Capítulo 25

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Muchas cosas habían sucedido en el último tiempo, tantas que Gerard no podía decidir cuál era la más trágica.

Hace un par de meses, Frank Iero, el que creía era el amor de su vida, se había marchado junto a su familia, se había ido de New Jersey y no sabía si volvería a verlo, pues las desgracias de Gerard eran tan grandes y con efectos colaterales, que en la primera semana de Iero en La Gran Manzana había sido víctima de un asalto en plena calle, perdiendo su  billetera y celular, quedando incomunicado de Gerard, y a pesar de que ambos contaban con un perfil en redes sociales, extrañamente no había recibido mensajes de aquel ojiavellana.

Pero, contrario a lo que el Way mayor creía, la vida podía tratarlo de peor manera, y vaya que peor.

-Uh, ¿Gerard? -el ojimiel había recibido una noticia bastante mala, y en su semblante destrozado y ojos hinchados se podía notar la tristeza.

-¿Qué quieres, Mikey? No estoy de humor para conversaciones.

-Eh, yo debo... debo darte una... noticia que no sé como vayas a... a tomar- las lágrimas se dejaban ver saliendo de los ojos del menor, mientras tomaba lugar junto a su hermano, -mamá llamó y -limpió un poco su ojo- Elena murió anoche, Gee. Su corazón no resistió.

¿Por qué el destino era tan cruel con él? ¿es que acaso no bastaba con haberlo separado de Frank?

-¿q-qué?

-Debemos volar a California, Gee. Hoy.

-Mikey... déjame solo, por favor...

-Gee, pero... -fue interrumpido por su hermano

-¡¿QUE ACASO ESTÁS SORDO?! ¡VETE DE MI CUARTO MICHAEL ANTES DE QUE TE SAQUE A PATADAS! -y levantándose de su cama, tomó a su hermano del brazo y lo llevó hasta el corredor, cerrando con un portazo luego.

Gerard Way pudo sentir en sus mejillas las lágrimas que, una detrás de la otra, comenzaban a brotar sin intenciones de parar. Hundió su cara en la almohada y dejó que un fuerte sollozo saliera desde su garganta, haciéndose cada vez más incontrolable.

Michael, que estaba justo detrás de la puerta, sentía que su corazón no daba más de lo triste, quiso ser fuerte por su hermano, pero a cambio solamente recibió un mal trato. Su celular vibró, tenía un mensaje. Lo abrió y descubrió que era un comprobante de los boletos del avión que Donna había mandado para ellos.
Abrió la aplicación de mensajería instantánea y buscó a su novia.

"-Kristin, debo viajar de urgencia hoy, me voy a California en la noche. Mi abuela ha muerto y debo despedirme de ella. Te amo-". Y guardó su celular, disponiéndose a empacar su traje y un poco de ropa. Procuraría empacar luego la ropa de Gerard, sabía cómo se ponía su hermano cuando las noticias lo afectaban...

Los días habían pasado, el Way menor trataba de hacer su vida con normalidad, pero no podía dejar de preocuparse por su hermano.
Desde aquel trágico día, Gerard  no había querido salir de su habitación, apenas se alimentaba, había dejado de ir a la escuela y no sabía si volvería.

-¿Gee? ¿Puedo pasar?

No recibió respuesta, volvió a intentarlo muchas veces.

-tal vez está durmiendo- pensó y pronto una idea se le vino a la cabeza- Patrick...

Tomó su celular
"-¿hola?- la voz del chico al otro lado se sentía un poco cansada.

-¿Patrick? Soy Mikey...

-Hola Mikey, ¿cómo estás?

-Yo estoy bien, eh, ¿cómo estás tú?

-Uh, no me quejo, la escuela es triste sin Gerard, ¿cómo está él?

-De eso quería hablarte, Trick, no ha querido salir de su habitación en días, no me habla, apenas come...

-Mierda...

-Tú eh... ¿podrías venir? Quizá si estamos ambos aquí se anime un poco...

-¡Claro Mikey! Tomaré una ducha e iré.

-Muchas gracias... gracias.

-Descuida-".

El ojimiel suspiró profundamente y no pudo evitar llorar un poco, su hermano era lo más preciado de su vida, y cuando Gerard tuvo la primera caída, él se juró proteger a su hermano contra todo mal. De pronto, algo se alertó dentro de él y fue corriendo a la habitación de su hermano.

-¿Gerard? Abre la puerta, por favor.
No hubo respuesta, así que decidió entrar, dándose cuenta unos segundos más tarde que la puerta estaba asegurada por dentro.

Mierda, esto no podía estar pasando.

-¡Gerard! ¡Abre la puta puerta ahora! -el Way menor estaba entrando en desesperación -¡Gerard Way! ¡Te estoy hablando!

Tomó rápidamente su celular y llamó a su amigo

-¿Mikey? ¿Qué sucede?

-¡Trae todo lo que sirva para romper una puerta! ¡rápido!

-¿estás bien? ¿Gerard está bien?

-¡SÓLO TRAE LAS COSAS Y APRESÚRATE!-" Y cortó

-Mierda Gerard, ¿qué hiciste ahora?

Sus ojos estaban hinchados, sentía que no le quedaban lágrimas, y aquellos pensamientos que había prometido no volver a tener invadían su mente.
Le había prometido a Frank no volver a hacerlo... Pero Frank le había prometido no dejarlo nunca, y se había ido, no lo había buscado y había roto su promesa, así que él rompería la suya.

Mientras Mikey estaba en la escuela, el ojiverde se había escabullido hasta la habitación de su hermano buscando algo que pudiese ayudarlo... buscó y buscó hasta que dio con una antigua amiga que Mikey le había quitado.

-Eres un ingenuo de mierda, hermano.

Posteriormente, había ido a la habitación de sus padres, en donde sabía que estaban las pastillas de su madre. Tomó dos frascos y se los llevó.

Estaban ahí, junto a él en su mesita de noche, mirándolo con burla, mientras él no encontraba pensamientos positivos y miraba una foto que había guardado de su cumpleaños, donde estaba junto a Mikey, Ray, Bob y Frank en su comedor. Luego otra donde estaba solo con Mikey, y por último, una donde estaba en la habitación de Frank con él, ambos despeinados, mal vestidos y sonrojados. Sonrió triste, recordaba que Frank había tomado esa foto después de hacer el amor, todo había sido tan perfecto...

-Lo siento, n-no soy tan fuerte como pensé.

El menor de los Way sentía que una eternidad había pasado desde que había hablado con Patrick, ¿es que le faltaba mucho?

De pronto, el timbre de su casa sonó, y como si hubiera tenido un resorte en el culo, se levantó y corrió escaleras abajo a abrir la puerta.

-Vine lo más rápido que pude, mamá tenía una de estas llaves que abren todas las puertas, cuando éramos pequeños, mi hermano y yo nos encerrábamos siempre.

-Dame eso, estoy seguro que algo le pasó a Gerard.

Ambos subieron rápidamente las escaleras, y con el corazón en la mano, Michael Way insertó la llave en la puerta y logró abrir.

Lo que encontró detrás de la puerta hizo que su respiración se detuviera, y lo siguiente que supo es que estaba cayendo al suelo cual saco de papas.

Patrick, preocupado, entró en escena para ver lo que estaba pasando, sintiendo luego desesperación.

-¡Gerard! ¡GERARD!- trataba de mover a su amigo en el suelo. No obteniendo respuestas, lo movió hacia un lado para descubrir todo el brazo de su mejor amigo teñido de rojo. -¡Mierda, Gerard! ¡¿qué hiciste?!

El Hilo RojoWhere stories live. Discover now