El sonido de la cerradura desató mis lágrimas.
El horrible, penetrante y sepulcral silencio de cuando llegaba a casa y estaba sola era el peor de los infiernos.
No importaba a la cantidad de fiestas a las que fuera, el tiempo que estuviera fuera, si llegaba por la noche o al amanecer. No importaba porque siempre acababa sola.
Desde que papá murió hace 2 años nada ha vuelto a ser igual. Daría cualquier cosa porque me volviera a regañar por retrasarme y haber llegado más tarde de lo que debía, por volver a despertarme con el olor de los desayunos tan deliciosos que hacía, por ir cada fin de semana a tomar un helado.
Pero la realidad es que se había terminado para siempre.
Podría mentir, decir que me me gusta así.
Pero a veces nada es mejor.
- _____...
Pegué un grito que retumbó en la pared de cada habitación.
Entonces una sombra se dibujó en la oscuridad. Dio unos pasos hacia mí y la penumbra me permitió distinguir los rasgos básicos para saber de quién se trataba.
- Patrick -suspiré.
Él extendió su brazo hasta tocar mi mejilla con su pulgar. Cerré los ojos al sentir su cálido tacto retirar algunas de mis lágrimas.
- ¿Cómo has entrado?
- La ventana de tu habitación suele estar abierta -dijo-. Henry me dijo que te vio entrar en la fiesta de Greta.
Al ver que no decía nada, añadió:
- Deberías dejar de ir a ese tipo de sitios.
Por primera vez en mucho tiempo al volver a casa había alguien que además se estaba preocupando por mí.
Así que le abracé tan fuerte como pude. Con la necesidad y las ganas que llevaba años acumulando.
- Te quiero _____, no quiero que estés mal...
A cada palabra cada vez me salían más lágrimas.
- ¿No sabes que no soy buena para ti? -dije mientras me separaba de su abrazo.
- Yo no soy bueno para ti.
- Patrick, yo... -intenté recobrar el aliento para decir una última frase- Yo he aprendido a perder a todo el mundo. He aprendido a perderte... A ti.
- No, no me vas a perder...
- Sólo te haré daño si me dejas -le interrumpí.
Hizo un amago de besarme, pero me aparté. Realmente quería unir nuestros labios yo también. Oh, claro que quería...
Sostuve su mirada unos segundos.
- Llámame amiga, pero mantenme más cerca.
Acaricié su mejilla justo como él había hecho.
- Y te llamaré cuando la fiesta termine -susurré.