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Ha pasado un mes desde lo ocurrido.

Y nada.

Erick ha dejado de tener las crisis hace una semana, continúa con las terapias y ya no termina gritando cuando le piden recordar, solo siente impotencia y mucha rabia por no poder hacerlo.

—Oye, Erick.

—¿Sí?

—Te amo —dice tiernamente su novio, pasando la yema de sus dedos por la suave mejilla del chico, sintiendo su corazón explotar de felicidad al verlo sonreír.

—Te amo —responde suave, poniendo su mano encima de la de Joel.

Están acostados en la cama de Erick, mirándose mutuamente, regalando sonrisas al otro y sintiéndose enamorados como cuando todo empezó.

Ha sido duro este tiempo, pero saben que lo van a lograr.

—Eres el chico más hermoso que he conocido en mis veintiséis años —murmura Joel, deslizando sus dedos por el cuello de Erick, verificando siempre que su novio acepte que continúe—. Eres como un pequeño algodón de azúcar, suavecito y con un olor delicioso.

Las mejillas de Erick se tornan de un color muy bonito a la vista de Joel, rojitas como si de cerezas se trataran. Continúa deslizando su mano por el brazo de Erick hasta llegar a los dedos de su mano y entrelazarlos con los propios.

—Eres esa persona que siempre me devuelve a la realidad, la cura mis males y el único remedio que quiero. Ese día me volví loco y...

—No quiero hablar de eso —pide en una súplica, desviando la mirada y mordiendo su labio.

—Tienes razón.

—Tú eres el mejor hombre que tengo en la vida, después de mi papá claro está —ambos ríen ante lo dicho.

Joel sujeta con firmeza, pero sin ser brusco, la cintura de Erick por sobre la ropa que trae puesta. Se acerca un poco más a él y ambos rostros quedan muy cerca.

—Erick —acaricia el nombre de su amado al ser expulsado de sus labios, deleitando a su corazón con cada letra—. ¿Tú estarías dispuesto a casarte conmigo?

El ojiverde queda mudo por varios minutos, analizando a profundidad la pregunta que ha formulado Joel, aunque, no hay nada que pensar, sin embargo, lo hace.

Hablar de matrimonio, de algo sólido por el resto de sus vidas no es un tema cualquiera, mucho menos algo que deba tomarse a la ligera.

—Y-yo —titubea, cerrando los ojos y suspirando— no sé.

—No te estoy presionando ni nada, solo quería saber tu opinión—avisa rápidamente Joel para no ponerlo incómodo.

Erick vuelve a abrir sus ojos y mira a Joel, sonriendo y llevando una mano al cuello del mayor, dando leves caricias, deleitando a su piel al tocarlo.

Pimentel con mucho cuidado se posiciona encima de Erick al besarlo como lo lleva deseando desde hace un mes. Saboreando la suavidad de los labios del menor con los suyos. Atrapando cada suspiro que es expulsado por Erick con su boca. Sintiéndose en una calma inexplicable.

Hasta que Erick se separa asustado, aventando a Joel y poniéndose de pie rápidamente. Empieza a caminar en círculos y tira con desespero sus cabellos. Gruesa gotas caen de sus ojos y con preocupación su novio se acerca hasta él.

—¿Te hice daño?

—No —balbucea—, yo, recordé algo, creo, no sé, estoy confundido, yo, no sé.

—Tranquilo, mi amor. Respira con calma, así como te dijeron —hace recordar el ejercicio y se acerca para hacerlo junto a él—. Lo haremos los dos, ¿de acuerdo?

—Ok.

Después de cinco minutos que está más calmado, seca sus lágrimas con el dorso de su mano. Vuelve a sentarse en la cama, quedando con la mirada perdida, haciendo que Joel comience a preocuparse.

Hasta que habla.

Apenas es un murmullo, pero Joel logra escucharlo.

Y queda con el corazón destrozado.

—Fueron seis chicos, pero no logré recordar sus rostros —lentamente va dejándose caer en la cama, quedando como una bolita, un nudo se crea en su garganta y las lágrimas nublan su visión—. Hubiese preferido no hacerlo.

—Estoy contigo, bebé —susurra Joel, tratando de asimilar lo que ha escuchado, sujeta la mano de Erick y suelta un par de lágrimas sin ser visto.

***

:)

Olvidar || JoerickWhere stories live. Discover now