Capítulo 8

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El club de duelo

     Cuando desperté la mañana del domingo lo primero que vi fueron unos ojos azules que me miraban con el ceño fruncido.

     -Así que al fin despiertas -la señora Pomfrey despertó a Harry por su tono de voz- ¿eres una irresponsable. Se puede saber por que te saltaste el desayuno de ayer? Buenos días Harry.

     Se acercó a los dos con una bandeja con el desayuno y se puso a flexionarle y estirarle a Harry el brazo y los dedos. 

     -Todo va bien -le dijo, mientras él apuraba torpemente con su mano izquierda las gachas de avena-. Cuando termines de comer, puedes irte -me dirigió la mirada y me apuntó con la cuchara-. Y tu no te vas a mover hasta que te lo acabes todo, ¿Sabes el susto que nos diste ayer?

     -¿Qué te sucedió? -me preguntó Harry.

     -¿Qué tiene que pasar? -gritó desde la otra punta de la enfermería para que la oyéramos bien- ¿Acaso no ves que está en los huesos? La señorita aquí presente se le olvida de vez en cuando que no pude vivir de leer, y tiene leve desnutrición. Parece que sufrió un desmayo y se golpeó fuertemente la cabeza contra el suelo. Los niños que la encontraron pensaron lo peor, esto de la Señora Norris está pasando factura.

     -Pensaba que la relación enfermera-paciente se basaba en la privacidad -dije irritada.

     -Pues podrías ocultarlo mejor y no desparramarte por los pasillos para que todo el mundo te vea -me dio un zape-. Comete el desayuno -cuando ya se había perdido de vista la oímos-. ¡Y que será la última vez que deje a tu lechuza quedarse, esto no es la lechucería!

     Y se marchó. Mire mis gachas, no me gustan.

     -¿Quieres? -le ofrecí a Harry-. Hay demasiada comida. Además de que no me gustan las gachas.

     Aceptó gustosamente y me dispuse a beberme el zumo de naranja y las tostadas, las cuales compartí con Nyx. La pequeña no se separaba de mí y cada vez que alguien pasaba lo miraba mal, como si pensara que me atacarían.

     -No te preocupes pequeña -le rasqué una parte lateral del cuello-. Que aquí tu eres la que pilló un resfriado. Estás muy desanimada últimamente.

     Acabé antes que Harry y cogí los libros que se me habían caído en el pasillo; estaban en una silla al lado de mi cama. 

     Necesitaba irme a mi habitación a cambiarme. La enfermería estaba en el primer piso, por lo que tenía que bajar a la planta cero, el sótano, y las Mazmorras. No recordaba tener tanta pereza por hacer algo. 

     En el tramo de escaleras, vi subir a Hermione y Ron con productos del armario de los alumnos. Pude distinguir los crisopos y la centinodia. Cuando me vieron apuraron el paso, y a Hermione se le cayó una sanguijuela. Extraño. 

     La recogí y me la llevé a mi habitación. La sala de los Slytherin estaba vacía, y mi habitación también. Guardé la sanguijuela para uso personal y abrí mi carpeta de pociones. No era coincidencia que sacaran un libro de dicha asignatura de la Sección Prohibida y ahora estos ingrediente. Busqué por las decenas de hojas ordenadas alfabéticamente observando los ingrediente. Hasta que me topé con la indicada.

     Poción multijugos.

     Fue mencionada hace unas semanas en la clases de Snape, demasiado complicada para nuestra generación y con una delicada elaboración. Un reto increíblemente fascinante, pero había un problema. El polvo de cuerno de bicornio y la piel en tiras de serpiente arbórea africana se encontraban únicamente en el armario del profesor.

Lilianne y la Cámara de los SecretosWhere stories live. Discover now