Capítulo 4- De paseo por el Paseo de Gracia

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El agua templada bañaba mi cuerpo del cansancio y el sudor de las ocho horas en tren, miéntras que Héctor tocaba la puerta del baño sin descanso, como si fuera un niño chiquito buscando a su mamá.

Aproveché el tiempo para huir al baño cuando él subía por el elevador. Le dejé abierta la puerta de casa y corrí a esconderme dentro de la ducha para que no me viera con el pelo de náufrago y una cara de cansancio de madre soltera con seis hijos.

—Besitos, te vi en tu cumpleaños acabadita de levantar, con una cruda de ostión, las ojeras por los labios y el pelo como si te hubiera explotado el boiler de gas —me reclamó en el teléfono porque me negaba a verlo en esas condiciones— ¡y estabas hermosisisma! Estoy seguro que así como estas hoy podrías salir a una fiesta de la alta alcurnia, pero así tal cual, sin cambiarte y sin pasarte un cepillo.

Era difícil para mí creer sus palabras cuando en el cuarto de Jackie lo que sobraban eran espejos. Cada vez que pasaba cerca de uno, deseaba haber sido mordida por un vampiro para que mi reflejo dejara de agobiarme la existencia.

—Besitos, ya casisito acabo. Me estoy lavando las orejitas para escuchar bien tus apalabres —le grité mientras terminaba de enjuagar el jabón que limpiaba mi cuerpo.

—¿Puedo entrar? Déjame ayudarte, Besitos. Así acabas mas rápido —me contestó el muy listo regalándome la primera carcajada del día— ¡ándale! ¿Qué te cuesta? —me rogaba sin parar de darle pequeños golpecitos a la puerta de madera.

Héctor cayó sobre mí en un ataque de besos tiernos que llenó toda mi cara, justo en el momento en que abrí la puerta. Me sentía como niño preadolescente huyendo de los besos de su madre, pero no podía pararlo pues mis manos estaban ocupadas tratando de detener la toalla que envolvía mi cuerpo desnudo.

—Estas más guapa que nunca —me dijo con sus dos manos sosteniendo con intensidad mis cachetes y barriendo mi cuerpo con su par de ojos cafés.

—¡Eres un exagerado, Besitos! —le contesté tratando de evitar sus ojos y de escaparme de sus caricias— también tengo ojos ¿sabías? y puedo ver muy bien que un perrito de la calle se ve mucho más coqueto que yo en estos momentos.

No era una de esas líneas que dice la gente tirándose al suelo para ser levantada, en verdad llevaba mas de quince días llorando. Ya me había aburrido de mi misma y de mí llanto espontáneo cada vez que una mosca alzaba el vuelo. Mis amigas también estaban aburridas de mí y hasta podría asegurar que trataban de evitarme. No las juzgo, daba una total flojera estar cerca de mí. Más aún cuando pasaba cerca de alguna pareja enamorada o algún anuncio de algo francés. En fin que no podía ver un croissant sin que se mojaran mis cachetes.

Tanto mis ojos, como mi nariz, estaban tan colorados e hinchados que fácilmente podría haberle ayudado a Santa Claus a jalar de su trineo y guiarse con mi roja naricita.

—Daría mi reino de aguacates para prestarte mis ojos y que te vieras realmente como eres, Besitos, aunque fuera solo por seis minutos. Eres preciosa. ¡Entiéndelo! Aunque pensándolo bien podría ser peligroso que te enamoraras de ti misma, y no por lo que le pasó al pobre Narciso, sino porque ya no te quedaría espacio para enamorarte de mí.

No era que necesitara ser rescatada cual princesa encerrada en una torre, pero ese muchachito en verdad sabía como hacerme el día con un par de palabritas, por eso siempre le mencionaba lo del "apalabre," que básicamente quiere decir que te marean con palabras que normalmente no son ciertas o son bastante exageradas.

Aunque en este caso, me parecía que tenía razón. A mí también me hubiera gustado tener sus ojos para verme así tan agraciada por la belleza femenina, pero la verdad era Fréderic me había nublado la vista. Había puesto sobre mis ojos un velo gris que al parecer me reflejaba en el espejo lo que sentía en mi corazón. Mi pelo se veía apagado al igual que mi mirada. Los bordes de mis ojos se derretían cual reloj blando de Dalí, expresando una clara melancolía, la cual era el mero producto de un corazón sin ganas suficientes para latir.

Seis Meses ❤ Ganadora Wattys 2015 ❤Where stories live. Discover now