Capítulo 19: He venido por ti

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Mediodía en la ciudad, final de la gélida temporada, las flores empezaban a bullir por nuevamente salir en todas las macetas del boulevard. El olor a pan caliente y café seguía en la esquina, a pesar de que ya casi sería la hora de almorzar. Después de su regreso, Ángela estuvo llena de trabajo y compromisos consulares con su marido. Había regresado para verla por todas las responsabilidades que tenía, la seguía viendo como su pequeña hermana, y quería ayudarla con todo lo que necesitara, sentía que la había dejado de lado. Iba caminando por la peatonal bajo el sol tenue de invierno, extrañaba el calor de su hogar temporal en Oriente y sentía que su bronceado se desvanecía poco a poco, no hay caso, pensó. Los hombres se volteaban a verla, la temperatura no subía de los 18 grados y ella lucía un vestido estampado y sandalias, seguía siendo invierno. Se ajustó sus gafas de sol, y su totebag de diseñador al hombro, cruzó la calle chocando con el chico del diario al pisar la vereda. Él miraba intensamente a cada hombre que giraba al verla pasar, como si él no existiera, pasando una mano por su pequeña cadera, abrió la puerta del local.

- ¡He vuelto, baby!- Ángela entró como una exhalación buscando a su amiga con la mirada, empujando a Leo hacia adentro.

- ¡Hola, Angela!- Andrea levantó la cabeza del monitor y le sonrió, saludando a ambos.

- ¿Dónde está la gordita?- dijo confundida. Caminaba por todo el lugar, abriendo cada puerta en el taller.

- Pues se ha tomado el día de hoy, se ha estado sintiendo mal los últimos días- Andrea se levantó de la recepción y les sirvió té de jazmín para Leo y un agua con gas y limón a ella.

- ¿Cómo mal? ¿Qué tiene?- se levantó del sillón en el que se había sentado junto a Leo.

- Oh, nada grave, supongo que falta de creatividad por cansancio acumulado- Andrea la tranquilizó con una sonrisa, le actualizó sobre los cinco eventos planeados y, el más grande de ellos, lo llevaba a cabo Natividad únicamente.

- ¿Sabes si está en su casa? Me huele a que tiene que ver con la ausencia de tu hermano- dijo suspicaz, fijando la mirada en su bebida. Ángela lo sabía, él le rompería el corazón tarde o temprano, si ya no lo había hecho, a su amiga y se lo advirtió en su boda.

- Puede ser, no lo tengo muy claro. No me dio mayor detalle de lo que haría hoy. Tampoco logré conversar con Paul aún- se encogió de hombros.

- Ya te daré actualización- dejó su taza sobre la recepción y se despidió de la hermana de Paul, tomando a Leo de la mano. Estaría atenta, algo le decía que su amiga estaría metida en algo extraño.

El viejo continente

Paul tomó el teléfono y marcó el número de su reciente secretaria.

- Necesito que me comuniques con el asesor del mercado bursátil, gracias.

- Señor, tiene una llamada desde Italia.

- ¿Italia?- dijo extrañado.

- Sí, señor. El asistente de la señora Smith está al teléfono.

Paul se frotó la sien y tomó un sorbo del licor ámbar en su vaso.

- ¿Señor?

- Pásame el llamado, por favor.

Sharon... Ésta llamada pudo haber sido un mail...

El club.

Por las buenas, soy buena, por las malas lo dudo... Puedo perder el alma por tu desamor pero no la razón...


- ¡Otro tequila!- le dijo con un guiño al bartender, mientras agarraba el micrófono con su mano izquierda y bajaba su falda con la otra.

- ¡Señorita...!

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