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Gira una vez más sobre su eje de forma parcial, examina detenidamente cómo lucía su trasero en ese flojo pantalón, ese no era para nada el estilo de vestido inferior que ella acostumbraba en el día a día, pero el reglamento de la Yongsan International School of Seoul había hablado, aunque no le disgustaba, siempre le había gustado estar cómoda en clases y la flexibilidad de colores en el uniforme eran un punto a favor el cual ella aprovecharía. Ese día, había escogido ir en pantalones beige, una camisa polo color azul marino y zapatos Kickers de corte bajo color café.
Eran las siete de la mañana, tendría veinticinco minutos para desayunar, para las siente con treinta y cinco máximo, ella y sus hermanos tendrían que estar frente a los portones del Hill, esperando por el autobús. La institución estaba a un poco menos de dos kilómetros de su residencia, para Gea no era el fin del mundo tener que caminar ese trayecto, sin embargo, la matriarca había insistido en contratar el servicio de transporte debido a que aún no estaba segura de la capacidad de sus hijos para movilizarse por Seúl, también porque no le agradaba el hecho de que tuvieran que cruzar la Hannam-daero, entonces la situación dejó de discutirse y quedó como única caminata para los tres hermanos la distancia entre la puerta de su nueva casa y la entrada del complejo: unos seiscientos metros.
La castaña sube al transporte amarillo para las 7:38 de la mañana, observa superficialmente los nuevos rostros curiosos de los estudiantes de la YISS, toma asiento junto a su hermano menor, que conserva silencio y luce un tanto inquieto bajo la situación, la chica no se preocupa por este, sabe que el más joven posee un carisma atrayente, era de personalidad ligera, amable y muy inteligente, no tardaría mucho en hacer amistades e incluso en imponerse entre los demás estudiantes y futuros freshmen de la Yongsan. El caso sería parecido con el de su hermano mayor, que era alguien inteligente y afanado por los deportes, también llegaba a ser un chico especialmente cariñoso con sus seres queridos, a Gea no le sorprendería tener a algunas de sus compañeras preguntándole por él en el futuro.
En el caso de la única mujer de los hermanos Saavedra, sería un poco más complicado, no porque fuera una muchacha pesada o despreciable, de hecho, toda su vida la habían descrito como una muchacha sencilla y divertida, la diferencia en esta ocasión era que estaba enojada con su alrededor porque no era el lugar en el que había aprendido a hablar, no iba con las mayores expectativas para esa nueva etapa, tampoco mostraba el gran interés por formar la gran amistad con nadie.
Para las 7:45, faltando cinco minutos para el toque del timbre, anunciando el inicio de la semana lectiva, Gea y sus hermanos se bajan del bus, quedando frente a ellos un enorme edificio de arquitectura moderna y grandes ventanales, los tres jóvenes acuden a la orientación del lugar, saludan respetuosamente, estaban dos mujeres presentes en la oficina, les dan la bienvenida con una gran sonrisa, les dan instrucciones de dónde quedan sus nuevos salones y seguidamente se despiden. El idioma predominante en el instituto era el inglés y se regía con el mismo sistema educativo que el de Estados Unidos.
En el transcurso del día, Gea se presentó a sus compañeros, compartió asiento con un chico sueco llamado Acke, que le recibió con una sonrisa amable, almorzó junto a sus compañeros, que estaban más que dispuestos a integrarla al grupo, comió mayormente en silencio, en ese lapso, pensó en el día en el que la Gea social llegara a Seúl, porque esta aún estaba en Latinoamérica, lejos de su cuerpo físico, ajena a su nueva vida.
Las clases concluyen para las 3:10pm, la delgada chica sube a su correspondiente transporte y quince minutos después está frente al pulcro muro color blanco que reza el título The Hill, entra en compañía de sus hermanos, los tres entablan conversación de como estuvo la experiencia de su primer día, pasando junto a los vanidosos jardines, cuidando de no ser atropellados por un Ferrari, también cuchicheando sobre qué famosos del medio coreano eran supuestamente sus vecinos. Gea y los dos varones llegan a la intersección entre el camino a un edificio que se encuentra en uno de los puntos más altos del Hill y el camino que llevaba al área de las casas particulares, donde ellos vivían.
Se detienen por unos segundos, una camioneta negra avanza de frente a ellos, nuevamente, no logra observar quiénes podrían ir ahí, levanta sospechas en ella la exagerada discreción, sabía que era el vehículo de la noche anterior, recuerda algunos de los dígitos de la placa, no toma mucho espacio en sus pensamientos pues ahora lo que le interesa es haber llegado a casa y la gran cantidad de tarea que tenía por hacer.
Ese día, Gea vuelve a hundirse en su propia mente, considerando el cambiar su actitud, recuerda el camino que pudo apreciar de camino al colegio, la imagen de una gasolinera, un 7/Eleven y los bonitos árboles que decoran la entrada de su instituto le llegan a la mente, Gea sabe, que por más que se negara a aceptar a Corea del Sur como su nuevo hogar, por más que sus sentimientos quisieran aferrarse a las amistades de su tierra madre, sabe que estas están a miles de kilómetros, a muchas horas de diferencia.
Recapitula su salón de clase, aquello era una variedad curiosa de adolescentes asiáticos y estadounidenses, con uno que otro europeo.
El día de la chica transcurre con música en inglés a un volumen medio en la habitación, papeles y libros regados por su cama, al llegar sus padres era cerca de la hora de la cena, ella y sus hermanos actualizaron a sus progenitores sobre su primer día en su nueva escuela, todos lucen contentos y cómodos, dentro de lo que cabe en la ambivalente experiencia de emigrar. Gea se va a la cama a las once, esta vez sí está cansada, logra cerrar sus ojos y dormir relativamente bien esa noche, no necesitó escabullirse a ensuciarse los pies, esa noche, Seúl la tomó entre sus brazos y la arrulló hasta el día siguiente, como si ella no le aborreciera, la muchacha descansó por primera vez en su estadía en Asia como residente, con una nueva chispa de expectativa y apertura para lo que sería su vida de ahora en adelante.

𝗦[𝗘]𝗢𝗨𝗟𝗘𝗗 | Kim NamjoonWhere stories live. Discover now