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¿Cómo pueden vivir en una sociedad, donde la gente que quieren, aprecian, con la que viven y trabajan, pueden resultar de un día para otro, ser la persona más diabólica sobre el mundo?

- Ted Bundy, asesino serial.




5 Septiembre, 2004.

Sabe que no debió enamorarse de él.

Jimin era inalcanzable para él, lo sabía, él era omega, y el menor también; y sí, sabía que Jimin no tenía esas barrera, pero Jin sí. Se pasó muchos meses tratando de ocultar lo evidente, nadie podría saber que estaba enamorado de Jimin, nadie podría saber que en vez de verlo como un hermano, solo lo veía como una ensoñación, como un deseo sin cumplir, como la pequeña vela de la tarta sin soplar. Jimin era una brillante moneda en el pozo de los deseos, era la moneda que jamás cumpliría un sueño; fingir no le viene mal, la verdad. Jin en esa tarde con el cielo en una armonía de colores, amarillo, naranja, púrpura y un poco de rosa, eran todos los paisajes que adornaban el cielo, en aquella terraza, el local que rentó la empresa para celebrar con sus empleados una nueva alianza, era con una hermosa vista al pleno ocaso que sucedía, y Jin no paraba de ver a su menor tomando cóctel tras cóctel, ambos apoyados en la baranda de la terraza, el mayor a veces se fijaba en su jefe que no paraba de coquetear con un omega, Jin negó para voltear la mirada, al hacerlo vio a Jimin observarlo fijamente, su rostro estaba demasiado cerca, más de lo normal.

- Eres guapo, Jin. – El corazón del mencionado latía sin parar, su aliento se había contenido, estaba nervioso. Aunque Jimin estaba mareado, aunque su aliento oliera a alcohol, Jin estaba nervioso.

- Jiminie, ¿Estás bien? – Se alejó del chico, y quiso ocultarse porque vio la mirada curiosa de los demás en él. Jin no quiere que hayan rumores.

- Sí, pero tengo hambre, acompáñame a la cocina. – El mayor asintió rápidamente, y sonrió nervioso para desaparecer con Jimin jalando de su muñeca.

En cuanto llegaron a la cocina, Jin buscó con la mirada algo para comer, sin embargo, fue tirado de su manga y al instante estaba a tan solo centímetros del otro omega. No quiso respirar, no quiso moverse, estaba tenso, estaba nervioso, estaba angustiado. No le gustaba sentir el aliento de Jimin en sus labios, no le gustaba las manos del más pequeño en su pecho. Lo amaba, pero Jimin estaba ebrio, muy ebrio.

- ¿Alguna vez has besado a otro omega? - Preguntó Jimin, el omega se veía tan tierno, tan inocente, a pesar de que sus intenciones fueran todo lo contrario.

- Jimin, ¿Qué bocadillo quieres? – Jin sabía que si Jimin lo besaba y luego lo arruinaba, jamás volvería a pensar en tener posibilidades con él. Es angustiante, saber que alguien puede hacer algo que te lleve a las nubes, pero ellos no son conscientes de lo que hacen. Jimin podría destruirlo todo al día siguiente, y no será su culpa. Sería la culpa de Jin,

- Eres muy atractivo para no haberlo hecho. – Y sintió el abrazo de su menor, Jin suspiró de alivio, y sonrió al oír sus risillas, aquellas que hacían sus pequeños ojos se cerraran, dando una hermosa imagen para el recuerdo. La esencia de Jimin atrapaba a cualquiera, cualquier desconocido era susceptible a él, a su belleza, a su personalidad, todo él podría hacer desfallecer a alguien.

- Jimin, te quiero mucho. – El menor dejó de abrazarlo para poner sus manos en los anchos hombros del otro y sonrió.

- Yo también. – Jin no lo vio venir, ya se había calmado del todo, pensó que todo estaba bien, pero no. Jimin, al otro segundo estaba presionando sus labios contra los suyos, sus manos estaban clavadas en los hombros del más alto, y Jin estaba sonrojado. Solo quería huir.

Teeth; Vmin.Where stories live. Discover now