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xvii. EL RELATO DE LAS CONDENADAS
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LA CAÍDA DESDE EL CIELO no había sido para nada placentera. Tampoco es como si la recordara mucho, considerando que durante esta yo me hallaba en una lucha constante entre la conciencia y la inconsciencia. Aún me encuentro en esa batalla mientras hago todos mis esfuerzos por despertar por completo y ver en qué situación estamos. Sé que Thor me salvó del monumental golpe contra el suelo, de otra forma todo mi cuerpo me estaría suplicando por un tiempo de descanso. Aún recostada, mis músculos se hallan tensionados, pero no doloridos.
El pecho me palpita aceleradamente sin haberse recuperado de tal accidente. Más que accidente lo llamaría intento de homicidio, porque eso es exactamente lo que fue. Loki... No pude salvarlo, de nuevo. Él estaba allí, lo vi con mis propios ojos, a punto de liberarse del control impuesto sobre su mente y corazón. Y una vez más se me escapa de las manos por una razón desconocida. Que se vea imposibilitado de asesinarme es una ventaja, sí, pero no me sirve de nada si no sé cómo regresarlo.
Abro mis ojos y me sorprendo al darme cuenta de mi posición. Un amplio y luminoso campo se extiende frente a mí, con algunos trozos de césped y tierra esparcidos en cualquier sitio por nuestra caída y yo me encuentro justo debajo de un árbol. Sus tantas hojas me protegen de los rayos del sol sobre mi cabeza y mi espalda está apoyada en el grueso tronco. Frunzo el ceño al no ver al rubio cerca, ya que él es el único que pudo haberme acomodado aquí.
—¡Thor!
Mi llamado es recibido por un terminante silencio. Suelto un quejido al ponerme de pie y recuerdo que Loki había rasgado mi pierna con la punta del cetro. El ardor y el olor de la sangre regresan de repente invadiendo mis sentidos. Sin embargo, al examinarla descubro que mi herida está vendada. Mi confusión no hace más que aumentar y observo los alrededores en busca de un salvador desconocido, pero no hay una sola alma aparte de mí. Estoy a punto de utilizar mi collar para transportarme hacia donde sea que se encuentre Thor cuando por fin lo veo desmayado a unos cuantos metros de distancia. Aliviada, camino hacia él, sin querer forzar a mi pierna más de lo necesario. No es tan grave como había creído, además sospecho que esta venda que la recubre no es el único tratamiento sanador que recibí. Aunque el actor de esta altruista ayuda no quiere revelar su identidad.
