dó (2)

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Debido a la tormenta los vuelos quedaron paralizados y Hianta estaba histérica. Necesitaba llegar a tiempo a Dublín. Era veintiséis eso quería decir que aún tenía dos días para llegar a tiempo. Sin embargo no se podía confiar. Tenía que buscar una boutique cercana que le confeccionara un hermoso vestido y también tenía que reservar el restaurante. Tenía que hacer muchas cosas. Sin embargo aquel pensamiento la llevó a cometer una locura.

Le pago a un marinero para que la llevara hasta Dublín sobre el mar.

Para su mala suerte, la marea estaba muy agresiva y el marinero sugirió dejarla en la isla más cercana y que de ahí podía tomar un taxi o tren a Dublín.

Hinata aceptó a regañadientes.

Ahora se encontraba empapada de agua y muy enojada por su desdicha.

Observó el pequeño pueblo donde el marinero la había dejado y camino desde la playa hasta la barra más cercana.

El lugar parecía acogedor. Sin embargo no tenía mucho que llamara su atención. Solo un hombre alto y rubio que parecía ser el bartender, y algunos ancianos con narices rojas.

Ella se acercó a uno de los ancianos con la esperanza de encontrar ayuda.

–Disculpe, necesito llegar a Dublín podría decirme como puedo conseguir un taxi desde aquí.

El anciano de cabello blanco y nariz roja le sonrió indicándole con su dedo hacia la barra.

Hinata asintió agradecida y camino hasta allí. Se sentía muy incómoda con aquella ropa mojada. Tenía deseos de arrancársela y meterse en una bañera tibia.

–Disculpe, podría...

¡Madre mía! Las palabras quedaron suspendidas en el aire al observar a aquel magnífico hombre. Media más de un metro ochenta, y la complexión de su físico era... bueno no se podía comprar a la de Toneri. Este hombre si que tenía esa virilidad presente en cada extremidad de su cuerpo.

Hinata no pudo evitar comérselo con la mirada lentamente desde su abdomen hasta encontrarse con su duro y atractivo rostro. Tenía unos labios carnosos y rozados, y una nariz perfilada. Unas pequeñas marcas en sus mejillas que lo hacían lucir algo salvaje, y entonces se encontró con aquella penetrante y apasionada mirada...

La saco del hechizo al darse cuenta de que él la miraba con una ceja arqueada.

–¿Se te ha perdido algo bonita?

Hinata sacudió su cabeza para apartar las imágenes eroticas que había tenido hacía unos segundos.

–Si- e.. Bueno. Estoy buscando el número de un taxi.

Naruto tomó una tarjeta y se la tendió.

–Gracias.– Hinata la tomó rápidamente y se dio la vuelta avergonzada por sentirse tan expuesta. Aquel hombre no era nada que ella haya visto antes.

Intento utilizar su teléfono para marcar pero estaba sin baterías.

–Disculpe– volvió a llamar al bartender que la observaba detenidamente detrás de aquella barra.

Hinata tuvo la impresión de que el también hacía su propia inspección.

-Ti.. Tiene algún teléfono.

Él levantó la mano y apuntó hacia la pared.

Hinata asintió y camino hasta allí. Marco el número y rápidamente alguien contestó.

–Hola buenas, necesito un taxi lo antes posible que me lleve hasta Dublín.

Se quedó en silencio un momento tratando de entender lo que le decía aquel hombre.

–Que quiere decir con que no lleva a mujeres bajitas y de pelo oscuro, ¿como sabe...

Entonces escucho la risa de los hombres presente. Miró hacia la barra y aquel apuesto hombre de ojos azules la observaba con una amplia y maliciosa sonrisa en sus labios.

¡Le estaba tomando el Pelo!

Hinata se sintió molesta. Así que se acercó hasta la barra.

–¿Podrá llevarme o no?

–¿Hasta Dublín? No lo creo.

Tenía una voz muy potente y autoritaria que por unos segundos hizo que a Hinata le temblaran las piernas.

–¿Por que?– pregunto ella. – Podría pagarle muy bien.

Naruto se acercó hasta ella y colocó los brazos sobre la barra.

–Solo las personas sin corazón van hasta Dublín para escapar de su realidad.

–No logró entender...

–No la llevaré.

–Muy bien.

Se dio la vuelta molesta consigo misma por cómo su cuerpo se comportaba con aquel hombre bestia. Al parecer no tenía modales ni consideración.

Era muy tarde ya ,y ella estaba cansada y hambrienta. Lo mejor sería descansar y en la mañana buscar a alguien que si la
Pudiera llevar.

–¿Alguien sabe de algún hotel en el área? –pregunto con voz fuerte para que todos
Pudieran escucharla.

Miró al hombre detrás de la barra que le sonreía nuevamente.

–Claro... este es el hotel.

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–El baño está al final del pasillo. Si necesitas toallas puedes tomarlas del
Armario. Y aquí está tu habitación.

Hinata observó la pequeña y acogedora habitación. No era una de lujo de un hotel cinco estrellas, pero era algo. Su prioridad era descansar y poder cargar su teléfono. Y también tenía hambre.

–¿Sirven algo de comer?

–La cocina esta cerrada– contesto el mientras acomodaba la maleta en una esquina.

–¿Cual es su nombre?– pregunto Hinata algo incómoda por no saberlo.– El mío es Hinata Hyuga.

–Naruto.– respondió cortante.

–Naruto, ¿no es tradición de su gente la hospitalidad con los extranjeros? De verdad necesito comer algo.

Naruto soltó un suspiro.

–Veré si encuentro algo.

Diciendo esto se marchó.

Era la mujer más chocante y presumida que hubiese conocido nunca. Parecía imposible que una mujer pudiera sacarlo de quicio con tan sólo unos minutos de haberla conocido. Nunca le había pegado a una mujer pero esa le daban deseos de estrangularla.

Sin embargo, se odiaba por su naturaleza hombre. Era  también la mujer más hermosa y sensual que hubiese visto en su vida. Tenía toda esa melena negra suelta cayéndole por su espalda, y con toda aquella ropa húmeda pegada a su cuerpo, Naruto pudo notar sus hermosas curvas, y sus pechos, ¡Dios! esos pechos que se veían tan perfectos. Se había sentido tan excitado que necesitaba recorrer a la hostilidad para mantenerse sereno.

Había pasado tanto desde que una mujer le hubiese atraído. De hecho le sorprendía que hubiese sido ella. No tenía ni por sombra una pizca de humildad, y al parecer era una princesita de cuna que se creía la reina del mundo.

Naruto cruzó la cocina y comenzó a prepararle un emparedado. Se vio tentado a echar una pizca de veneno. La mujer tenía un alboroto terrible en la habitación de arriba y por cómo se escuchaba no era nada bueno.

*

*

*

Continuará...

Año BisiestoWhere stories live. Discover now