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Changbin suspiró profundamente, mirando al pequeño dormir, comparando su tamaño con el de su mano y se moría de ternura al ver lo pequeño que era.

Pero, bien sea aclarado, estaba aterrado. Felix estaba disminuyendo muy lentamente su altura y, como si fuera poco, apenas si tenía tiempo para cuidarlo y se notaba la tristeza que sentía el pequeñín. Le rompía el corazón verlo así. Tan herido. Él debía hacer algo por el bien de su pequeño, y rápido.

Felix se removió y abrió los ojitos lentamente, sintiendo como acariciaban su cabeza con suavidad, con cuidado.  Levantó una de sus manos para tocar el dedo de Changbin, mas este ni se movió. Felix elevó la mirada, hallando al mayor profundamente dormido. Una sonrisa se formó en su rostro, Changbin era el hombre más hermoso que él había visto nunca y este lo cuidaba con muchísimo esmero. Se sentía muy agradecido.

Con su mano tomó el dedo de Changbin y lo alejó, parándose en la almohada. Estiró sus extremidades mientras bostezaba, pensando en lo que haría ese día. No tenía mucho pendiente, solo lavar su "ropa" y limpiar los lugares donde Changbin no llegaba. Le encantaba sentirse útil para el mayor, sentir que no era sólo una carga más.

Suspiró profundamente y, antes de bajarse de la cama, se acercó a Changbin evitando despertarlo para luego, tímidamente, darle un beso en la frente.
Le gustaba mimar a su mayor cuando este dormía.

Caminó hasta al baño y se subió al lavamanos con ayuda de una escalera improvisada con palos e hilos.
Lavó su rostro y cuerpo velozmente, queriendo desayunar y comenzar a limpiar la casa lo más rápido posible. Quería que Changbin viera lo mucho que se esforzaba antes de que este fuese a trabajar, al menos así el mayor no iba a pensar que terminaría destrozando su casa. De nuevo.

Ya en la cocina, con su desayuno ya tomado, tomó un trapo de su tamaño y comenzó a refregar todo lo que viese mínimamente sucio. La cocina debía estar impecable. Se subió con mucho esfuerzo a una de las estanterías de frascos y comenzó a pulir estos con sumo cuidado. Tanto empeño puso en su labor, que no notó cuando una sombra lo tapó por completo.

-¿Tan temprano y trabajando, bebé?- Oyó atrás suyo y,  sin querer, se sobresaltó golpeando su cabecita contra el otro estante. Changbin rió enternecido tomándolo con sus manos y, cuidadosamente, acarició su cabeza mientras lo paraba en la mesa de la cocina.

-Me asustaste, Binnie- Gruñó el pequeño, controlando las ganas de lloriquear por el dolor.
Changbin sonrió y besó su cabeza, antes de apoyarse contra la pared.
Felix se sonrojó suavemente, mirándolo de reojo -¿Hoy no trabajas?- Cuestionó.

-No, pero hoy haremos algo muy interesante los dos- Respondió Changbin, engrosando su voz. Felix no pudo evitar malpensar y rió nerviosamente, rascando su nuca- Hoy iremos a ver a la anciana que te ha hecho esto y veremos como solucionarlo-

Felix levantó la cabeza totalmente inexpresivo, mas al ver la seriedad de Changbin su rostro se desfiguró en pánico. Changbin no supo en qué momento en pequeño desapareció de su vista.

-¡Felix!- Lo llamó mientras caminaba cuarto por cuarto. Bien, quizás había supuesto mal la reacción del pequeño ante la decisión que había tomado pero, joder, ¿Acaso no quería estar mejor?

Entró a su cuarto tal topadora para encontrarlo hecho una bolita entre las sábanas. Bien, se sentía culpable.
Se sentó al lado de su pequeño en silencio, tanteando con su mano sobre la cama.

-Esa mujer me odia, si me llega a ver...- La voz de Felix sonaba apagada, atemorizada, y con razón. Esa anciana había acabado con su vida, lo había condenado y aún peor, él había sufrido las mil y unas por culpa de lo que sea que ella había hecho.

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⏰ Última actualización: May 28, 2020 ⏰

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Cuidando a un Mini Felix (Changlix) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora