5. Amistad.

66 10 4
                                    

Sigrit es mi hermana de distinta madre, sin ella mi vida no sería la misma. Somos almas gemelas. Somos amigas desde muy pequeñas y ha estado para mi en cada momento. Nuestros trabajos a veces nos mantienen lejos por varios meses pero intentamos no perdernos, y cuando nos volvemos a ver, es como si el tiempo no hubiera pasado.

Sabe todo de mi, jamás me ha juzgado pero siempre ha tenido la palabra correcta. Incluso, cuando eso significa que podría no gustarme su verdad. Jamás se mantiene callada. Es una habilidad y una penitencia, para ella y para cada ser que habita a su alrededor.

Me ha visto en mis peores pesadillas y ha sabido darme la mano en el momento justo.

Mi amiga no solo es hermosa por dentro, también lo es por afuera. Es una rubia exitosa, una abogada con prestigio. Sus ojos celestes son como luceros, brillantes y cristalinos. Su nariz es pequeña y justa para su carita redondeada. Su boca parece siempre maquillada y delineada, al igual que sus cejas bien dibujadas, siempre arreglada y con la mejor ropa de diseño. Ella ama la moda, tanto como a mí.

Huele a flores y a dulce. Como una combinación absurda y perfecta a la vez.

Todo esto lo pienso aún sumergida en un abrazo; ella es más baja que yo pero con sus tacos logra siempre emparejarse. O al menos hace el intento.

— Lamento no haber estado antes.

Pronuncia cuando nos alejamos para contemplarnos, ella estudia mi rostro como si detallara cada sector de este.

— Estoy bien.

Suelto y hasta creo que lo digo para convencerme.

— ¡Pero si estás por desaparecer! ¿Acaso estás loca? Mira ... — Se queja colocando sus brazos en mi cintura, rodeándome. — Has bajado mucho de peso, Malva. Eso no está bien. No estás bien.

Suelto un suspiro y me preparo porque sé que será una noche larga.

Ella también suspira, porque sabe perfectamente que tendrá que morderse la lengua varias veces ésta noche. Sin más, sin soltarnos casi, caminamos al interior de la casa.

---

Su casa es bellísima, tiene una decoración bastante moderna para mi gusto pero no puedo esperar menos de Sig. Su casa se basa en un degrade hermoso de tonalidades azules y celestes, algunos más oscuros que otros. Es hermoso contemplar cada detalle de la decoración que hay en cada sector y cómo se esmero para que todo se viera tan confortable y como un hogar. Incluso, cuando ella no suele pasar mucho tiempo aquí. Pero este lugar es cálido y siempre me ha parecido así. O quizás es Sigrit, ella siempre es cálida.

— Deberías haberme llamado, Mal. No puedo creer que hayas estado pasando todo esto sola.

Se mueve en su cocina mientras prepara café. Termina de servirlo y lo coloca frente a mi.

Me siento tan tranquila ahora.

Me gustaría explicar lo relajante que se siente desahogarse con alguien de confianza. Poder aceptar que no estás bien y que no estás feliz.

— No puedo más, Sig. Creo que no puedo con esto. No sé cómo manejar todo lo que me pasa. — Suelto tomando la taza azul de café que ella me ofrece.

Bebo lento mientras mi mejor amiga toma asiento junto a mi y hace lo mismo con su bebida. El silencio es tan cómodo en nosotras.

— Quiero que me cuentes todo. No puedo entenderte si solo sé la mitad de las cosas. — Dice con suavidad, eligiendo las palabras con cuidado.

Me tomo unos segundos para saborear el café hasta que por fin, siento la necesidad de soltar todo.

— Lo de Bruno ya lo sabes, pero hoy hemos hablado y te juro que lo extrañe tanto, Sig. Tanto que no sé cómo hacer cuando no está. Ésta semana fue una tortura. No entiendo en qué momento me hice tan dependiente de él. Pero eso no es el problema, el problema es que llegó como si nada, pensé que estaría todo bien pero me soltó la bomba de que necesita estar solo ahora. Y quedamos en hablar pero al final no pudo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 04, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

MALVA 💋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora