Epílogo.

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Domingo, 10 de Julio de 2011.


El amanecer cayó cuando la penumbra y la luna se fueron alejando discretamente, y el sol salió detrás de las montañas, anunciando un nuevo y trágico día. La mañana de ese Domingo había amanecido cubierto de dolor, y melancolía. Lamentos, y sollozos que iban dirigidos a la única persona que estaba dentro del refinado ataúd negro, que yacía en el hueco de tierra que habían hecho en la zona especialmente para él.

Esa persona a la cual le lloraban, y lamentaban era: Patrick Saltsman.

A diferencia del circense, el cadáver de su madre había sido tirado dentro de un hueco mal hecho, donde la enterraron así y nadie dijo nada.

Ninguno de los queridos fenómenos de Patrick pudo procesar la fuerte noticia, cuando una vez Wayna salió del shock, y corriendo fuera de la tienda con el rostro sumido en pánico fue a anunciarle la devastadora noticia a sus compañeros. El circense había sido asesinado, y su madre se suicidó luego de que lo hizo.

El circo se llenó de lamentos y llantos. Nadie se había esperado esa repentina muerte, ni mucho menos la sirvienta personal del circense, quien no había salido de una especie de shock en la que había permanecido en toda la madrugada, y parte de la mañana.

Poppy no podía creer que Patrick estaba muerto.

Cada uno de los monstruos rompió en llanto por su querido jefe, y entre todos con la organización de Wayna Volkovics abrieron un perfecto hueco en la tierra, y colocaron allí cuidadosamente el ataúd que el circense había utilizado en su último espectáculo, dónde metieron a Patrick para hacerle un funeral en esa dolorosa y soleada mañana.

Las rarezas del circo vistieron por primera vez ropa elegante para esa ocasión, y cuando una vez los improvisados arreglos para el discreto funeral de su querido jefe estuvieron listos, los monstruos vestidos de negro fueron hacia el hueco donde enterrarían a Patrick para decirle unas palabras, y lanzarle flores.

Todos pasaron a dedicarle unas palabras, para recordar al famoso Patrick Saltsman.

Fue por eso que cada uno de los monstruos y payasos del circo se encontraban en el funeral de esa mañana. Todos, a excepción de las siamesas; quienes seguían en el mismo lugar en el que habían estado.

Incluso, sorprendentemente en ese desgarrador funeral entre toda la multitud de trabajadores del difunto circense, yacía su payasita favorita «Poppy Sherwood», quien no pasó al podio para decir unas palabras, pero que se encontraba justo en la primera fila de fenómenos con el bebé oruga en sus brazos, observando como se paraba enfrente, esta vez, la mujer de tres enormes piernas para finalizar con la melancolía.

- Me alegra que todos estemos aquí...- empezó a hablar la mujer araña con tristeza, quien se tomaría la libertad de decir unas palabras para cerrar con el funeral, mientras que yacía parada sobre unos tacones y vestido negro frente al podio-. A él le hubiera gustado que lo despidiéramos así, con todos nosotros a su lado. Es trágico, pero hay que aceptar la triste realidad- dijo, y unas lágrimas le cayeron por las mejillas-. Esto fue una gran sorpresa para todos, y lo sé, pero no tenemos que dejar caer las carpas, no ahora, que todo se fue al carajo y la vida nos golpeó fuerte en el estómago con la muerte de nuestro querido jefe. ¡Tenemos que seguir brillando como un circo! ¡No podemos permitirnos dejar caer el carnaval, ninguno de nosotros puede destrozar todo por lo que Patrick Saltsman tanto trabajó! ¡Nuestro querido hogar tiene que seguir en pie! ¡Hay que seguir adelante por él, y demostrarle que sus esfuerzos no fueron en vano!- su obeso rostro poco a poco se fue desencajando, y las lágrimas se detuvieron cuando Wayna miró con autoridad a todos los que tenía enfrente, y añadió con codicia-: ¡Cada uno trabajará duro por el Everglow, y desde hoy, yo Wayna Volkovics les digo que no hay que dejar que la muerte de Patrick intervenga con nuestra fama! ¡Hoy se abre un nuevo telón sin Patrick Saltsman, y anuncio que yo seré su nuevo jefe desde ahora!

El circo de horror de Patrick Saltsman ©Where stories live. Discover now