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—¿Qué te pasó, Joey? —pregunta curioso Erick al ver esos terribles arañones en el rostro de su novio.

—No es nada, bebé —intenta sonreír mientras termina de ordenar la ropa de ambos. Decide cambiar el tema de conversación para evitar recordar eso—. ¿Te parece si vemos una película?

—¡Sí!

—De acuerdo, busca la que desees, iré a preparar palomitas y unos refrescos.

—Ok —se acerca hasta Joel a abrazarlo y se pone de puntitas para besar sus labios—. Te amo.

—Yo también te amo, mi amor —responde con una sonrisa, así como la que tiene Erick en su carita.

Baja a la cocina y se encuentra con la madre de su novio. Apenas conversan, puede escuchar los bajos sollozos que emite ella. Así que se acerca para darle un reconfortante abrazo, sabiendo que él tampoco la está pasando bien.

—Vamos a lograrlo, Miriam.

Después de ese pequeño derrumbe de ambos vuelven a sus labores. Alonso se encuentra en el trabajo, aunque sí fuera por él estaría en casa con su hijo.

Joel coloca en el vaso la pastilla que ha sido recetada a Erick para que no vuelva a presentar ese tipo de crisis. Además, desde ese día ha comenzado a hacer terapias con Emer, son en la sala de su hogar porque se rehúsa a salir. Así como se niega a medicarse por una semana como se le pidió, pero Joel se las ingenia como si tratara con un niño chiquito.

—¡No me toquen! ¡Mamá! ¡Joel!

Pimentel corre por las escaleras tratando de no soltar la bandeja, aunque termina tropezando en el último escalón y los vasos de vidrio terminan hechos añicos, el jugo queda esparcido en la alfombra y las palomitas también acaban por todos lados. Se pone de pie aguantando el dolor y los pequeños trozos de vidrio que puede sentir incrustados en la palma de sus manos al intentar ponerse de pie.

Miriam corre hacia el desgarrador grito que se escucha en la habitación de Erick, ayuda a Joel al encontrarlo cojeando un poco y sosteniéndose de la pared.

Ingresan justo cuando Erick está tirando las cosas, los cuadros que tiene con fotos de su familia y de sus amigos. Lanza la lámpara que está a un costado de su cama, grita hasta que su voz se vuelve ronca debido al daño que provoca a su garganta.

—¡Erick, estamos aquí! —exclama algo Joel, acercándose a su novio. Miriam intenta hacer lo mismo pero su hijo le mira con desprecio e intenta lanzarse a ella con la intención de golpearle.

—¡No me ayudaste! ¡Te odio!

Sus ojos se encuentran vacíos, recordando vagamente ese día.

—¡Erick! —grita Joel, sosteniendo por la cintura al muchacho, mira a la mujer que se encuentra petrificada ante las palabras de su hijo, no dice nada, es como si hubiese visto un fantasma, las lágrimas son lo único que escapan de su cuerpo.

—¡Déjame! ¡Ayuda! ¡Mamá!

—Aquí estoy, cielo —murmura, con el corazón roto.

Erick se suelta del agarre de Joel y tropieza con sus pies, cayéndose en los vidrios y obteniendo un par de cortes en las piernas y manos en el acto. De pronto vuelve en sí y gimotea ante el dolor siente.

Joel rápidamente lo levanta y sienta en su cama. Su madre sale en busca del botiquín y no tarda mucho, incluso vuelve con una escoba y comienza a limpiar el desorden.

—Perdón —dice en un hilo de voz, su madre se limita a sonreír y besar su mejilla antes de retirarse.

Joel vierte un poco de alcohol en un pedazo de algodón luego de sacar los trocitos de vidrio de la piel de Erick. Limpia con cuidado, escuchando los chillidos de su novio. Él retiene uno cuando toca con el algodón su mano. Después se puede curar.

—No sé lo que pasa conmigo —confiesa vagamente Erick, viendo como Joel limpia sus manos con miedo a romperlo.

—¿Sabes que te amo? Porque realmente lo hago —responde Joel en un sollozo, oyendo él mismo su voz rota.

—Joel...

—Te amo tanto, Erick —continúa limpiando sus pequeñas manitos, sorbiendo por su nariz y sonriendo al verlo.

—También te amo, Joey.

—Ven aquí, pequeño.

Se abrazan sintiendo el dolor del otro, sintiendo el amor que se manifiestan a pesar de las circunstancias que están pasando. Porque a pesar de todo, no se han dejado de amar.

Erick se encarga de limpiar las heridas de Joel entre risas al escucharlo soltar alguno que otro grito.

Ambos se acuestan y por accidente la pierna de Joel es golpeada por Erick. Volviendo a recordar el dolor que sintió al caer en las escaleras.

—Estoy bien, no te preocupes. Ya sabes que suelo ser un poco torpe —miente, besando la naricita de Erick.

—Lo sé.

—¿Te parece si mañana vienen los demás para pasar un día juntos? Están ansiosos por verte, te extrañan.

—De acuerdo, también quiero verlos.

***

Yo: no haré sufrir más.

Yo después: POR QUÉ, MUJER. YA NO QUIERO LLORAR ESCRIBIENDO.

No aprendo :'v

Olvidar || JoerickWhere stories live. Discover now