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                                                                           Enero de 1975

El reloj marcaba las 6, al igual que todos los fines de semana y días que no tenía clases a primeras horas de la mañana, salí a correr, al parque y a saltar la cuerda, mi rutina de ejercicios favorita! después de 40 minutos me predisponía volver para casa, había concluido mi rutina, mire alrededor, el parque se veía desierto, excepto por una u otra persona que hacia deporte.

Me senté en la banca del parque a descansar un momento, traía los auriculares puesto, escuchaba mi tema favorito de Elevation Worship (Lo Harás Otra Vez), apreciaba el paisaje concentrada, de un momento a otro, sentí que algo me rasguño el pie, no le preste atención, lo hizo nuevamente, entonces mire hacia el suelo y mi sorpresa fue grande, él estaba allí, tan pequeño, tan indefenso, temblaba de frio y no dejaba de llorar, mire a todos los lados, quien podía dejarlo ahí, como pudo resistir el frio de la noche, no podía por más que trataba de comprender, como podía existir alguien que lo pudo abandonar, lo lleve a casa envuelto en mi bufanda, no dejaba de temblar, era apenas un cachorro de no más de 4 meses, cuando llegue a casa Añiño, el perro de mi abuelo; un ser excepcional nos recibió, dio vueltas de alegría y olfateaba al nuevo miembro de la familia.

Agarre un recipiente y le di un poco de leche estaba hambriento, así que le di más leche con algunas galletas remojadas, comió todo, le fabrique un pequeño abrigo con un gorro de lana que tenía, poco a poco dejo de temblar y se puso a dormir, pensaba que nombre le pondría, por la tarde lo lleve al veterinario para que pudiese revisar que no tuviera alguna herida, entonces el veterinario recomendó que necesitaría vitaminas, desparasitaciones, inyecciones para prevenir algun virus que les da a los canes, en el momento en el que lo revisaba, de repente se puso a mirar las almohadillas de las patitas, le pregunte que pasaba, entonces me mostro lo que sucedía, tenía las almohadillas con heridas que al intentar sanar se infectaron, quede horrorizada de lo que veían mis ojos, no comprendía como un ser tan noble, tan pequeño resistía tal dolor, no quería me negaba a pensar lo que le había sucedido, que lo dejo en tal estado.

Dulce VespertinoWhere stories live. Discover now