capitulo 12

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Shinjuku.

Segunda capital del ejercitó demoniaco imperial japonés.

Se podían ver muchos soldados yendo de un lugar a otro.

Todos se estaban preparando para la guerra que decidiría el futuro de la humanidad.

Ordenes se gritaban de un lugar a otro.

Ninguno de los soldados desperdiciaba su tiempo, todos y cada uno tenía una tarea que debía de realizar.

Todo esto estaba siendo observado por un hombre de cabello negro corto.

Este es Kureto Hiiragi.

― ¡dense prisa!. ― dijo el a los muchos soldados que había por toda el are, su voz estaba llena de autoridad. ― si no terminamos esto hoy, no habrá mañana.

― ¡si, señor!. ― Todos los soldados respondieron con voz que resonó en el aire.

Kureto estaba  viendo todo muy serio, él estaba a punto de librar una batalla que marcaría la historia de la humanidad, si ganaba, seria recordado como un héroe, si perdía solo podría lamentarse en el infierno.

Estaba un poco irritado pues su hermano había venido por órdenes de su padre, para vigilarlo, claro que él lo encerró, luego de matar a los soldados que hacían de guardias para Seishiro Hiiragi.

Llegados a este punto, no le importaba tener que desobedecer las órdenes de su padre para poder cumplir con su objetivo.

― Teniente general, Kureto. ― una voz femenina llamo su atención, volteo a ver a la chica de cabello rubio atado en una coleta con un fleco en medio de su frente. ― las preparaciones para la partida están completas, podemos salir en cualquier momento.

Dijo ella con voz solemne. Él solo asintió.

― por favor diríjase al helicóptero. ― ella extendió su mano señalando el camino, por su forma de actuar y de dirigirse a Kureto, se podía decir que ella tenía una aterradora lealtad hacia él.

Kureto empezó a caminar hacia esa dirección.

― ¿cuál es la condición del sujeto?. ― pregunto casualmente mientras metía sus manos en sus bolsillos.

―inestable, señor. ― dijo ella antes de agregar. ― parece estar sufriendo mucho

Kureto pareció ignorar la última parte de lo que dijo la chica.

― incrementa la dosis de la droga, fuérzalo de nuevo a la sumisión. ― dijo sin detenerse y sin cambiar el tono de  su voz.

― Pero señor si hacemos eso podría morir.

― Si no resiste lo suficiente, la humanidad morirá de todos modos.

― retransmitirle sus órdenes de inmediato. ― dijo ella finalmente aceptando las órdenes de Kureto sin vacilación.

―oh… por cierto.― dijo él repentinamente atrayendo la atención de la chica rubia. ― ¿Qué sabemos del estado de Guren?

Pregunto él con despreocupación.

―según su último reporte solo, “todo está bien”.

― ¿”bien”?. ― dijo Kureto con sarcasmo―jajajajaa.

El soltó una pequeña risa.

― supongo que tendremos que creer en él.
Dijo antes de empezar a moverse hacia el helicóptero.
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Mientras tanto a las afueras del Ayuntamiento de Nagoya

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