Bloodbath; alexby11

Capítulo 12. Extreme Solutions

Sabía, entendía que esto estaba mal y que podrían encancelar a Alejandro en un siantamén, él ahora mismo no estaba en sus óptimas capacidades, seguía perdido dentro de su cabeza y yo lo iba a dejar solo en su trance por mientras.

¿Mientras a qué? Yo limpiaba nuestro rastro, como dije, las tutorías de investigación criminal hoy iban a servir en su totalidad.

No sé que estoy haciendo, por lo que estaba ayudando a no ser descubierto.
Me acerqué a los cuerpos aguantándome las treendas ganas de vomitar, ver cruces en los cuerpos de los cuatro miembros de la familia solo me hizo pensar.

Alejandro era el asesino del que tanto se hablaba en las noticias por sus atroces y seguidos asesinatos, no ha sido descubierto y ni siquiera sé como es eso posible. Ha asesinado a una familia entera a plena luz del día, ¿y nadie se ha dado cuenta? ¿Ningún vecino?

—¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estoy haciendo? —me repitía a mi misma cuando estoy recogiendo los cuchillos y envolviéndolos en mi chaqueta.

—Fuera, fuera, por favor —Alejandro seguía luchando contra lo que fuera.

¿De verdad estaba enfermo de esquizofrenia? ¿O estaba bajo los efectos de las drogas? Sinceramente no lo sé, me está volviendo loca.

Limpié el suelo que sefuramente tenía nuestras huellas, miré por todos sitios por si habíamos dejado aunque sea un cabello, pero era imposible saberlo. Así que solo me basté con suspirar.

No iba a salir con Alejandro de la casa así como así, salí por la puerta ttasera, saltándonos algunas vallas, él estaba cuerdo para eso, para huir, pero se quedó conmigo. Cerca de casa solo cogí una piedra, estaba muy alterada y no podía confrontarlo ahora que estaba en ese estado más normal, lo hice sin pensarlo.

Lo golpee con una piedra, quedó inconsciente inmediatamente, tenía que subirlo por el elevador hasta casa, pero no me importaba, tenía miedo por mi vida y hacía lo que era necesario para salvarme, aunque ocupaba razones, explicaciones, respuestas.

¿Era esquizofrenico?

—Amanda... —cuando lo dejé inconsciente lo até a mi cama, no podía dañarme de esa manera, pero ahora me miraba confundido al verme.

Quiso levantarse pero sus manos estaban limitadas, lo miré fijamente.

—¿Estás cuerdo ahora? —pregunto en mi enfado.

Él frunce el ceño.

—¿Qué dices?

—¡Qué si estás cuerdo o no! —le grito totalmente exhausta —. Hace unas horas que mataste a una familia entera, ¿lo entiendes, Alejandro?

—Ah, mierda, Amanda, déjame explicarte —hacía intentos para soltarse pero no lo iba a lograr —. Suéltame, por favor —desistió un momento.

—Puedes decirmelo atado —me abrazo a mi misma.

Él suspira.

—¡Bien! —deja de mirarme, de todas maneras se le hacía complicado, yo estoy parado en frente de la cama, a los pies de esta —. Cuando era un niño me diagnosticaron esquizofrenia, oigo voces, aunque aún no han llegado a ser alucinaciones.

¿Alucinaciones? ¿Entonces hay personas que si pueden llegar a ver esas voces?

—Sí, estoy malditamente loco —forma sus manos puños, sus nudillos se ponen blancos de la fuerza, pero luego los suelta —. Estas voces me obligan muchas veces a cometer delitos y muy graves, hoy tuve un episodio de lo más tochos, casi no me acuerdo de nada.

—¿Y porqué no has buscado ayuda? —me parecía impresionante que esté tan cansado de tener voces en su cabeza pero no haga nada para desaparecerlas.