El Jardín

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El joven apuesto, se encontraba justo a la izquierda de la bella Afrodita; la observó a través de sus ojos; las manos de aquel joven se extendieron y rosaron con gran suavidad su rostro delicado.

-Mis latidos..- Pensó Afrodita

-Eres la chica más hermosa, ven conmigo, te llevo a caballo. - Se ofreció el joven.

Pero ella sintiose dudosa, no conocía sobre este joven, de dónde habia salido. Sin embargo su presencia le inspiraba algo, una mezcla de paz y de confianza.

Afrodita dio un paso más, y no dudó en bajar por la ventana después de él. Agarró su mano y comenzaron a caminar hacia el jardín, el cual ahora parecía mágico, de ensueño.

Este día no se parecía en nada a los días de libros y lecturas. Este día parecía ser aquel en el que Afrodita vivía las historias de sus libros.

No dijeron ni un sola palabra, solo caminaban, absortos en la comodidad del espacio y tiempo compartido

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No dijeron ni un sola palabra, solo caminaban, absortos en la comodidad del espacio y tiempo compartido.

Cuando de pronto, un rayo acabó por derribar a aquel joven. Afrodita gritó, surgieron lágrimas que empaparon sus mejillas mientras tomaba del pecho a su amado.

-No te mueras por favor.. - sollozó Afrodita.

En ello fue embestida y empujada al jardin de rosas. Rosas que quedaron clavadas con sus espinas a su cuerpo, inmovilozándola. Pero Afrodita no sentía el dolor, solo sentía su corazón partido. Levantó la mirada y vio a una mujer vestida de blanco de pie al lado del joven.

 Levantó la mirada y vio a una mujer vestida de blanco de pie al lado del joven

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-Tú no lo mereces, eres insignificante ante mí. Yo soy una diosa, tú solo una simple mortal.

Aquella mujer tomo el cuerpo del desmayado joven y se lo llevó cargando. Quien sabe si moribundo o no.

Pero Afrodita sabía que debía ir y salvarlo. Comenzó a levantarse del matorral y al ponerse de pie vio las marcas de sangre en su piel que las espinas la dejaron. Su vestido quedó casi arruinado por completo, aquella tela de rosa suave, solo quedaban retazos con sangre roja como las rosas.

 Su vestido quedó casi arruinado por completo, aquella tela de rosa suave, solo quedaban retazos con sangre roja como las rosas

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En ese momento sus heridas empezaron a cerrarse..

-Puedo regenerarme... - Susurró Afrodita, un poco sorprendida. Pero no tenía tiempo. Debia seguir.

Ares & Afrodita: Nacimiento ÓrficoWhere stories live. Discover now