ғɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴏ
Se volvieron a encontrar de forma inusual.
San amaba intensamente a ese omega gruñon y posesivo. Y wooyoung adoraba con su alma a su alfa tierno, amoroso y a veces un poco pervertido.
Pero un día ocurrió algo que cambio la vida de ambos...
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4 AÑOS ANTES: ╰───── • ◆ • ─────╯
San, un alfa de 24 años recientemente se había mudado a seúl. Después de que salió de su nuevo trabajo, se le antojaron unas donas de chocolate con chispas de colores, el siempre las comía, así que paso a la primera pastelería que vio y fue en busca de ese delicioso postre.
Cuando entro a lugar el aroma dulce llego a sus fosas nasales, escaneo el lugar y sonrió al ver en la esquina un estante con donas, ahí estaban solamente dos de sus favoritas, se dijo que tenía suerte de haberlas encontrado, tomo un recipiente y las pinzas.
Justo cuando iba a tomar la primera dona, alguien más la tomo, San vio pasar ante sus ojos como se llevaban sus preciadas donas. No iba a dejar que se las quitaran ¡claro que no! se giro para poder enfrentar al ladrón de donas, pero no dijo nada.
Se quedo hipnotizado viendo a un chico rubio, más bajo que el. Era hermoso, quería morder sus mejillas, tenía un suéter rosa que le quedaba grande, eso también lo hacía ver adorable y su olor a chocolate y fresa le decía que era un omega.
Salió de su ensoñación cuando escucho la dulce voz.
— ¡Oye tú! ¿que tanto me ves? si me dices que te gusto mi respuesta es ¡NO! por ahora no quiero tener una relación y por favor ya deja de mirarme me pones nervioso.—el pequeño omega se cruzo de brazos viendo desafiante al alfa frente a él.
—No te estoy viendo a ti, no te creas tan importante. — el alfa por fin hablo, había mentido. Claro que no le diría que realmente lo estaba viendo. —Solo estaba viendo como robas mis donas. —el alfa estaba triste, realmente quería esas donas.
— ¿Robar tus donas?— El pequeño rubio levanto la bolsa en donde las llevaba. —No veo tu nombre escrito en ellas, así que no son tuyas. —giro su cuerpo y se dirigió a pagar.
Tonto alfa.
Antes de salir vio hacia donde estaba el alfa y se sintió un poquito mal, el peligris tenía un puchero en su boca mientras metía en una bolsa unas donas de vainilla, le pareció demasiado tierno, ese era un alfa extraño.
El pálido se dirigió a la caja a pagar sus donas de vainilla, se conformaría con eso, ya que el omega gruñón se llevo sus favoritas. Salió del lugar, se dirigía hacia su auto cuando sintió que jalaron de su saco, giro su rostro y grande fue su sorpresa al ver a cierto rubio.
—Toma, ya no las quiero. — el omega le extendió la bolsa de donas, tenía su rostro sonrojado viendo a otra dirección.
—No entiendo nada, si no te molesta me puedes explicar. — San se acerco al rubio. —Deberías de estar en tu casa comiéndote esas deliciosas donas, es muy peligroso que un omega este afuera a estas horas de la noche. —hablo divertido.
—Claro que me molesta dar explicaciones, solo toma las donas y ya. — contesto molesto. — ¡Y no soy un omega débil! me puedo cuidar solo. —San solo moría de ternura viendo las rabietas del pequeño rubio.
—Se que no eres débil y que puedes cuidarte, solo que a estas horas hay mucha gente loca en las calles. —tomo la bolsa de donas que le estaba dando el otro. —Toma estas, esto será como un intercambio. —dejo las donas de vainilla en las pequeñas manos del omega.
Ya no pudo resistir, así que tomo las mejillas del otro apretujándolas, amaba las cosas tiernas y el rubio era muy tierno y adorable.
— ¡ESTÚPIDO ALFA! ¿QUE TE CREES? ¡SUÉLTAME! —el omega lloriqueo y golpeo con su pie la rodilla del otro.
—Eso dolió, deja de ser tan salvaje. —hablo adolorido, el omega tenia demasiada fuerza a pesar de su tamaño.
—Me voy, ya no quiero seguir viendo tu horrible rostro. —el más pequeño se dirigió enojado a la parada de buses.
—Interesante. —San con una sonrisa en su rostro se dirigió a su auto, ese omega lo había sorprendido.
Creo que ahora quiero tener un omega gruñón.
Cuando estaba a punto de arrancar tocaron la ventana del auto. Y vaya sorpresa ahí estaba de nuevo el omega rubio, bajo la ventana y hablo.
—Cambiaste de opinión, ¿quieres de regreso tus donas? —
—No. Yo... emmm...perdí el autobús. ¡Y TODO FUE POR TU CULPA! si no me hubieras entretenido no lo hubiera perdido. —el rubio vio con ojos de cachorro al mayor. —¿Me llevarías a mi casa? Sé que no debería de confiar en un desconocido, pero se ve que tú no eres malo. — su rostro se encontraba sonrojado.
—Está bien, sube. —el alfa le sonrió.
Le esperaba un largo camino.
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