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—Levántate. —escuchó la voz de su padre. Abrió los ojos y miró como el abría las cortinas de su habitación, dejando la luz del sol entrar y encandilando sus ojos.

—Tienes que ir a trabajar.

— ¿Qué mierda te ocurre padre? —talló sus ojos para poder despertar mejor, se echó de nuevo y cubrió su rostro con las sabanas de la cama.

Los 25 años es una edad demasiado avanzada como para que el señor Jeon continuara aceptando que su hijo siguiera comportándose como un adolescente rebelde.

Era lunes y como era de costumbre, Jungkook había llegado de madrugada después de sus típicas fiestas de fin de semana.

— Hablo en serio Jungkook, levántate ya mismo, tienes que ir a la oficina. — al parecer estaba molesto, se comportaba muy serio, sin tenerle nada de paciencia a su hijo.

El señor Jeon era un hombre muy respetado en todo el país. Su empresa de publicidad se encontraba en las listas de las empresas que más producían dinero anualmente en Seúl.

Cuando empezó, no tenía absolutamente nada, esa era la razón por la cual ahora se comportaba tan serio cuando hablaban de trabajo. Era ambicioso, quería ganar más y más dinero. Quería lograr ser el mejor en la industria. Quería que cuando el ya no estuviera, su hijo Jungkook se hiciera cargo de sus asuntos.

— Para empezar, ¿Qué mierda haces aquí? ¡Largo de mi casa! — Jungkook tenía un departamento de soltero desde hace 5 años, aunque continuaba dependiendo totalmente de sus padres para mantenerse.

— ¡Tienes que trabajar! — dijo y camino hacia la puerta de la habitación. — Si no llegas en 30 minutos, cancelare tus tarjetas, ¿Entendido? — Jungkook elevó las cejas y sonrió, fingiendo que no le importaba lo que su padre dijera. — Estás advertido. — salió de la habitación.

— Mierda... — susurró mientras tallaba sus ojos con las palmas de sus manos. Tenía una resaca muy fuerte, no había dormido por más de 4 horas, le dolían los huesos, lo único que quería era dormir, pero si quería mantener a su padre feliz, tenía que hacer lo que le pedía.

Llevaba desde el viernes pasado saliendo a fiestas sin control. Fiestas que se caracterizaban de alcohol, mujeres, drogas, entre otras cosas.

Así era su vida, no necesitaba hacer nada más. Tenía todo lo que alguien podía desear, salud acompañada de una gran belleza, una hermosa prometida, una familia que lo quería y dinero, mucho, mucho dinero.

Pero aun así, continuaba sintiéndose vacío de alguna manera, sintiéndose inútil en la vida. No había nada que le provocara luchar, no había nada que le hiciera hacer el mínimo esfuerzo por conseguirlo. Su vida era tan fácil y aburrida, que había encontrado una salida en las fiestas poco sanas.

Su prometida era otro asunto. Se llamaba Hani, era alta, casi tanto como él, su piel era blanca, ojos claros y el pelo muy lacio, color café obscuro. Llevaban saliendo por más de 4 años. Ella era la hija de uno de los clientes más importantes de la empresa de los Jeon.

Jungkook sentía cariño por ella, pero no el suficiente para querer casarse. Ella era buena, pero no lo llenaba, no lo hacía sentir especial.

Toda la vida que había llevado tiempo antes, le había hecho llegar a la conclusión de que el amor no existía. Para el eso era solo un estúpido invento que se basaba en estúpidas personas solitarias. Por eso habían creado ese mito del amor, para saciar su soledad.

Jungkook no estaba solo, es decir, podía tener a quien el quisiera en el momento que quisiera.

Era Jeon Jungkook, él siempre ganaba.

Luxury's Jimin [KOOKMIN]Where stories live. Discover now