Amor A Través del Tiempo

Resignación 11

Paso casi toda la noche bajo la lluvia, hasta el amanecer que sintió los rayos del sol molestarlo fue que abrió sus ojos. Llevo la mano hacia su cabeza un tanto mareado se puso de pie y se encamino de regreso al palacio. Se sentía agotado y enfermo, como si todo le diera vueltas. Se sujetó de uno de los pilares, esperando que el mareo pasara.

—Majestad —dijo corriendo a ayudarlo. Sabía que no había vuelto al palacio y se había pasado la noche esperándolo y verlo en ese estado le dio la razón. Seguramente había discutido con la Reina, solo eso explicaba la cara llorosa de ella y ese estado en él— ¿se encuentra bien?

—Kakyu —murmuró al verla, apoyándose un poco en ella luchando por no desvanecerse— llévame a cualquier habitación

—Pero su habitación majestad —Dijo ayudándolo con dificultad a caminar hacia dentro del castillo— la Reina debe estar preocupada...

—Llévame a la biblioteca —murmuró con seriedad.

—Está bien Majestad, pero debería darse un baño y cambiarse de ropa —dijo llevándolo hacia donde él le había indicado.

—Si, tienes razón. No quiero ir a la habitación. Ve por ropa para mí, te esperare en la biblioteca

—De acuerdo majestad —dijo ayudándolo a llegar hasta la biblioteca para en seguida marcharse a la habitación de los Reyes y sacar lo que Seiya necesitaría.

Se dejo caer sobre un sillón recostándose. Respiraba con dificultad, sentía que toda su fortaleza lo había abandonado, que ya no podía seguir luchando. Ya había agotado sus recursos y ya no le quedaba más por hacer.

No había dormido en toda la noche, pensando en Seiya, en la manera que le había dicho que la amaba, y cada que pensaba en ese momento se sentía peor. Si él no se hubiera ido ella le hubiera confesado sus sentimientos y eso hubiera sido un terrible error porque él solo se hubiera reído de ella, de lo tonta que había sido por creer en su confesión, pero aun así eso no quería decir que no estuviera preocupada por él, cuando escucho abrirse la puerta se incorporó esperando verlo— ¿Kakyu?

—Buenos días majestad —hizo una reverencia— el rey me ha enviado a buscar unas cosas. Con su permiso —se acercó al closet tomando la ropa necesaria.

—¿El Rey? —se sentó en la cama con cuidado— ¿cuándo ha vuelto?

—No hace más de diez minutos majestad —tomó algunas cosas de él, guardándolos en un bolso, junto con su ropa.

—¿Donde esta? —preguntó al ver que guardaba más que un cambio de ropa.

Respiró profundamente, observándola. Sabía que no podía enfrentarla, pero simplemente ya no soportaba ver que él sufría a causa de la reina que, a su parecer no era más que una chiquilla caprichosa, que si había cambiado su forma de ser con todos a ella seguía sin agradarle del todo— Esta en la biblioteca majestad —murmuró más a fuerzas que de ganas.

Se sentó con los pies sobre el tapete dispuesta a ir a buscarlo, pero no se sintió con fuerzas para verlo— ¿Esta bien?

Desvió su mirada— Si lo está. Solo está un poco resfriado. Paso la noche bajo la lluvia —después de tener lo necesario camino hacia la puerta— majestad, sé que no soy nadie, pero ya no lo lastime. Sera mejor que no lo busque por ahora, él no desea verla —abrió la puerta para retirarse.

Se dejo caer entre las almohadas, ¿él no la quería ver?, era ella quien no deseaba verlo. No podía enfrentarlo y lo peor era que aquella mujer a la cual había visto más que interesada en Seiya se lo dijera. Lloro nuevamente, comenzaba a odiar su vida siempre equivocándose una y otra vez. Esa noche había muerto la pequeña esperanza que tenia de que Seiya pudiera amarla.