Tempestad

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Si me dices que de Camilo, ¿la has escuchado?
Sonaba esa canción cuando mi fuerza fue vencida, no pude resistir más,
Llegaron pensamientos uno tras otro, recuerdos, jodidos recuerdos una y otra vez... bueno, en fin, lo de siempre.

Imagine ese , como si fuese mío, un , un ¡ahora!
Sorprendentemente esta vez no fue mucho el tiempo que mi mente fluctuó en tus recuerdos
Como una piedra que es arrojada a dos mil pies de altura, así caí, a gran velocidad.

Ya con los pies en la tierra y el corazón en el suelo siento las lagrimas asomando y queriendo salir sin que me dé cuenta
pero las delata mi corazón que late apresurado y angustiado porque siente que está perdiendo la batalla.

Una batalla que lo tiene cansado, han sido muchas las bajas, muchas las tristezas, muchos los momentos de impotencia de querer salir, de querer gritar.

Hoy me preguntaron ¿hasta cuándo aguantarás? Y ¿sabes qué?
No supe responder, este corazón culpable no lo sabe, no sabe siquiera de lo que es capaz,  solo sabe que ama con locura y que cambiaría los momentos que le hicieron felíz si eso devuelve la alegría a tu corazón.

Ya no sé qué me duele más, si la idea de pensar que no me quiere y que cada NO es un metro más a la distancia que pone entre los dos o ver que me ignora, que no le nace preguntarme si estoy bien.
Saber que pasan dos, tres días, incluso una semana sin ver lo que tímidamente le escribo.

En realidad me duele, me duele el pecho, lo siento inflamado, siento pequeñas arritmias que pisan a fondo y de la nada un freno sin más.

Un aeropuerto con pista libre para la llegada de inseguridades y miedos, en eso se ha convertido mi mente, y mi corazón en un baúl lleno de recuerdos.... posibles , quizás un tal vez, recubiertos de mis mil errores.

No sé si aún tenga sentido lo que escribo
Me pregunto si alguna vez piensas en mí, me lo pregunto, créeme me lo pregunto.

Son las 2 am, y estoy aquí, tratando de sacar la presión de mi pecho, solo así podré levantarme mañana con el mejor ánimo, para verte a la cara, preguntarte si estas bien y ofrecerte algo de comer.

Así empiezan mis noches, así acaban mis mañanas.

Memorias de dos corazones valientesWhere stories live. Discover now