XXXV. Moriría por ti

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Tal vez debió haber hecho aquello antes, planearlo en lugar de tomarlo a la ligera. Dejarlo para un momento que ni él sabía cuando sería fue un error, se felicitó a sí mismo por haberle dicho que lo probarían al llegar. Veía a Inosuke disfrutarlo tanto, tan encantado, tan liberado, que comparada con el resto de veces aquella se quedaban muy abajo. Existía una enorme diferencia entre ellas, y en esta, sin saber qué o por qué, la calidez del corazón del alemán le estaba avasallando con gusto, incluso tenía ganas de llorar por algo. Irónicamente, la misma sensación que él provocaba en ajenos con su amabilidad. ¿Entonces era realmente cierto... que el chico lo amaba? No podía pensar en ello, su cabeza estaba nublada por los gemidos continuos y cargados de excitación que escuchaba. Besaba y maltrataba con su boca aquel caramelo rosado derecho con sabor a fresa, ya demasiado sensible y endurecido, y a la par, continuaba subiendo y bajando su mano empapada de gel y lubricación natural. Entre ambos, era demasiada humedad, generaba constantemente sonidos de chapoteos, tan sucios a la mente. No estaba yendo deprisa, sino a un ritmo medio y sin embargo, por la sensación nueva, el músico estaba al borde de la locura, iniciando una serie de gritos descontrolados y sin sentido, llenos de la mayor de las lujurias y permitiendo a su cuerpo sacudirse. No fue capaz de vocalizar nada, solo de pedir con su mirada perdida y cristalina que le llevara al cielo. Tanjirou no sería cruel, por lo que cumplió con aquel deseo, solo acelerando un poco. Fue suficiente para que la rigidez diera lugar con un grito largo y cortado que simulaba ser varios. Su cabeza daba vueltas y estallaba en miles de chispas causadas por la liberación del placer y su sustancia natural, manchando el pecho contrario con las salpicaduras.

Una vez que comenzó a relajarse, abatido temporalmente, dio un nuevo respingo por sentir de repente aquella boca succionarle su intimidad agotada, limpiando así los goteos restantes. Aquellos labios subieron de nuevo, dejando un lento camino de besos a través de su vientre, pecho izquierdo y clavícula, deteniéndose de nuevo en su cuello maltratado repleto de marcas, demasiadas marcas. La mayoría de ellas imposibles de ocultar. Iba a tener problemas por ello, lo único que podía taparlas era un fular, bufanda o una camiseta de cuello alto... a pleno verano.

-¿Cómo fue? -preguntó, susurrando bajo una octava del tono habitual.

-Wow... -fue lo único que se le pasó por la cabeza para responder mientras recuperaba el aliento. Tanjirou rio muy bajo, aguantando las ganas de besarle para no robarle el aire que trataba de tomar. En cambio, lo hizo en cada parte de su bello y enrojecido rostro; su mentón, mejillas nariz, frente, párpados... Todo. Ya de por sí se sentía muy afortunado de tener una pareja tan hermosa, como un ángel caído del cielo por rebelde y castigado con una mala vida por quebrar las reglas del paraíso sobre la nubes. Tenía tantas ganas de presumir de él frente al mundo entero, de poder decir "él es Hog, mi bello novio y adorado Hog". Aunque no era correcto hacer eso. En su pequeño trance en el que devoraba con las pupilas aquellas facciones, Inosuke a aprovechó para tomar el bote, echarse gel en las manos y plantarlas en el pecho contrario, generando un choque de temperaturas que hizo saltar levemente al pelirrojo. Comenzó a moverlas, restregando toda la sustancia dulce por todo aquel torso canela. Dibujó una sonrisa ladina, frunciendo una de sus cejas. Lo empujó lo suficientemente como para intercambiar posiciones y continuó frotando. Veía como la cara de sorpresa cambiaba a una de relajación y gusto, presionándole cada músculo, destensándolo. Retrocedió con su cuerpo, alzó y  abrió las piernas para arrodillarse entre ellas y sacarle el condenado boxer sucio. Tomó de nuevo el objeto, le soltó y lo puso boca abajo sobre aquella cúspide goteante y rosa. En cuando el contacto frío hizo aparición, Tanjirou chilló por lo bajo, pegando un bote y sintiendo un escalofrío. Un escalofrío que desapareció y se sustituyó por calor cuando las manos pálidas comenzaron a cubrirle entero con aquel gel, obligado a suspirar.

-Se siente bien, ¿verdad~? -canturreó, subiendo y bajando ambas manos con una lentituf apabullante.

-Hah, sí... -respondió en un suspiro ronco, tan lascivo que ni él mismo creyó que eso hubiera salido de su garganta.

Rage WildWhere stories live. Discover now