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Después de recordar aquella historia conmovedora, en la que Añiño fue el protagonista, seguía en el auto preguntándome, donde se encontraba Añiño.

Frente al abuelo no podría seguir sosteniendo que todo estaba bien, cuando la única realidad, era que Añiño estaba perdido.

Llegue a casa y Lucas vino corriendo hacia mí, ya había anochecido, me recosté en el sofá y me quede dormida, ya había amanecido, entre sueños, escuche un ruído era mi prima despertándome, fui al hospital.

Mi madre estaba a lado del abuelo semidormida, durmió en el hospital algunas noches y otras lo hizo mi tía, la note cansada, le dije que me quedaría con el abuelo y que ella fuera a casa a darse un baño y a dormir un poco, mi madre se fue y yo me quede toda la mañana leyendo en voz alta, mi abuelo me escuchaba en silencio, era el medio día, la enfermera vino era la hora de la comida del abuelo, lo deje con la enfermera, en tanto, yo baje a la cafetería del hospital, comí algo, cuando volví el abuelo estaba dormido, no quise despertarlo, lo deje durmiendo. Para no hacer ruido, salí al pasillo, saque mi computadora y me puse a diseñar folletos, para repartirlo en la calle, con la fotografía y datos de Añiño, de un minuto a otro el pasillo silencioso, se convirtió en un pasillo bullicioso, empiezan a gritar las enfermeras agárrenlo, agárrenlo, corren de un lado a otro, yo no comprendo, sigo concentrada en lo realizo, después de 30 minutos voy a la habitación del abuelo, abro la puerta y lo primero que veo frente a mí, el ocaso bello, los últimos rayos alumbrando la cama del abuelo; él duerme muy tranquilo, sorprendida quede, cuando vi a Añiño, durmiendo al pie de la cama, aquel momento, podía ser plasmado en una pintura en la pintura más bella, sería la mejor pintura de arte del mundo, la titularía "no hay mejor compañía que la de un gran amigo".

Dulce VespertinoWhere stories live. Discover now