Misterios

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Despertó temblando y sudando del sueño que lo atormentaba desde hace dos años.
Revisó el reloj en su buró y se frustró cuando vió la hora. ¡Eran las tres de la mañana!
Después de su turno de 36 horas lo único que quería era dormir. Pero al parecer su mente no tenía los mismos planes. Enojado con su suerte, le levantó para observar la luna desde la ventana de su apartamento.

Su mente se negaba a revelarle todo el sueño, solo tenía pequeños fragmentos que en lugar de ayudar lo único que hacían era confundirlo más.
Aunque de algo estaba seguro y era que siempre soñaba con una mujer. Posiblemente su amiga, recordaba verse junto a ella, ella sonreia y a veces bailaba. La verdad no recordaba bien.
La mujer era rubia, su ojos azules pero lo demás era confuso. Algo le decía que ella era hermosa, muy hermosa, no comprendía por qué, a él le gustaban más las azabaches de ojos oscuros. No era su tipo y aún así le causaba interés.

Estuvo frente a la ventana hasta el amanecer, no se dió cuenta, pero pensar en ella lo hizo perder la noción del tiempo. Odiaba pensar en ella de esa manera, tenía pretendientes y varias eran bellas pero su maldita cabeza le molestaba mostrando un poco a esa joven mujer de sus sueños.

Se fue a dar un corto baño, tenía pensado en salir del apartamento. No quería cocinar y había una cafetería a unas cuadras. No le haría daño caminar un poco.

[...]

Tal vez la vida o las deidades eran bromistas, es decir, justo en el momento que decide no pensar más en esa mujer llega a la cafetería una chica con un parecido extraordinario a la mujer de sus sueños.
Pelo rubio, ojos azules y complexión delgada. Sabía que había miles de mujeres así pero ella tenía algo especial, de igual manera que lo tenía esa extraña mujer.

La observó sentarse con una chica y un chico de preparatoria a decir por los uniformes que traían. La rubia en cambio traía un overol  blanco corto con una blusa naranja de manga larga. No quiso saber todos los detalles de su vestimenta , le parecía tan infantil. Seguramente iba a la secundaria, con su pequeña estatura se vería como una pequeña hormiga junto a él. Enojada, se vería tierna... Se reprendió por sus recientes pensamientos. Ella no tenía nada especial, solo se parecía a ella. Sí, eso debía ser.

Su escandalosa risa era fastidiosa, era tosca y pidió varios pasteles. ¿Cómo era que no engordaba? ¿Por qué tenía ese cuerpo tan...?
Se quedó en blanco al ver el camino de sus pensamientos. No debía pensar de ella así.

Dejó el dinero exacto en la mesa, quería salir de ese lugar antes de perder la cabeza pero definitivamente la vida era muy bromista.
En el momento que él pasaba por dónde la rubia platicaba, ésta levantó los brazos con fuerza dándole un certero golpe bajo. Ahora tenía una razón para odiarla y le alegraba saber eso.

– ¡Discúlpame! Yo no quería, es decir, si quería levantar mis manos pero no golpearte –
Al intentar reverenciarlo para pedir disculpas, arrastró la silla de tal modo que una de las patas le lastimo el pie. Esa chuca era demasiado torpe para su gusto.

– ¡Ay como lo siento! –
La joven quería arreglar su error pero ya sentía demasiada vergüenza con el desconocido.

– ¡Eres una cabeza de chorlito! –
Estaba un poco doblado del dolor que aún sentía en sus partes nobles, pero eso no le privó de ver la cara iracunda de la rubia cuando le dijo ese insulto.

– Oye, ella ya se disculpó. Mejor cuida tus palabras –
Un muchacho rubio cenizo se ponía de pie bruscamente al igual que la joven aguamarina.

– Ella debería tener cuidado, es un desastre andante –
No sabía por qué, pero ese grupito le resultaba aterradoramente conocido. Sentía que lo había visto en alguna parte.
Sentía la rabia destilar del joven, en cualquier momento explotaría pero la otra chica lo tomó del brazo apaciguando el ambiente tenso que había.

– Tranquila Haruka –
Habló la rubia, pero eso no era lo importante. El chico que parecía matarlo con la mirada ¿En realidad era una chica?
¿Por qué se vestía como hombre? No lo juzgaba pero no estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones.

Dejó ese tema a un lado en el momento en que la pequeña rubia le enseñó la lengua después de insultarlo. Insultos que no escucho pero se hizo el ofendido de todos modos.

– Con ese carácter no vas a conseguir novio–

Después de un par de desplantes de ella y una golpiza casi segura de la otra rubia, salió apresuradamente del lugar.
Esperaba no volver a toparse con esa niña malcriada y gritona.

[En algún lugar místico de la Tierra]

– Ya no se que hacer con ellos, son unos necios –
Expresaba con pesadez una hermosa mujer de largos cabellos rubios atados en dos coletas.

– Debes tenerles paciencia, Serenity –
Ella giró de inmediato para toparse con la mirada de su amado. Ambos azules intentando ser solo uno. Él le sonrió para dejar un casto beso en sus labios rosas.
Sabía que eso siempre mejoraba su ánimo.

– Endimyon, veo que te fue mejor que a mí–
En cuanto el se sentó a su lado, ella no dudó en cernirse en su regazo, necesitando de su aroma y de su calidez a pesar de la fría armadura que cubría su cuerpo.

– Algo así, pero hoy por fin se encontraron. Solo falta que alguien dé el primer paso–

El peli-negro, acariciaba con anhelo las hebras doradas de su dulce mujer.
Aún no entendían muy bien como su alma se separó de sus cuerpos pero lo que sabían era la solución al problema y esa era que sus cuerpos reencarnados se enamorarán.
Aunque hablarlo es más fácil que hacerlo, ese par eran más cabezotas que cualquiera.

– Me debilito cada día –
Serenity se volvió intangible tan solo unos segundos, los cuales Endimyon sintió el miedo recorrer cada una de sus fibras por segunda vez. Se aferró con más fuerza a su cuerpo, como si en ese acto ella no se iría de su lado.
No permitiría que su amada fuese polvo cósmico por un par de necios que no aceptan su atracción.

– Te prestaré mi fuerza entonces –

– Y qué pasaría con el cristal dorado, no puedes dejarlo en las manos de cualquiera–

– ¡No me importa! Si con eso te quedas conmigo –

– No podemos ser tan egoístas –
Serenity se separó de los brazos del ojiazul, pensaba regañarlo por su comportamiento pero al ver esa mirada zafiro cristalina el pecho se le infló de amor.

Con cuidado levantó una de sus manos para acariciar de manera amorosa la mejilla. Acto en el que Endimyon derramó un par de lágrimas sin darse cuenta.

– Solo hay que esperar, ellos se amarán. En esta vida y en las que vengan –

Asintió derrotado, pero haciendo un enorme esfuerzo por mantener la esperanza. Pronto estaría con su amada, disfrutando una vez más del sabor de sus labios.










Listoooo, este shot me lo imaginé de los primeros encuentros de Serena y Darién. Cómo habrán notado, omití partes y agregué otras pero creo que ha quedado bien.

Otra cosita ¡Estoy sin inspiración!, Por eso no he escrito. Eso y el detalle de que estoy en exámenes y debo varios trabajos xd

Eso es todo, los leo después 〜(꒪꒳꒪)〜

Darién & SerenaWhere stories live. Discover now