C A P Í T U L O 35 (II)

177 30 8
                                    

  —¿Qué es lo que sabía Sophie de tí que tanto miedo te daba dejarla? —tras formularle la pregunta el ambiente que se respiraba y que nos envolvía se tornó silencioso y realmente incómodo.

  —No eso no. —exclamó con necedad.

  —¡Me dijiste que cualquier cosa que quisiese saber! —exclamé haciendo pucheros mientras ponía cara de cordero degollado.

  —¡Es no, Eden! ¡Basta, joder! No quiero hablar de esa mierda. —sus gritos consiguieron que el vello de mi piel se pusiera de punta.

  Me retiré de su lado intentando bajo todas mis fuerzas mantenerme a flote, todavía temía por el vendaje, pero sabiendo que la bolsa que Justin había traído consigo me la protegería, me dejaba más tranquila, no obstante aquello podría haber sido la excusa perfecta para salir de allí.

  Me miró, suspiró, puso los ojos en blanco y abrió sus brazos de nuevo.

  —Ven aquí si no quieres hundirte, venga —nadé hasta él y pude apoyar las plantas de mis pies sobre sus musculosos muslos. —. Siento haberte gritado. —me susurró.

  —¿Por qué sigues con tu padre sabiendo que él permitió que le hicieran algo así a tu madre? —le pregunté.

  —Todavía no te he contado la historia entera, ten paciencia, la acabarás sabiendo, pero ahora no es el momento, Eden, no te metas. Con respecto a tu pregunta, pienso trabajar con él y labrarme un futuro de su mano, me entrenaré con el mejor hasta que consiga ser igual de bueno o mejor que él y conseguiré mandar a Nicole a la cárcel y si hace falta a mi padre también, son unos asesinos, ellos se merecen estar entre rejas, es lo que hay. —me contestó.

  Aquello no eran, para nada, las expectativas que yo me esperaba que me contestase al respecto, en resumidas cuentas, no era lo que quería escuchar de él, yo esperaba mucho, mucho más allá de lo simple. Si conseguía el éxito debido al enchufe y no por su capacidad, eso daría una muy mala imagen de un muy buen chico.

  Yo sabía lo que quería, pero claro que no le iba a imponer nada de lo que se me antojara, podría darle consejos si me los pudiera aceptar, pero es demasiado testarudo para acatarlos, así que no iba a testificar en vano, me negaba, sería una pérdida de tiempo gastar saliva. No obstante, Justin tenía un muy gran futuro por delante, si él quisiese. 

  No me gustó pensar en que Justin fuera reconocido por propio enchufe de su padre, a mí me hubiera gustado ver a un Justin más independiente, con las ganas de vivir de su propio valor y no del valor de su enemigo. Me habría escuchado ver la emoción por ser persistente por buscarse labrar su propio futuro por su propia cuenta, sin depender de nadie, con un ejemplo a seguir, pero un ejemplo que no sea fácil, un ejemplo al que tengas que rogarle, no a un ejemplo al que te lo dé todo hecho y con gusto, porque solo de las reprimendas se acaba aprendiendo de verdad. Quería que Justin consiguiese su propósito pero por él mismo, por su propia voluntad.

  Claro que quería que metiesen a la cárcel tanto a Nicole como a su propio padre, aunque suene desalmado, pero eso era lo que quería él y entonces podía entender perfectamente el porqué. El rencor y la venganza no es una salida, pero aquella vez, era la necesaria, entendía la razón de querer vengar aquel acto que tanto le había marcado, yo le iba a apoyar si eso era lo que necesitaba, mi placer no era ponerle un obstáculo tras otro, era ayudarle, no quería que se viera más atormentado de lo que ya estaba, no quería darle una razón más para ansiar su muerte, jamás me lo podría perdonar, yo le estaba empezando a querer, le estaba empezando a entender y le estaba intentando comenzar a ayudar, aquel solo era el principio de todo.

  No soportaba la idea de que mi Justin "mal Eden, ya lo estás poseyendo cuando ni siquiera es tuyo", me reprimió mi subconsciente, fuera reconocido como "el hijo de Covey" o todavía peor, "el hijo de Covey, el cual permitió que mataran a su mujer", el tendría que cargar con todos y cada uno de aquellos malignos comentarios, que para nada le definían, él no era como su padre, y eso yo lo sabía.

  Su problema era aparentar ser un chico de lo más imponente, malvado y no sé qué cosas más, pero todo era cuestión de tiempo y confianza, la confianza no se da, se gana y eso era lo que yo quería.

  Temía decírselo y que se pusiera como loco, supe que si se lo decía tendería a rebatírmelo y no quería volver a entrar en un bucle vicioso en el que ninguno de los dos opinábamos de la misma manera, obviaba su parte, ya sabía lo que me respondería. No podría soportar el hecho de que mis palabras fueran malinterpretadas por él, y mucho menos que le pudiesen llegar a hacer daño.

 Las compañías tampoco le ayudaban y eso era algo de lo que yo estaba muy segura, su manera de actuar, su forma de perder los papeles, de introducirse en las drogas, eso nunca sale de uno mismo, eso siempre se lo inculcan terceras personas... pero claro, nadie era yo para decirle con quién y con quién no. 

  Él merecía otro futuro y no en el que todos le recriminasen ser el que se aprovechó de las enseñanzas de su padre para después enviarlo a la cárcel. Le propondré varias ideas, siempre puede tomarlas o dejarlas, para aprender a masticar, no te pueden dar la comida triturada.

  La curiosidad se apoderó de mis sentidos.

  —Quiero conocer a tu padre. —dije estoicamente.

  —Ah, no no no. Eso no entraba dentro de los planes. —dijo mientras se negaba con la cabeza.

  —Lo planeado siempre sale mal. —le sonreí pícaramente.

  —Solo tú consigues que ceda en estas cosas —suspiró, mi sonrisa se hizo todavía más amplia. —. Sucederá pronto, si eso es lo que quieres, estoy aquí para complacerte. 

  Mi subconsciente podía salir saltando y danzando de mi cabeza, mi mente estaba alocada, ¡lo iba a conocer! 

  Se acercó lentamente, mientras yo me quedaba expectante, ansiando las ganas por sentir sus labios de nuevo sobre los míos y en cuanto terminé de pensarlo, sucedió, sus labios mojados se pusieron sobre los míos y su lengua pudo abrirse paso buscando a la mía, la cual, también fue en su busca.

  Me tumbó sobre el césped de aquella zona y me quitó la ropa interior con agileza y retiré mis perversos pensamientos de la razón por la cual lo hacía con tanta destreza.

 Acabamos tumbados el uno junto al otro, con las manos en el abdomen y relajando nuestras agitadas respiraciones mientras encontrábamos un compás definido, se levantó, se vistió y me obligué a hacer lo mismo.

  —Vayamos a cenar —acepté su propuesta y nos adentramos de nuevo entre tanta profunda flora relajante. —. Quiero enseñarte lo que había preparado.

ÉL - Un Verano En California  [US #1#]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora