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Suaves golpes se oyen al otro lado de la puerta. Pero son ignorados por Erick, quien se encuentra con la mirada perdida en algún punto de la habitación, su cuerpo está como si fuese una bolita, su rostro se encuentra con lágrimas secas y sus labios están resecos. Tiene unas ojeras profundas porque no ha podido dormir bien luego de lo sucedido.

Una semana.

Una triste semana ha pasado desde esa noche.

No ha visto a Joel en ese tiempo porque no se siente capaz de mantener la mirada puesta en él. Sin embargo, sabe que su novio ha ido a verlo porque su madre o su padre le cuentan.

Aún recuerda la vergüenza que pasó en el hospital para hacer valer lo que decía. Y ni qué decir cuando fue a poner la denuncia.

—Es su culpa por haber estado ebrio —demandó severamente el policía encargado del caso—, no puedo dar una orden porque no sabe siquiera quienes fueron los responsables debido a su falta de ética.

Erick solloza bajito al recordar las crueles palabras de aquel hombre.

—Pero, ¿quién se cree usted para hablarle así a mi hijo? —pregunta con enfado Alonso, poniéndose de pie y golpeando duramente el escritorio—. Se equivocó, sí, lo acepta y reconoce. Pero, ¿acaso cree que seguirá todo como si nada? Mi hijo ha sido violado por seres sin escrúpulos que se creen lo mejor cuando sólo son unos estúpidos hijos de su puta madre, que tienen mierda en la cabeza para hacer un acto así. Y si usted no lo va a apoyar, no perdernos más nuestro tiempo aquí.

—Podría arrestarlo por faltar el respeto a su autoridad.

—¡Su autoridad me la suda! ¡Es mi hijo de quien hablamos, y si por él me encierra, pues con gusto lo acepto! ¡No voy a permitir que usted le falte el respeto! —exclama con mucha furia, soltando un par de lágrimas al escuchar los bajos sollozos de Erick—. No le deseo el mal, pero espero que usted nunca pase por una situación así. Espero que jamás sienta está impotencia que tengo al no encontrar a los desgraciados. Con permiso.

Coge la almohada que tiene debajo de su cabeza y la muerde con fuerza, gritando y llorando. Golpea el colchón y siente su corazón romperse poco a poco. Ignora el ruido detrás de la puerta, sigue en su sufrimiento.

—¿Por qué a mí? —pregunta en un hilo de voz, sobando su mandíbula debido al dolor que le produjo morder la almohada para callar su grito—. ¿Por qué?

Observa su muñeca derecha vendada, recordando de esa forma los tres días que estuvo en el hospital luego de intentar, inútilmente, acabar con su vida.

Cobarde.

Es lo único que se repite.

—Estúpido —murmura, encogiéndose más—, patético, repugnante, irresponsable.

Los golpes no paraban y ya comenzaban a hacerle doler la cabeza.

—Erick, cariño —esa dulce voz que no escuchaba hace mucho, esa voz que siempre transmitía alegría hoy no produce nada. Es como si cualquiera le estuviese hablando—. Soy yo, Joel.

No.

Joel no lo debe ver en ese estado.

Joel no debe saber. Aunque probablemente sus padres ya le contaron todo. Ahora sólo tendrá lástima por él, o en peor de los casos.

Querrá terminar con él.

No podría soportarlo. Joel es importante para él, mucho. Aunque lo haya ignorado, no está preparado para estar sin su novio.

—Bebé —habla triste—, ¿puedo pasar?

Erick quiere ver a Joel, realmente lo desea. Pero no puede. Es como si algo se lo impide.

Da vueltas en la cama, esperando que se vaya. Pero no sucede.

—Te extraño —menciona alto—, te extraño muchísimo. No puedo dormir sintiendo el vacío que has dejado en mi cama, pero sobre todo en mi corazón. Sé que es muy difícil todo esto que te ha pasado, pero no me quites de tu vida. Quiero estar contigo, lo prometimos, en las buenas y en las malas —el corazón de Erick se contrae al escucharlo llorar, son muy pocas veces que Joel se derrumba de esa manera—. Por favor, mi amor.

Camina descalzo hasta llegar a la puerta, tomando el pomo con una mano y cubriendo su boca para que sus lamentos no se escuchen.

—Por favor —murmura Joel, manteniendo la frente pegada en la madera y golpeando débilmente, dándose por vencido.

Hasta que lo ve cuando abre la puerta.

—Cariño —susurra, el estado en que se encuentra Erick hace que quiera gritar y romper todo lo que está a su alcance, pero no, debe controlarse.

—Joey —gimotea con dolor, terminando de acortar la distancia y tirándose a sus brazos, estruja la camiseta que lleva puesta su novio y esconde el rostro en su pecho, soltando sollozo tras sollozo—, perdóname.

—No, Erick, no fue tu culpa —consuela Joel, cerrando los ojos y dejando que las lágrimas se desplacen libremente en su rostro—. Nunca será tu culpa, pequeño, nunca.

—Tengo miedo —murmura—, no puedo dormir, trato de recordar, pero no puedo, apenas escucho unas risas.

—Tranquilo, bebé —acaricia su espalda y besa sus cabellos—. No te mortifiques, aquí estoy, contigo. Saldremos adelante, confía en mí.

—No puedo recordar nada, Joey, pero me han...

—Erick —suplica doloroso para que deje de recordar ese tormentoso día.

—Me han violado —habla Erick entre balbuceos y tartamudeos—, destruyeron mi vida de una forma cruel, no les hice nada, no soy malo con nadie, trato de dar lo mejor de mí siempre —más lágrimas caen por su rostro—, ¿por qué me hicieron esto? ¿Por qué me pasó a mí?

Entre bajos murmullos y quejas, Erick se fue durmiendo lentamente en los brazos de Joel. Fue depositado suavemente en la cama y cubierto por una manta. Pimentel se quita los zapatos y se acomoda a un costado de su pequeño cuerpo, besa el vendaje y limpia las traicioneras lágrimas que ensucian el rostro de Erick.

—Te juro que vamos a encontrar a esos hijos de puta —susurra, acariciando la mejilla de Erick—, lo juro por mi vida.

Colón se remueve hasta quedar con la cabeza sobre el pecho de Joel, aun estando dormido reconoce su calor corporal y sabe que es lo que ha necesitado todos estos días para poder dormir y estar en paz.

—Te amo, dulzura.

Joel lo abraza y se deja caer en los brazos de Morfeo, sintiéndose también en paz nuevamente al tenerlo con él.

***

No sé ustedes, pero yo lloré mientras lo escribía. Re sensible.

Olvidar || JoerickWhere stories live. Discover now