Mini historia: dedicado a la princesa de hielo

75 5 0
                                    

Te he visto cambiada,
no tienes ese brillo que a cualquiera enamoraba,
no he vuelto a ver tu sonrisa,
mucho menos a escuchar tu risa.

Has cambiado, ya no desbordas ilusiones, ahora eres fría y parece que te encanta romper corazones, eres tan independiente, desbordas tanta seguridad, se ve que tienes todo en tu vida o eso intentas aparentar, aún así dices que siempre sola quieres estar.

Recuerdo que hace solo un par de años en medio de una conversación, dijiste un nombre que le pondrías a tu hija —cuando la tuvieras— y dije: qué afortunado sería el padre, tú solo sonreíste y te sonrojaste, no creías aquello, incluso creo que te sentías menos.

Me contabas que estabas comprometida, que lo amabas con locura, que era el amor de tu vida.

Que no había nadie mejor que él, ¿y sabes qué? El contraste ahora se me hace increíble, sigo viéndote inalcanzable, siento que de ninguna forma puedo conquistarte, pero por razones distintas a las de antes.

Antes estabas tan feliz, tan enamorada, tan ilusionada, que sin dudas no mirabas a nadie más, no podías ni notar cuando intentaba ser todo un galán. Vaya hombre afortunado el que fue aquel, lo envidio por lo que para ti fue, creo que todos alguna vez en la vida merecen ser amados así, como tú lo amabas a él, como tú decías que él te amaba a ti.

Ahora, estás sola, pero siento que no tengo ninguna oportunidad, te ves tan superior, el brillo de la ilusión desapareció, te ves tan inalcanzable, te veo en la cima del mundo, y yo tan abajo, siento que te conozco aún menos de lo que lo hacía antes, y eso es decir demasiado, si no te hubiera visto antes dijera que siempre has sido así, fría, calculadora y sin sentimientos, con una mente que pone a volar a cualquiera, eres tan inteligente, trabajadora, seria y tenaz; pero te conocí antes, y creo que solo quieres aparentar, que te encierras en ti misma para no sufrir más, estás herida, vulnerable, lo vi aquella vez que de copas de pasaste, y tu carátula se cayó, en que por poco empiezas a llorar, y admitiste que esa imposibilidad que tienes de amar, de sonreír y brillar, es porque amas a alguien más, a aquel mismo hombre de hace tiempo atrás, que lo perdiste, que ya no lo puedes recuperar, que te lastimas a ti misma a diario, pensándolo con alguien más. Ay, princesa, qué herida debes estar para que hayas cambiado de forma tan radical.

Insistiría, pero no tiene caso hacerlo con alguien que a sí misma se ha condenado, con alguien que prefiere a todos alejar, felicidades, conmigo lo has logrado ya, y no te parece importar. Fue un placer conocerte, aunque a ti te de exactamente igual.

EscritosWhere stories live. Discover now