar

— ay usted siempre tan linda — se abrazaron — ¿como sigue Seb?

— mejor, está arriba, mañana tiene la cita con el terapeuta y está un poco angustiado — suspiró — ya sabes que se pone nervioso al hablar de esa situación

Ella asintió.

— ya pedí permiso, espero que no le moleste que lo acompañe yo

— no Farah, me da mucha alegría que seas tú quien lo acompañe a algo tan intimo como eso, quiere decir que te tiene toda la confianza

— yo se, voy a subir, lo hago bajar para que cene

La chica guiño y dirigió sus pasos a la parte de arriba, antes de entrar toco la puerta por educación.

— pase — se escuchó detrás de la puerta

— Hola guapo — asomó solo la cabeza, su cara estaba roja

— Hola linda — le sonrió — pasa, pasa — se levanto de su cama — ¿como ha ido la academia?

— bien, los niños van muy bien — sintió los labios de Seb toparse con sus mejillas — ¿tú? ¿Estás bien?

— si, mamá piensa que puedo hacer cualquier cosa solo para no ir a la terapia pero se los prometí y lo voy a cumplir

Las palabras del castaño le dieron un poco de seguridad a la chica, bajaron a cenar y que si madre no estuviera esperándolos o pensando que otra cosa estaba pasando allá arriba.












Farah se apresuró a cambiarse para dirigirse a la casa de los Stan, quería asegurarse de que el primer día de Sebastian en terapia, quería que eso saliera bien, tenía que estar fuerte para la avalancha que se le venía encima.

Toco dos veces la puerta con su puño y se balanceó sobre sus tobillos hasta que el castaño abrió la puerta.

— Walker — su reverencia habitual — ¿qué tal?

— uy volvemos a las formalidades ¿está listo usted señor Stan?

— si, muy listo — beso la mejilla de la chica tan lento que parecía que no quería terminar de rozar su piel — ¿tú estás lista?

— sip — soltó con el hilo de voz

Comenzaron a caminar por la acera hasta la parada de autobús, por más que los dos lucharan, Sebastian para no presionarla y Farah por no querer involucrar más sentimientos de los que ya existían pero sus manos se necesitaban, querían estar cerca el uno del otro, entrelazaron sus dedos, las manos de ella siempre eran cálidas y las de él grandes, fuertes, podrías sentir sus venas en el dorso.

Llegaron a un edificio grande, el ascensor marcó el piso 15, un pasillo largo, muchas puertas, una chica rubia parecía ser la secretaria.

— Hola, tenemos una cita con el doctor Fletcher — Seb le sonrió, sorpresivamente

— claro, tomen asiento, en un momento les llamo — devolvió el gesto

Ambos tomaron asiento aún tomados de las manos.

— ¿aún te sientes bien? ... no te podemos obligar a nada pero sabes que esto es lo mejor ¿no?

— si, tranquila — guió la mano de la chica a sus labios — no me siento obligado a nada, ahora ya no

— te irá bien, si no te sientes cómodo con él buscaremos a alguien más, con el que puedas hablar sin problemas

— te quiero — le susurro viéndola a los ojos — gracias por estar aquí, por acompañarme, por llegar a mi vida en el momento justo

— también te quiero Seb

Con la mano libre acaricio la mejilla con una barba más prominente, la rubia llamó a Sebastian, antes de seguir a la chica besó la frente de Farah, lo siguió con la mirada, estaba orgullosa de que tomara este paso tan difícil para él.

Llevaba 15 minutos de terapia, la castaña leía un libro pero se aburrió un poco así que decidió leer los anuncios de una pared de corcho. "Grupo de apoyo, no tienes porque afrontar el cancer tu solo" el grupo se reunía cada 15 días, una hora, en ese mismo edificio ... tal vez una señal de que era momento de afrontarlo, ir, escuchar otras historias y saber que no era la única que se sentía mal por luchar con sus sentimientos.












Papas fritas, eso era una especie de recompensa para Sebastian.

— ¿te fue bien? — preguntó por fin Farah

— si, de hecho es un gran doctor, me explicó lo que íbamos a hacer en las sesiones y supongo que todo va a ser por un bien — metió una papa a su boca — no te preocupes por mi, todo saldrá bien, iré y mejoraré

— solo quiero que tu mamá y tú estén bien — le guiño — cuando quieras que te acompañe solo dime ¿okay?

El asintió.

— perdón si te digo que te quiero muy seguido pero en verdad lo hago — soltó de la nada

— y yo Seb, de la misma manera, no quiero que pienses que me estás presionando los dos estamos pasando cosas importantes y bueno lo primero es que estemos bien para poder estar juntos, si aún quieres estarlo

— yo quiero estarlo — se cambio de lugar para sentarse en el mismo gabinete — después de Zoé pensé que jamás iba a querer estar con alguien más, Farah, pensé que ni siquiera quería estar

Se levanto las mangas de su sweater, las cicatrices viejas y la más reciente en sus brazos se divisaban por completo, los dedos de Farah las recorrieron.

— tú llegaste el día que sabía que no iba a volver a casa, sabía que ahí iba a terminar todo, me despedí de mi mamá de forma extraña, me suplicó que no saliera pero en realidad no me importó mucho, estaba en modo zombie, quería desaparecer ya — la voz se le quebró — después apareciste tú y las cosas cambiaron, ¡vaya que cambiaron!, te juro que no quiero presionarte pero Farah, quiero tenerte cerca todo el día, quiero verte, me gusta tener tus dedos entre los míos, me gusta como arrugas la nariz cuando te ríes... me gustas

Los ojos miel de la chica se comenzaron a llenar de lagrimas, todos con los que había salido eran unos estupidos, nadie en su vida le había dicho algo así, sintió las mejillas mojadas y los dedos del chico quitándole las lagrimas.

— me gustas Sebastian, tú también llegaste en el momento más raro de mi vida, me gusta estar contigo y ver películas, me gusta acariciar tu barba, tus ojos tan lindos, la forma en la que te haces el rudo pero en realidad eres más bueno que el pan — ambos se rieron — me haces sentir segura como nadie nunca lo había hecho, me gustas, me gustas mucho

Las manos de Seb guiaron la cabeza de Farah hasta él, quería besarla pero no tenía idea de saber si era lo correcto o no en esta situación hasta que vio como ella asentía, sus labios ya estaba rozándose pero no tanto como para considerarse un beso, después de su consentimiento no lo dudo más, el beso más dulce que se habían dado.

Decidieron caminar hasta la casa de los Stan, de nuevo tomados de las manos, Sebastian le daba pequeños besos en el dorso de su mano, los dos sonreían bastante, era inevitable.

— te dejo aquí, tengo que ir a la academia — al pie de las pequeñas escaleras de la casa — me dio gusto que el doctor Fletcher te ayudara

— gracias por acompañarme — la acercó por la cintura — y por las papas fritas

Ella negó sonriendo.

— gracias por el beso más mágico del mundo — se atrevió a decir la castaña — te veo algún otro día

— espero sea pronto

Un beso en su nariz fue la forma de Sebastian para despedirse de ella, la vio alejarse en cuanto se pudo soltar del agarre.

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