XXV "Desolación"

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Sus manos sangraban, tenían tierra y cenizas. Era un Deja vu, solo que este le recordaba miles de batallas pasadas; muerte sin fin, agonía infinita. Se quedó de pie en medio de todo el caos, mientras el tiempo corría, los cuerpos caían muertos. La nieve se manchó de carmesí como en una escena del crimen. Sus ojos amarillos en plena metamorfosis irradiaban cierta violencia y desesperación; sus dedos huesudos se aferraban a la empuñadura de su espada como si esta fuese a salvarle. Después de tanto tiempo inmóvil en aquel espacio se dio cuenta de que una voz lo llamaba a gritos desde el otro lado del terreno, y cada vez aumentaba mas su intensidad.
— ¡Señor!

Viró hacia ella. Sus rizos cayendo sobre su rostro sudado y sucio, mientras intentaba a toda costa apartar a los demonios que se le abalanzaban encima, gruñendo estrepitosamente. Extendía sus brazos arrojando destellos violetas y verdosos que hacían volar a las criaturas, o incluso las hacia derretir ahí mismo, pero no era suficiente para combatir a tantos. Ella lo miró buscando respuesta y volvió a llamarlo, esta vez por su nombre.
— ¡Hades! ¡necesitamos sacarlos de aquí!

Entonces reaccionó, como saliendo de un trance. Las bestias sobre Ellean y ahora iban hacia el a toda prisa. El señor del tercer infierno apretó los dientes, puso su pie derecho delante y con un elaborado movimiento de manos hizo que se fragmentara el suelo, de donde aparecieron enormes llamas ardientes de color azul, quemando a todos los demonios que los rodeaban. Se quejaban mientras se derretían hasta volverse una masa fangosa irreconocible. Pronto, atraídos por los gritos de las bestias quemándose, comenzaron a aparecer cada vez más, hasta que se vieron rodeados nuevamente. Estas bestias no esperaron un segundo y cayeron sobre Hades como una jauría hambrienta, impidiendo que se defendiera de ellos tan fácilmente.

Ellean corrió hacia Hades, esquivando a los demonios. No paraba de dar giros y saltos sobre las criaturas, arrojando cuchillas negras a sus ojos. A lo lejos y a duras penas logro divisar lo que parecía un enorme lobo negro que corría sobre filas de soldados de la reina, tragándolos de un bocado. — Inferuss —susurró al viento, para que este pudiera llevar al ejercito de espectros de Hades, un mensaje. Golpeo con su puño a un demonio, rompiendo su quijada, y acto seguido se abalanzo sobre Hades gritando — ¡Verheste! Se produjo un ligero temblor, y luego ambos desaparecieron del lugar.

Los espectros oyeron en el viento un susurro que solo podía equipararse a los suyos. Aquellos seres etéreos de luces pálidas comenzaron a moverse más rápido hacia el norte, rumbo al castillo de la reina. Any corrió a las líneas enemigas del primer ataque, y replegó a sus soldados hacia el centro del reino. No dejaba de matar soldados de lucifer con sus espadas, incluso ángeles yacían muertos en la tierra, con sus bellas alas ensangrentadas. Akatriel encontró la forma de que él y los suyos sobrevolaran el muro, pasando a los soldados de Massacre; eran ángeles guerreros bajo el mando de un fuerte líder, ya nada los detendría.


Estaban casi ocultos no muy lejos del palacio negro; el lugar estaba abandonado, tenía ventanas cerradas y un pequeño espacio en el suelo que apenas les permitía estar los dos sentados en él. Las paredes eran grises y heladas como témpanos de hielo, así que, al respirar, solo salían pequeñas nubes de vapor de sus labios. Había sangre en gran parte de su cuerpo, y la mano, aun aferrada a la espada de mango blanco. Ya casi tenía su aspecto normal de nuevo, excepto sus ojos que seguían siendo amarillos, como si se rehusara a cambiarlos. Ellean se quedó en silencio escuchando la masacre del exterior, y pudo notar al mirar de reojo a Hades, que el también escuchaba atentamente.
— Señor —dijo, en voz muy baja —. Debemos buscar la forma de que nuestro ejército...

—No hay nada que se pueda hacer —interrumpió, sin mirarla —. Solo le estamos dando tiempo a Lucifer de hacer lo que quiere.

Se mordió el labio inferior y apretó con fuerza la espada. La joven bruja suspiro y con cuidado le quitó el arma para ponerla a un lado. El cerro los ojos y echo la cabeza hacia atrás, apoyándola contra la pared. Ellean observo las heridas abiertas que Hades tenia, en los hombros, brazos y el rostro. Se concentró lo más que le permitió su mente y uso un hechizo para curar algunas de las más graves. Suspiró, haciendo flotar otra nube de vapor danzante. Detuvo sus acciones durante un par de segundos, miro al líder fijamente; era una reacción súbita ya que tenía la mano de Hades apretando la suya con firmeza. Ella bajó la mirada hacia sus manos unidas, los dedos de él, pálidos y llenos de sangre, sobre los suyos.
— Estoy muy viejo para esto —dijo de pronto —, Esto no es lo que hacemos, no somos lo que somos por estas razones. Quizá por eso la mayoría de mi ejercito me odia. Nunca podría pelear contra Lucifer, juré nunca hacerlo y sin embargo mírame, he fallado.

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