Las manos de JungKook temblaban como hojas y la ansiedad lo estaba matando por dentro de esperar a San. Se sentó en uno de los bancos de madera que habían en la plaza, cerca de un farol y lo esperó. No sabía cómo lo haría, no sabía si iba a encontrar las palabras para describir lo que le estaba pasando. No sabía cómo decirle que quizás la relación se estaba derrumbando y él solamente lo sabía.
Mordió su labio inferior, porque quería llorar. Quería pero no era el momento ni el lugar, porque si lloraba diría todo y no quería hacerle daño por nada del mundo a San. Quería a San, lo quería demasiado pero solo eso. Y quizás esos nervios y los sonrojos que sentía cuándo lo veía a los ojos eran puramente cariño y timidez. Y eso le daba miedo, porque no quería ilusionar a alguien que no amaba realmente, no quería pintarle la vida de rosa cuándo no era así.
Miró a los lados y vió la figura sonriente de San, destruyendo la poca cordura que tenía guardada, no quería pero debía. Sus uñas estaban clavadas sobre la carne blanda de sus palmas pero no se percató de ello.
—Hey...— murmuró San sentándose a un lado del castaño dejando un beso sobre la mejilla del contrario.— Es algo tarde...
—Lo sé...— respondió JungKook y no supo cómo tomó el valor de formular una frase— Hay algo que debo decirte, San.
San entrelazó su mano con la de JungKook y por alguna razón pensó que sentiría el tirón del hilo, alguna punzada, algo que le indicaba que TaeHyung lo sentía pero no llegó y eso hizo que tragara saliva.
—Yo también quiero decirte algo, JungKook.— susurró el rubio y el nombrado mordió su mejilla interna.— ¿Puedo decirlo yo primero?
A este punto JungKook sintió que San ya se había dado cuenta de todo. Qué había notado que estaba demasiado raro, que no respondía sus llamadas ni sus mensajes. Qué no debía batallar en buscar las palabras para decirlo.
—... tendré mí propia tienda de pancakes.— dijo San y chilló emocionado cerrando sus ojos.— Siento haberte llenado de mensajes, seguro estabas lleno de trabajo y yo estaba estorbando mucho.
—N-no estorbas.— balbuceó JungKook y pestañeó varias veces ocultando la picazón de sus ojos para luego sonreírle lo más creíble posible al rubio.— Me parece genial la idea, yo... te felicito.
—Quiero que vengas conmigo, quiero que comencemos el negocio juntos.— murmuró San mirando al suelo y un sonrojo se hizo ver en sus mejillas.
—B-bueno yo...— quiso decir el castaño y San sintió vibrar su móvil en el bolsillo haciendo que JungKook exhalara todo el aire que tenía acumulado en su pecho desviando la mirada.— ¿Qué ocurre?
Aún no podía, aún no.
—Mi padre necesita que cuide a unos pacientes del hospital, soy voluntario algunas veces y le pedí que me llamara por si necesitaba ayuda.— respondió San y luego preguntó— ¿Qué es lo que me querías decir?
JungKook entreabrió sus labios y los cerró negando. No tenía el coraje de decirle, necesitaba tiempo. Necesitaba algo que le diera el envión para que le pudiese decir pero aún no era el momento.
—Nada.— dijo el castaño sonriendo— Ve, seguro tu padre te está esperando.
—Tienes razón, cuándo te acuerdes me avisas y nos vemos.— susurró San y besó la frente de JungKook— Te quiero. Adiós.
—Adiós.— murmuró JungKook y lo vió desaparecer de su campo de visión. Sus ojos comenzaron a picar y un sollozo salió de su boca pero lo tapó con la palma de su mano. Sus manos comenzaron a temblar impresionante rápido y su corazón rugía contra sus costillas, tomó temblorosamente su móvil y llamó a EunBi.
—JungKook...— dijo EunBi cuándo escuchó sollozar a su amigo— Estoy allí en cinco minutos, no te muevas de ahí.
—Debes decirle...
—¡No puedo!— exclamó el menor sentándose en el asiento delantero del coche de EunBi— ¡No sé cómo hacerlo! Necesito tiempo, y no sé cuánto. Me asusta, me asusta la manera en la que me mira, en la que me sonríe, no quiero quitarle la sonrisa, EunBi.
—¡Pero no tienes otra opción y si no lo haces, lo ilusionarás y eso es peor que no decirle que no puedes seguir a su lado, JungKook!.— exclamó EunBi bebiendo del café humeante que tenía entre sus manos.— Está en ti causarle más daño a San.
—Estas siendo cruel con tus palabras.— susurró JungKook apretando sus labios.
—No estoy siendo cruel, quiero que entiendas que San sigue creyendo que lo amas y está en ti seguir alimentando que lo siga haciendo, debes poner los pies sobre la tierra, JungKook.— EunBi puso una mano sobre la espalda del menor y la acarició.— Mírame.
JungKook alzó la mirada.
—No le hagas esto a San, dile lo que sientes.— concluyó la mayor y JungKook tragó saliva mientras se colocaba el cinturón de seguridad mirando hacía adelante.
En todo el camino JungKook debatió en su mente lo que le había dicho su mejor amiga y mordió su labio inferior apoyando su cabeza sobre la almohadilla del asiento del coche. Tenía que decirle, por más que San estuviese enamorado. Por más que San se viera enamorado de él, era peor ilusionarlo.
—Frena el auto, EunBi.
EunBi lo miró de reojo y al ver qué era el hospital su corazón dió un vuelco impresionante.
—¿Irás?
JungKook asintió y quitó el seguro del cinturón abriendo la puerta del auto. Miró a su amiga por unos segundos y el miedo pareció consumirlo por un momento, haciendo que avanzara pero luego retrocedió apretando sus labios.
—Gracias, EunBi.
—¿Por qué?
—Por ponerme los pies sobre la tierra.
EunBi le guiñó un ojo y JungKook rodó los suyos. Luego de que le pidiese que lo esperase en el estacionamiento, el menor caminó hacía el ala en donde trabajaba el papá de San y frenó en seco cuando sus ojos vieron a el rubio ofreciéndole agua a un anciano.
San lo miró y le sonrió.
—JungKook...
—Hay que hablar de nosotros.
¡Holass!
Se quedan con la intriga hasta mañana, perdón. xd
Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, se los quiere mucho.
Se despide Cami.
𝐒𝐎𝐅𝐓𝐋𝐘𝐎𝐎𝐍𝐆𝐒©
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𝗢𝗛! 𝗛𝗼𝗹𝘆 𝗛𝗲𝗮𝘃𝗲𝗻 ᵗᵃᵉᵏᵒᵒᵏ
FanfictionGanadora de los #TaeKookAwards2020 JungKook era el encargado de pasar a almas al cielo. Bueno, quizás ese término suene espeluznante pero no lo es desde la perspectiva del menor. Sin embargo, un día conoce a una de las almas llamado TaeHyung, un chi...