Solo te quiero a ti...

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Hemos estado todo el día desempaquetando y acomodando las cosas, poniéndole nuestro toque personal, la verdad el apartamento es bastante acogedor, muy de  mujer y tranquilo.

Lo  que no me gusta de la ciudad es el frio que hace, cada vez entiendo más porque la llaman “La Nevera”, hoy que salimos a comprar almuerzo nos quedamos heladas con tanto frio y tanta  gente, y bueno nos extraviamos por cerca de media hora hasta que preguntando pudimos llegar de  nuevo a nuestra casa, en medio de carcajadas, lo cual me distraía  un poco de Alessandro, que no ha parado de llamarme en todo el día.

Estoy terminando de limpiar la cocina cuando mi celular vibra, haciendo que mi trasero también lo haga, se que es él, pero algo irrefrenablemente me hace contestar la llamada, darle una oportunidad.

-Hola- digo escuetamente.

-Oh, por Dios, al fin respondes- se escucha aliviado por oír mi voz.

-¿Qué quieres?

-Sam, por favor para, deja de ignorarme que eso me hace daño, prefiero que me des una bofetada, y antes de que cuelgues déjame pedirte una cosa…

-Habla

Suspira pesarosamente y  me lo imagino con ese brillo de arrepentimiento en los ojos.

-Necesito que me escuches, que sepas lo que paso.

-Muy bien- digo porque estoy deseando verlo y que me explique ese maldito e hiriente beso.

-¿Has dicho que si?- pregunta incrédulo.

-Y puede que cambie de opinión si no mueves el culo- puedo sentir que sonríe al otro lado de la línea.

-En menos de lo que esperas estaré contigo.

-Yo no espero nada, no te hagas  ilusiones.

-Te quiero- y cuelga dejándome un poco nerviosa por lo que se viene, y por el montón de  preguntas que tengo pensado hacerle.

Como  hemos terminado la jornada de hoy, corro a ducharme y ponerme bonita, no le daré el gusto de verme destrozada, no lo estoy.

Tengo un short negro y un saco  blanco, me he puesto medias ya que  soy de las que le gusta estar descalza y aquí el frio no ayuda mucho, estoy tratando de darle forma a mi pelo, cuando escucho que llaman a la puerta desde el timbre, me peino un poco y me siento en el medio de mi cama, con las pierna abiertas y entrecruzadas, no tarda en aparecer en mi puerta y cierra tras él.

Esta verdaderamente guapo, trago  saliva y le doy un repaso con la mirada, tiene un pantalón negro, camisa rosada y americana negra  abrochada con solo un botón, y me mira, examinándome mientras mi temperatura corporal asciende a niveles altos, pero aparto esos pensamientos de  un manotazo mental y recobro  mi mirada severa y fría, él hace  un mohín al instante.

-Hola cariño.

-Hola.

-Puedo sentarme.

-Si, claro.

Y lo hace justo frente a mi, me quedo mirando sus zapatos tratando de que entienda que se  los  quite o me ensuciara la cobija, parece que entiende porque procede a hacerlo, y luego se acomoda frente a mi, sentándose igual  a como yo lo estoy.

Me dan ganas de besarlo cuando me sonríe un poco, pero mantengo mi mirada fría.

-Primero que todo quiero que sepas que yo nunca hubiese pensado que ella  iba a  hacer eso, segundo ya he hablado con ella  par que se mantenga  al margen de  nuestra relación y ha prometido hacerlo, tercero perdón porque se que debí poner barreras desde un principio, pero es difícil, Natalie estuvo conmigo cinco largos años, y es relativamente poco el tiempo que hace que lo dejamos, cuarto, no me ignores, háblame, grítame, golpéame pero no me ignores, eso me hace daño, quinto, no cojas cualquier taxi que se te aparezca por la calle, te pueden hacer un robo, sexto, necesito que me beses, que me abraces, porque siento que me estoy quemando de tenerte tan cerca y no poder hacerlo, te necesito, necesito que me perdones.

No me mientasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora