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Steve era un florista amable, guapo y demasiado distraído, tanto para no darse cuenta que sierto castaño de barba siempre iba a las 12:00 de la tarde ni un minuto más ni menos para verlo y "buscar" flores para sus conquistas. Eso el lo avia dejado atrás desde que lo vio, esas gemas azuladas, esa sonrisa única y que te hace sentir en casa.
Definitivamente Anthony Starck estaba enamorado.
-Buenas tardes Tony--saludo Steve mientras acomodaba un ramo--En que te puedo servir? .
El sabía que siempre a esa hora iba el castaño y le gustaba, le gustaba verlo.
-Am, yo..... Steve--trato de hablar el castaño pero esta vez Steve le interrumpio.
-No digas nada, Tony se porque estas aqui--dijo recargando se en su escritorio viendo fijamente al castaño. -Ah..., si?--dijo sorprendido. -Si y quería decirte, que también siento lo mismo--dijo asercandose a él. -Pe... Pero como? Yo--estaban a sentimetros de su rostro. -No digas nada, solo bésame --el castaño atacó los labios del rubio con mucho deseo.
-Steve, Steve!, STEVE!!! --unos gritos lo sacaron de su ensoñación. -Em, si en que puedo ayudarte? Tony--genial otra vez estaba a vergonsado por aver imagino lo mismo cundo lo tiene en frente.
-Vine por el arreglo de rosas blancas, de la vez pasada--dijo extendiendo le el dinero.
-Oh, sierto--agarro las rosas de un florero y se las extendió--Aquí tienes.
-Gracias--se dirigió a la puerta del local para irse pero antes vio de nuevo al rubio--Ah y Steve llámame --le señaló con la mirada el papelito con su número y le dedico una sonrisa que fue de vuelta.
-Diablos--dijo al sentir incómodo sus pantalones -- hay no, otra vez....
Y el rubio se dirigió al baño sin antes encargarle la tiendo a su socio y amigo Bucky.
