Capítulo 2

907 90 17
                                    

Hogwarts

     El final del verano llegó más rápido de lo que habría querido. Estaba deseando volver a Hogwarts, pero por otro lado me había acostumbrado a no hacer nada. 

     Me permití el capricho de comprarme uno que otro libro de magia avanzada para mi edad. Intentaba memorizar lo máximo posible para practicar en Hogwarts. Hice resúmenes de los temarios de cualquier asignatura que no tuviera los inútiles comentarios de Lockhart y su pelo.

     Es señor Tom fue lo suficientemente amable por recubrir mi habitación con un hechizo insonoro para no molestar a los demás clientes con mi música, alguien se había dejado una trompeta extensible en el armario, y cuando la guardabas parecía un pastillero con un dibujo de una nota musical en la parte superior. Estaba enseñándome a tocar de forma autodidacta. Era endemoniadamente complicado.

     En la noche que tenía que coger el autobús, Tom hizo un hechizo expendedor en la maleta para no llevar tantas bolsas y que no pesara. Le di las gracias y me marché.

     Fue un viaje bastante movidito donde por suerte no perdí ningún diente. Aunque aún faltaba dos horas para que amaneciera, salí lo más rápido posible y vomité en la acera. Esperaba no tener que volver a subir allí por muy práctico que me pareciese. 

     Menos mal que no cierran nunca la estación, no me gustaría esperar en la calle. Fui por los desiertos andenes iluminados con grandes farolas hasta atravesar la pared indicada, ni siquiera estaba tren. 

     Saqué uno de los libros de Lockhart y empecé a leer. Admito que eran fascinantes, pero eso era todo, fantasía. Solamente me faltaban tres para acabar porque me los leía más por hobby que enseñanza. 

     Solamente aguanté tres horas despierta antes de rendirme al frio del andén. 

     Sentí como alguien me picaba la mejilla. Al abrir los ojos vi una cara borrosa demasiado pegada a mi. 

     -Hola -enfoque la vista. Una niña de pelo marrón oscuro atada en una coleta me miraba con una sonrisa-. ¿Sabes a que hora sale el tren?

     Miré al rededor, éramos las únicas que estábamos en la estación. Aún debía ser pronto. 

     -Es que mi abuela se ha tenido que dejar pronto, pero no me ha dicho exactamente a que hora. 

     -Las once en punto, es decir -miré mi reloj-, dentro de tres horas. Parece que el tren ya está abierto, te recomiendo que busques un compartimiento ahora que puedes, cuando haya demasiada gente, te costará encontrar uno vacío. 

     -Vale gracias. 

     Yo entré en uno y lo cerré para que nadie pudiera ver nada ni entrar. Luego me acosté para dormir. Todo marchaba bien hasta que un estruendo me despertó: la señora Cecilia había abierto la puerta forzosamente con su magia. 

     -Debía imaginarme que eras tu -sonrió-, era demasiada casualidad que el mismo compartimiento que el del año pasado permaneciera cerrado. Caramba niña tienes un aspecto terrible, ¿no has dormido o que? 

     -Buenos días señora... -me lanzó una mirada de advertencia-, Cecily. La verdad es que he tenido que coger el autobús noctámbulo, y quedarme en el andén ¿Ya vamos a arrancar?

     La abuela soltó una suave risa y metió una mano bajo la tela del carrito. 

     -Estamos a mitad camino a Hogwarts cariño -abrí los ojos. En efecto, el tren se movía y había mucho barullo en el pasillo-. ¿Quieres un café?

Lilianne y la Cámara de los SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora