cúig (5)

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Maldito el momento en el que había tocado sus labios. No podía sacarse de la cabeza el dulce sabor de su boca. La necesidad de su cuerpo por tenerla bajo sus brazos y hacerla suya sobre aquella mesa.

No.

No podía pensar más en ella. Ella no le pertenecía, y jamás sería suya.

Se puso de pie y se percató que el frío suelo estaba aún mojado. Maldita sea. Haría lo que fuera por permanecer en esa ducha. Si se aproximaba a ella no sería capaz de controlarse.

Abrió la cortina y se percató de que Hinata se tapaba rápidamente con la sábanas.

–¡¿Que pasa?!– gritó Hinata al verlo.

Ya era suficiente con imaginárselo. No necesitaba verlo sin camisa. Aquel beso la había dejado con una seria de imágenes eroticas en su cabeza, y no había hecho otra cosa que pensar en el, en su tacto, en sus besos...

Ahora estaba ante ella mostrando parte de su cuerpo. Era ancho y de músculos marcados. Era una vista hermosa y apetecible.

–La ducha esta mojada. Por favor...– lo escucho decir. No podía ser tan egoísta, ella no quería ni imaginarse lo incómodo que sería dormir en la ducha. Sabía que no era buena idea, pero no le quedó de otra que acceder.

–Está bien, pero lejos de mi.

Naruto saltó sobre la cama y se acomodó a su lado. Claro que trataría de estar lo más lejos posible de ella.

Pero... ¿podría?

Su cuerpo sintió el leve toque de su brazo y se le calentó hasta el alma. Se dio la vuelta con cierta brusquedad y cerró los ojos haciendo un gran esfuerzo para alejar los pensamientos que se iban acumulando en su cabeza.

Hinata no podía dejar de sudar. No lograba entender porque su cuerpo había subido tanto de temperatura. Lo único que sabía era que no podía dejar desear su contacto... quería sentirse estrechada entre sus brazos y sumergida en esos besos.

En ese momento se dio la vuelta y se encontró con que Naruto la observaba con aquellos ojos tan azules como el mar.

Cada fibra de su cuerpo vibró ante la intensidad de su mirada.

Naruto levantó su mano y aunque sabía que una pequeña voz le decía no hacerlo, rozo su mejillas. Estaba... cálida y suave.

Sin poder evitarlo la tomó por su nuca y la arrastró hacia sus labios. El beso fue profundo y salvaje. Dando paso a una desenfrenada pasión que se podía palpar en el aire.

Hinata se sentó a horcajadas sobre él y ambos se sumergieron en la vieja danza de la pasión. Desahaciendose de sus ropas, olvidándose del presente, del ayer y del mañana. Solo existía ella y él... ambos encerrados en aquella pequeña habitación, saciando el más profundo y oculto de sus deseos.

Naruto comenzó a quitarle la ropa con desespero, no podía esperar para sentir el contacto de su piel junto a la suya.

Hinata se dejo llevar por el mar de sensaciones que sentía recorrer por todo su cuerpo. Entonces en esos momento se dio cuenta de lo que estaba haciendo. No estaba bien, una pequeña voz en su cabeza le abvertia que tenía que parar, ¿pero como? Aquellas sensaciones que estaba experimentando, jamás las había sentido con nadie.

Naruto se alejo unos momentos y se perdió en aquellos ojos color perla que lo miraban como una mezcla de deseo y desasosiego.

–Naruto– susurro apenas audible.

– Shuss– le dijo mientras ponía un dedo sobre sus labios.– Déjame hacerte mía... solo por esta noche.

En la oscuridad de aquella noche lluviosa, y por primera vez en su vida. Hinata se aferro a esa promesa.

Año BisiestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora