Capítulo 18. Message

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Volví a mi oficina, me cercioré que Alejandro no me siguiera, ne sentía con frío y mi cuerpo temblaba. Le dejé el café a mi colega, me preguntó si estaba bien, pero yo solo me destiné a encender de nuevo el ordenador y buscar lo que necesitaba.

No fue difícil, la entrevista fue reciente, hace un mes, y las noticias también eran muchas: “el Asesino de la Cruz acaba de salir del hospital psiquiátrico luego de tres años en tratamiento”
Le hicieron una entrevista que quise ver.

—¿Te arrepientes de haber matado tantas personas?

—Sí, mucho.

—¿El tiempo en el hospital te curó?

—Definitivamente.

Toda la entrevista se fue en puros monosílabos, frialdad, me daban escalofríos al ver su rostro y con sus palabras tan bastas. Muy indiferente.

Pero ya saben, de tanto temer algo, es como llamarlo.
Yo sabía que habermelo encontrado una vez significaba que no me iba a deshacer de él.

Un día, en la mañana, cuando me tocaba entrar a la empresa a las 8 de la mañana, lo encontré a las puertas del edificio, rápidamente se aproximó a mí, me quede inmóvil, ¿me iba a matar?

Que lo haga.

—Amanda —sus manos me sujetaron de las muñecas —. Necesito hablarte.

—Lo estás haciendo.

Tenía miedo de que las terapias se fueran a la basuea gracias a que él volvió.

—Va en serio, tu abuelo y tu no estáis seguros —bien, dime algo que no sepa, Alejandro.

—Ya, gracias, tú eres el peligro, así que piérdete —intenté que me soltara pero él me sujetó más fuerte.

—¿Puedes olvidar por un momento lo que pasó? Quién me llevó a la cárcel es el mismo que se ha encargado de matar a toda tu familia, ¿vale? Él, esa persona me usó para matar a tus padres —eso concordaba con las padres de mi abuelo acerca de esa historia, Alejandro siendo un peón.

—¿Y qué? ¿Qué quieres? —lo reto sin entender a que quiere llegar.

—Protegerte de él, él me conoce, cuando era niño viví en la misma casa de acogida que esa persona, sé como tratarlo.

Suspiré, me daba mucha curiosidad su historia, conocer a esa persona que nos quiere hacer daño, pero a la vez no quiero saber nada de Alejandro, absolutamente nada.

—Debo irme —miro a las puertas del edificio. Alejandro me suelta en ese momento, entonces yo cojo una tarjeta de negocio de un compartimento en mi bolso y se lo doy.

Esa tarjeta de negocio lleva mi número del móvil y mi correo, paso de él y entro al edificio.
Creo que estoy haciendo mal, pero, no sé... ¿Qué estoy haciendo?
Debes hacerle caso a tu abuelo, Amanda, pero no, ¡Ahí vas a darle tu número! Joder, Amanda, no aprendes.

Mi trabajo no es nada interesante como para explicaros el resto de mi día, aunque si estuve muy pensativa, bastante como para poder concentrarme en mis tareas diarias. Nunca recibí ningún mensaje ni correo que parezca de Alejandro así que me mantuve tranquila hasta cuando fui en el taxi de vuelta a casa.

Cuando salí del taxi luego de haberle pagado al chófer, me aproximé al jardín, una vez allí, todos los sirvientes salieron espantados de la casa, me sorprendieron.

—¡Señorita Amanda! —todos gritaban eso mientras se acercaban.

—¿Pasa algo? ¿Por qué tienen esa cara? —era una cara de miedo, de terror, de que estaba pasando muchas cosas malas.

—Su abuelo, él... desapareció, dejó una nota —hasta ahora me doy cuenta de que uno de los sirvientes llevaba un papel en la mano.

Cojo el papel y leo:

“Amanda, me iré por un tiempo, sabes que tienes dinero suficiente para todo este tiempo que estaré fuera, si ocupas ayuda, no dudes en decirle a los sirvientes, no seas muy orgullosa, por favor.
Te quiero de aquí hasta la luna de queso”

Parecía una nota normal, tan normal que quise tirarla al suelo, hasta que viendo otra vez muy por encima, veía y sentía algo raro. ¿Por qué no le avisó a los sirvientes que se iba? ¿A dónde se iba?

—¿Mi abuelo tiene algún lugar a donde irse?

—Tiene varias cabañas por Barcelona y Valencia, pero los que se encargan del mantenimiento allí dicen que no ha llegado y que no han sido avisados por el señor de que llegaría.

—Esto es extraño.

Suspiro, de verdad es muy sospechoso y extraño.

—¿Cree que algo le haya pasado? —una de los sirvientes está muy preocupada.

—No lo sé, no hay que alarmarnos, pero... hay que averiguar mejor a donde se ha ido.

Bloodbath; alexby11Donde viven las historias. Descúbrelo ahora