7.

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A la mañana siguiente, Elizabeth, Nick y su madre se habían dispuesto a desayunar las últimas latas que tenían en su equipaje dentro de la pequeña habitación, para evitar tener contacto con los demás y así prevenir cualquier tipo de altercado. Nick y Elizabeth ya no querían cruzarse con el menor de los Otto y Madison quería seguir lamiéndole las suelas al anciano que se mostraba hostil, algo que los dos jóvenes le impidieron.

- Tenemos que ganarnos su confianza.- aclaró la rubia, golpeando la mesa con su dedo índice. 

- Ayer salí a buscarte, Nick.- confesó la pelirroja, que ahora lucía más peinada gracias a la trenza que Madison le había hecho en el cabello.- Troy me alcanzó en los maizales, intentó convencerme de que no era su culpa, de que la única forma de que lo dejaran experimentar fue convenciendo a sus hombres de que lo hagan con las personas que intentaran cruzar la frontera.

- ¿Se refiere a gente como Travis? ¿Gente como tú?- susurró Nick, escuchando personas pasar por su ventana con lentitud, intentando oír de lo que hablaban. Se decidió a ser más discreto.- Querrás decir extranjeros. No vi ni una sola alma que no fuera hasta la coronilla de americana cuando di la vuelta ayer. Blancos, rubios, bajos, sonrientes...todos ellos gringos.

- ¿Le creíste?- esta vez, Madison fue quién le preguntó a la joven, ignorando lo que su hijo había dicho.- ¿Le creíste a Otto?

- Por supuesto que no, sabe mentir y actuar de maravilla.- la pelirroja tomó un sorbo de agua mientras intentaba abrir una lata de duraznos con su pequeña daga.- Hasta lloró un poco.

- Bueno, quizá hablaba en serio.- Nick y Elizabeth miraron a la rubia con enfado, ¿en serio estaba defendiendo al muchacho?- Piénsenlo, el viejo hace oídos sordos cuando intentamos decirle lo que Troy hacía...¿Que tal si el muchacho solo quería ser líder, tener algo de poder?

- Y la única forma en la que lo consiguió fue haciéndole caso a papi Otto.- comprendió la pelirroja.- El viejo lo obligó a masacrar extranjeros para que ninguno supiera acerca del rancho, Troy quería estar tanto a cargo y hacer a su viejo orgulloso que obedeció. 

- A cambio de ser el que estaba a cargo de la base, le hacía los quehaceres al padre.

- Demonios.- susurró el moreno, abatido.- El asesino es el viejo, no quita que él haya tenido el estómago para hacerlo.

- Tienes que ganarte al muchacho.- la rubia pasó su mirada a la pelirroja, quien comenzó a reír cínicamente hasta negarle.- Tiene tu foto, ayer te siguió...por algo eres la única extranjera de aquí, utiliza eso y gánate su confianza.

Antes de que Elizabeth se negara rotundamente a lo que Madison estaba pidiéndole, comenzaron a escuchar corridas y alboroto fuera. Los tres se terminaron de acomodar y vestir, y tan pronto como pudieron, comenzaron a correr en dirección al misterioso caos.

Elizabeth fue la última en salir, se colocó un suéter de tallas más grandes para cubrirse del frío y aseguró la daga dentro su bota izquierda por si las cosas se complicaban. Había perdido a sus acompañantes, así que corrió sola hasta llegar a la puerta de entrada.

Una camioneta humilde repleta de barro y suciedad se aparcó en la puerta, lucía verdaderamente como si la hubieran sumergido en un pantano. Al parecer el guardia la reconoció de inmediato, ya que la dejó pasar sin siquiera hablar con el conductor. Todos los habitantes del rancho se hallaban ahí, inclusive Troy, quien paso de ella para ayudar en la entrada.

En cuanto Alicia y Jake se bajaron de la camioneta repletos de polvo y sangre, el corazón de la pelirroja explotó de la felicidad. Ambos acarreaban a Luciana de ambos brazos, parecían tan exhaustos y heridos que todos tardaron en reconocer que eran ellos en verdad. Era curioso, sin embargo, que el helicóptero  ya no estaba y en su lugar una pequeña camioneta los había acarreado hasta el lugar. Decidió que no era el momento exacto para pensar más las cosas o preguntar, y sin más que hacer, corrió hacia su abatida amiga.

[Como decir hasta luego] •Troy Otto•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora