Monsters

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Notas: Ningún personaje me pertenece.

Advertencia: AU.


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Su respiración se volvía cada vez más entrecortada y errática, no supo en qué momento había pasado de estar en clase, inventando alguna excusa a la profesora para no quitarse los lentes, para luego estar corriendo por su vida, por los largos pasillos de la escuela, sus piernas daban todo lo que podían, sin importar que empezaran a entumecerse y que sus pulmones quemaran por la poca cantidad de aire que aspiraba, necesitaba llegar a algún lado, necesitaba huir.

El miedo atravesó su cuerpo al recordar al gran hombre de ojos rasgados y aquella sonrisa maquiavélica, supo que ese hombre venía a por él, nunca desvió su mirada, ni siquiera cuando se encontraba atravesando el cuerpo de la mujer con sus largas garras, todos los alumnos habían enloquecido, corriendo de un lado a otro, deseando escapar, él corrió, tan rápido como pudo, dejando a los otros detrás, escuchando los gritos y sintiendo como el aire se combinaba tan rápido con aquel olor a hierro.

Cayó al suelo, resbalándose y llenando sus manos y rodillas de sangre, tembló al ver el cuerpo del directo, con los ojos en blanco y bien abiertos, con aquella mirada llena de terror, lentamente giró su cabeza al oír como unas garras incrustarse en las paredes de concreto.

Con dificultad e intentando no tocar el cuerpo inmóvil, volvió a correr, girando en la esquina a la izquierda, pero su cuerpo fue lanzado hacia el otro lado del pasillo, sintió como mil toneladas golpearon su espalda, fue capaz de oír como sus huesos se rompían, el aire salió de sus pulmones, sus lentes cayeron al suelo y de pronto una resplandeciente energía brotó de sus ojos, expulsándolo contra la pared.

El edificio empezó a temblar, las rocas y tierra cayendo de los pisos superiores y las ventanas explotando, intentó moverse cuando las grietas del suelo se volvieron más grandes. Cerró con fuerza sus ojos, con la respiración entrecortada, intentó ponerse de pie, pero un fuerte dolor atravesó su columna, impidiéndole respirar, intentó palmar el suelo, necesitaba encontrar sus lentes, podía sentir como la sangre caía por su rostro, llevó su mano hasta sus costillas rotas, sintiendo el dolor lacerante.

-Pequeña rata. -Intentó alejarse de esa voz grutal, arrastrándose entre las piedras, sin importarle que las palmas de sus manos se llenaran de heridas.

-No, no, por favor. -Unas grandes manos lo tomaron de sus cabellos, levantándolo varios centímetros del suelo. Pensó en abrir sus ojos, esperando que el hombre lo soltara, pero antes que pudiera hacerlo, su cabeza fue golpeada concreto.

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Una de las ventajas de ser Wolverine, era su perfecta audición, podía escuchar conversaciones ajenas con tanta claridad a ciento de kilómetros, y por eso escuchó cuando uno de los jóvenes susurró su nombre, advirtiéndoles que se encontraba cerca, así que cuando ingresó al salón, pudo ver a cada uno de los estudiantes, sentados y muy callados. Aquello era una de las cosas que más odiaba. Charles le había encomendado dictar las clases de historia, tan solo por haber nacido en el siglo XIX, tal vez el hecho de haber vivido dos guerras mundiales, huyendo y matando, no era algo que les gustaría escuchar a los más jóvenes.

La primera vez que dictó una clase, no recordó haberlo hecho antes, pero poco a poco fue contando la historia, casi como él la recordaba, había dejado los libros atrás, permitiendo que las palabras fluyeran suave y lenta, recordó cómo poco a poco los países fueron llenándose de gente, de mutantes ocultos en cada nación ocultando lo que realmente eran, de cómo las cenizas poco a poco llenaron las cosechas, las enfermedades llegando a los pueblos más lejanos, el fuego consumiendo los bosques, el cómo las armas fueron creadas y luego los cielos se llenaron de pólvora.

Aullando a la lunaWhere stories live. Discover now