CAPÍTULO 5

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 Día 31 de octubre.  

 No me podía creer que el tiempo hubiera pasado tan rápido. Ese era el día, mi última oportunidad para perder la vergüenza.

 Antes de irme mis padres me dijeron:

 - Pero ¿vas a salir así? Le falta purpurina para ser un buen disfraz. Mira que te enfriarás, coge al menos una chaqueta. Y anda con cuidado que la gente de esta ciudad está muy loca, eh.

 - Que sí, que no os preocupéis que voy con Manu y Sam. Que me cuidan ellos.

 - A las 12 en casa.

- Sí -. contesté poniendo los ojos en blanco y saliendo por la puerta.

 Salí de mi casa vestido con un mono rojo y una careta de La Casa de Papel y me fui a casa de Sam que era donde habíamos quedado. Iba tan feliz por la calle cuando de repente oí un sonido peculiar que no me cuadraba demasiado.

Sonaba como un enjambre de avispas. Pero era imposible que fueran avispas porque ya era de noche y esos insectos nunca salían cuando estaba oscuro.

Busqué la causa del sonido y vi un pequeño dron que reconocí en seguida. Era un pequeño aparato blanco que mi padre, Tulio, usaba para entretenerse cuando en la tele no echaban nada bueno. Sin embargo que lo hubiera sacado entonces solo podía significar una cosa: mis padres me estaban siguiendo.

Por el momento opté por seguir mi camino a casa de Sam. Ya pensaría en una solución más adelante.

Cuando llegué Manu ya estaba allí hablando con un chaval que no conocía.

- Rick, este es mi primo José. - dijo Sam -. Se vendrá con nosotros a cenar.

- Hola. - saludé.

 Entonces me fijé en el disfraz que llevaban Sam y su primo. No llevaban un mono rojo sino azul y sus caretas no eran de La Casa de Papel sino de Vendetta.

 - Sam, ¿estás seguro de que has visto La Casa de Papel?

 - Claro. Lo que pasa es que mi madre me prohibió gastarme dinero en el disfraz. Los monos son del taller de mi padre y las máscaras las tenía José en su casa.

 - Entiendo... Y ¿habría algún problema en que uno de los dos me prestase el disfraz?

 - ¿Qué planeas Rick? - preguntó Manu.

 - Veréis. Mis padres han sacado un dron a pasear para seguirme. Si nos intercambiamos los disfraces y nos separamos yo podré ir a declararme y vosotros podréis distraer a mis padres.

 - Pues vale. Yo te dejo mi disfraz, te vas con mi primo y yo iré con Manu. - dijo José.

 Después de habernos cambiado el disfraz y salir de la casa, Sam y yo nos dirigimos a donde estaban nuestras compañeras de clase. Al igual que nosotros siempre quedaban en el mismo sitio por lo que era fácil encontrarlas.

 - Tío, no puedo hacerlo - dije muy asustado –. Va a reconocer mi voz

- Pues no hables. Tengo un plan. Tu sígueme el rollo.

 Por suerte solo estaban Alba y otras dos chicas de nuestra clase porque llega a haber más gente y estoy bastante seguro de que o bien llamaban a la policía o nos pegaban una paliza ellas mismas por acosadores.

 Sam se acercó a ellas muy seguro y yo le seguí. Ellas pararon de hablar cuando nos paramos a su lado.

 - ¿Hola? ¿Os pasa algo? - dijo una de las amigas de Alba rompiendo el silencio.

 Sam hizo un gesto hacia mí para que hiciese algo y yo que no sabía que hacer formé un corazón con las manos. Eso hizo que se riesen con nerviosismo.

 - Em... No, no te queremos. Lo siento. - dijo la otra amiga de Alba.

 Entonces, ya desesperado abrí los brazos como preguntando "¿un abrazo?". Entonces Alba intervino y dijo:

 - Venga, va. Te lo doy.

 Y me abrazó y fue genial y fantástico y maravilloso y no hay adjetivos para describirlo. Entonces Sam, que estaba al otro lado de cara a mi me hizo un gesto que decía "diselo que Manu y José deben de estar ya en el restaurante y tengo hambre".

 - I love you. - susurré en el oído de mi crush.

No me lo podía creer, lo había conseguido, lo había hecho, me había declarado al fin.

¿No es el lugar ni el momento ideal? Pues no.

¿Ella no tiene ni pajolera idea de quien soy? Tampoco.

Pero para mí fue perfecto.

Y dicho esto me aparté de ella para no volver a verla nunca más.

Así empezó todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora