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Se encontraba encerrado en su oficina haciendo el papeleo pendiente mientras recibía a algunas personas que tenían quejas o sugerencias sobre lo que pasaba en el pueblo. Para el cada opinión era importante así que se esforzaba lo suficiente para ponerle atención a cada uno de los habitantes de Karmaland.

Hoy había sido un día bastante ocupado y de cierta manera lo agradecía, así evitaba pensar en aquel breve encuentro con su ex pareja y en lo mucho que se estaba arriesgando con el simple hecho de haberse acercado.

Unos golpes a su puerta detuvieron su continua escritura y con un simple "pase" dio entrada al omega con aroma a vainilla que lo ayudaba durante sus horas de trabajo.

—¿Qué pasa Alex? — pregunto con una sonrisa que fue rapidamente borrada al ver la incomodidad en el rostro del menor.

—Alguien quiere verte — Luzu trago saliva pensando lo peor, empezó a sentir un escalofrío que le recorría la espalda y su piel se erizo por los nervios.

—Déjalo pasar — se acomodó en su asiento y vio como Alex salía de la oficina para avisar a quien sea que estuviera afuera que podía entrar.

Ni siquiera había entrado aún y Luzu ya era capaz de sentir aquel aroma tan característico del omega que, a diferencia de aquella vez, se había vuelto mucho más ligero y al verlo entrar, Luzu sintió algo de nostalgia.

Auron acostumbraba ir de visita a la oficina cuando no tenía nada que hacer o cuando extrañaba mucho a su alfa y Luzu solía darse unos minutos de descanso para ir a comer a algún lugar con el. Al menos así era hasta hace unos meses, antes de que todo se complicará.

—Te traje tu saco...— fue lo primero que dijo y dejó la prenda sobre el respaldo de una de las sillas que estaban frente al escritorio— perdón por lo de ayer.

—No te preocupes, yo soy el que debería disculparse, entre a tu casa sin tu consentimiento — se levantó de su lugar y se colocó delante de su escritorio observando cada movimiento de Auron dentro de su oficina.

Siempre había sido inquieto, como si no pudiera estar demasiado tiempo en el mismo lugar y si lo estaba comenzaba a ponerse nervioso. Justo como un gato.

—Bueno, no es como si no la conocieras ya — Luzu no era capaz de verle ya que estaba de espaldas pero estaba seguro que había sonreído.

—De igual forma, disculpa — Auron lo miro de soslayo y antes de que pudiera decir algo la puerta se abrió.

Un aroma frutal fue suficiente señal para Luzu de que las cosas se iban a complicar algo más.

—Hola, Luzu — La pequeña omega saludo con una gran sonrisa al alfa y de manera inconsciente liberó aún más feromonas. Estaba tan concentrada en Luzu que no había notado la presencia del chico detrás de ella, cosa que le causaba cierta molestia al pelinegro.

—Lana, ¿qué haces aquí? — sonrió de manera nerviosa y la pequeña chica le dio un beso en la mejilla como acostumbraba hacerlo.

Eso fue suficiente para que Auron entendiera que no debía seguir allí, salió de la oficina sin llamar la atención y se despidió de Alex con una sonrisa forzada, no quería preocupar a nadie más con sus problemas. Iba directamente hacia su hogar, con toda la intención de tumbarse en la cama y dormir hasta el día siguiente pero sus planes pronto fueron interrumpidos por la voz de uno de sus compañeros.

—¡Auron! — grito lo más alto que pudo mientras saltaba en repetidas ocasiones— ¡ven! — grito de nuevo y él no tuvo más opción que acercarse, después de todo ya lo había visto.

—¿Qué haces tío? — pregunto al alfa con gorro de osito y este le sonrió mientras sacaba a un pez del agua.

—¿No es obvio?, pescando — era increíble como uno de los alfas más fuertes y atractivos del pueblo se emocionara por algo tan tedioso como lo era la pesca—, es que quiero conseguir un libro para Vegettita — sus ojos brillaban mientras decía aquel nombre y su sonrisa se había hecho mucho más notable. Todos en el pueblo sabían lo que había entre Rubius y Vegetta pero pocos entendían como era que habían terminado juntos.

—Suerte con eso, calvo tóxico — dijo a modo de despedida ya que si seguía hablando con el, no terminaría hasta el día siguiente y ahora lo que más deseaba Auron era dormir.

No fue detenido así que siguió rumbo a su casa sin problemas y apenas entro fue recibido por un pequeño amigo cubierto de plumas.

—Frederick, campeón — Levantó del suelo al pollo y lo dejo en el sofá para ir a buscar algunas semillas. Por suerte no tardo en encontrarlas y después de alimentar a su mascota por fin se acostó en su cama— ¿siempre fue así de amplia? — se pregunto mientras pasaba su brazo de arriba a abajo sobre la misma. Suponía que era normal sentirlo de esa manera ya que casi siempre acostumbraba dormir acompañado— han pasado cuatro meses, superalo ya coño — se dio una palmada en la frente y se dio la vuelta para dormir sobre su lado.

El aroma a menta ya casi había desaparecido por completo de entre sus sábanas y ya no quedaba ni rastro de que alguien más hubiera dormido sobre el otro lado de la cama. La casa ya no tenía dos aromas impregnados y la ropa que Luzu había dejado en su casa ahora ya nisiquiera le servía para su nido.

Para Auron apenas estaba empezando su martirio, aún le faltaba un largo camino por recorrer si quería borrar todo lo que tenía con Luzu y para eso debía evitar encuentros con el, por más breves que fueran no debía acercarse.

—No debo... — susurró para sí mismo antes de quedarse completamente dormido. Eso era lo mejor que podía hacer ya que al menos en sus sueños podía olvidar todo y ser feliz aunque fuera por un momento.

Quería escapar de la realidad aunque fuera por diez minutos.

Complicado [Finalizado]©Where stories live. Discover now