#O4.

9.1K 1.5K 1.3K
                                    

Eijiro Kirishima. Único hijo de la familia Kirishima, una de las más poderosas familias de dragones que existían en la tierra, dueña de enormes tierras y de un reino un poco más grande que el suyo. Katsuki aprendió de su familia en sus clases de historia y por las muchas veces que su madre trató de convencerlo de, al menos, hacerse amigo de ese pequeño, sin embargo, jamás se había sentido tan interesado como en ese momento.

¿Qué sabía acerca de él? Desde que tenía memoria, conoció a ese chico de cabellos negros y rojos y lo etiquetó como el pequeño más asustadizo que había visto. Sólo bastaba que hablara como siempre para verlo esconderse detrás de su madre mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Él es igual a los demás, pensó Katsuki, recordando que no tenía ningún amigo porque todos los niños de su edad le tenían mucho miedo. El rubio no pidió que su poder se manifestara a tan pronta edad, tampoco pidió las quemaduras en sus manos o las noches en que despertaba por el olor a humo que emanaban sus frazadas o su almohada al haberlas quemado. Él no le deseó quemar las manos de su mamá cuando ella fue a socorrerlo después de ponerse a llorar al haber arruinado su juguete favorito del héroe legendario, All Might, como tampoco pidió quemar el rostro de una de sus sirvientes cuando tuvo fiebre y no pudo controlarse a sí mismo.

Lo que sí fue capaz de dominar fue su deseo por aprender. Su papá lo llevaba fines de semanas completos a terrenos vacíos para que pudiera conocerse más a sí mismo y a su don, como su viejo le decía a esas explosiones que salían de sus manos. Katsuki practicó con falsos objetivos, entrenó con su papá por días enteros y pasó su propio límite una y otra vez sólo para poder conocerse, para aprender de sí mismo, para tener mejor control de su poder.

Pero la gente no veía eso. Nadie vio eso jamás. Los sirvientes le tenían miedo, los niños de su edad huían cuando se acercaba y sus fiestas de cumpleaños se reducían a él pasando el rato con sus padres. ¿Por qué querría siquiera casarse? Aprendió por su cuenta todo, no necesitaba de alguien más para defender a otros.

¿Y por qué rayos querría casarse con alguien que le tenía miedo? Justo como los demás. No le importaba si era una niña o un niño, él simplemente no se casaría con otro cobarde más.

Sin embargo, después de que fue enfrentado por ese niño de cabellos despeinados y ropa arruinada por la naturaleza; después de observar la mirada intensa y decidida y la forma tan madura como Eijiro quiso crecer para no preocupar a nadie más... Algo dentro de él consideró que tal vez, sólo tal vez, se había confundido un poco con él. Sólo un poco, pero lo suficiente para que una pequeña llama de curiosidad se encendiera en su pecho, deseando saber más de ese pequeño dragón.

Tal vez por eso fue tan tonto como para decirle que le ayudaría a entrenar. Después de todo, era la primera vez que hablaba por tanto tiempo con alguien que no fueran sus papás, nadie podía culparlo por ser curioso. Los héroes eran curiosos, su vieja se lo dijo.

—¡Katsuki! ¡Despierta o ella meterá su lengua en tu oreja!

—¿Eh?

El rubio sólo tuvo tiempo para removerse en su lugar antes de sentir la húmeda lengua empujarse en su oído. Asqueado, Katsuki se alejó arrastrándose por el piso de la cueva, mientras Eijiro reía y este sólo podía verlo enojado con su mano cubriéndose la oreja.

—¡Aleja esa cosa asquerosa de mí!

—No despertabas —explicó Eijiro—. Y tenemos que desayunar y entrenar.

—¿Desayunar?

—Sí, ella recolecta mucha fruta para nosotros. Mira. —Eijiro sólo tuvo que señalar hacía un lado de la cueva para que Katsuki observe una gran montaña de frutas variadas. Su mirada luego se dirigió a la pequeña dragona, quien lo miraba con un gesto de autosuficiencia. Él chasqueó la lengua.

¡Casémonos mañana! | Bakugou Katsuki x Kirishima Eijiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora