IV

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Camino sin destino fijo por la ciudad, aspirando el olor a lluvia que amenaza con descender dentro de poco. Un hombre esconde la cara entre sus brazos sentado sobre un cartón junto a la pared. No tiene dónde dormir, comer, o vivir de nuevo. No ve otra salida más que mantenerse en su esquina pidiendo dinero para poder llevarse comida a la boca.

Me acerco a él y coloco mi mano en su cabeza. Respira hondo y se seca las lágrimas antes de recoger sus escasas pertenencias e ir a buscar un sitio donde refugiarse de la lluvia. Sólo necesita que una persona se quede a su lado, que no se vuelvan a ir.

Retomo mi paseo observando el escaparate de una pequeña cafetería artesanal. Algo me dice que entre, y sin cuestionarlo mucho lo hago. Me siento en la mesa del fondo mirando por la ventana a la gente pasar. Todos están tan metidos en su propia burbuja que no ven el mundo alrededor de ellos.

La puerta de la cafetería se abre haciendo sonar la campana. Por ella entra Natalia, cargando una mochila en sus hombros. Pide un café en la barra y lo lleva a la mesa, sentándose frente a mí. Sus cejas se arrugan al mezclar el azúcar en el café, sumida en sus pensamientos. Una ligera melodía comienza a crearse en su cabeza por lo que saca una libreta y un bolígrafo para plasmar en ella su arte.

Su mano escribe con delicadeza en el papel, frenando al buscar las palabras exactas y acelerando al encontrarlas. Una vez satisfecha con el resultado, termina su bebida y deja unas monedas junto a ella. Con cuidado arranca la página y le da la vuelta escribiendo en la cara posterior. Recoge sus cosas y marcha, dejando tras ella la página. La cojo leyendo la nota escrita con su estilada caligrafía.

"Otras alas", para mi musa

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Abrumada por lo sucedido me tumbo en el colchón. Mi mente recrea las marcadas facciones que podría dibujar de memoria. No sé cuánto tiempo dedico a recrearme en Natalia antes de escuchar a María entrar. Comienza a contarme algo en voz alta pero se detiene en el marco de la puerta al verme.

"Hey, Albita. ¿Día difícil?" Me encojo de hombros y se acerca sentándose en el colchón.

"Cuéntame, anda." Cierro los ojos buscando la manera de explicar lo que me está ocurriendo. Ante la inminente falta de palabras se me cierra la garganta y se me escapan las lágrimas. María se tumba frente a mí, dejando mimos en mi espalda y tratando de calmarme. Me refugio en su cuello hasta que vuelvo a respirar con aparente normalidad.

"¿Mejor?" Asiento secándome los ojos con las mangas y dejando entrever una pequeña sonrisa de consolación. Su abrazo me hacer sentir a salvo, pero paulatinamente tiene menos efecto sobre mí.

"María... ¿tú crees en el descenso?"

"¿La gravedad dices? Porque yo me he comido tierra unas cuantas veces." Le golpeo el hombro de broma y ella responde con una de sus risas revitalizantes.

"No tonta, ya sabes... lo de ángeles que pasan a ser humanos. ¿Crees que pasa de verdad?" Se toma un segundo mirando al techo.

"No lo sé. Supongo que ocurre alguna vez, pero no entiendo por qué alguien como nosotras querría descender al mundo humano. ¿Lo preguntas por algo en especial?" Alejo mi mirada de la suya, tratando de enmascarar mi reacción. Tras pensar un poco decido sincerarme; a fin de cuentas María es la única que me puede ayudar.

"Hay alguien, Natalia se llama. No sé qué ocurre con ella pero algo pasa. Siento que, que algo nos une, no sé. Cuando estoy cerca de ella puedo sentirla, y aunque suene a tontería, creo que ella también me siente. ¿Tu... tú lo has sentido alguna vez?" Niega dejando caricias en mis mejillas.

"Cariño, eres consciente de que si pasas a su mundo no podrás verme, ¿verdad?" Se me encoge el corazón al pensar en pasar un mísero día sin ella. "Además, no está escrito cómo ni cuándo ocurren los descensos. Por mucho que quieras no va a ocurrir de la nada. Lo mejor es que dejes de pensar en ello y te centres en el trabajo, ¿vale?" Suspiro apenada y me recoge de nuevo entre sus brazos.

Somebody's wings - AlbaliaWhere stories live. Discover now