2.

297 29 13
                                    

'Efectuar lo acordado, pt. 2'

El profesor suspiró atraves de las cámaras había visto todo y ahora sólo le quedaba esperar.

Dentro de la fábrica, todos se quitaron las máscaras.

"Lo primero... buenos días." Habló Berlín, dio una vuelta completa examinando a todos los rehenes. "Soy la persona que está al mando. Y, antes que nada, quiero presentarles mis disculpas. Realmente, no son formas de terminar la semana."

"Móvil." Denver le pidió un rehén, ignorando a Berlín que estaba dando su charla.

"Pero ustedes están aquí en calidad de rehenes. Si obedecen, les garantizo que saldrán de aquí con vida." Continuó Berlín.

"Móvil y nombre."

"Huang Renjun."

"¿Pin?"

"2078." Denver anotó los números y continuó, junto a Río, tomando los móviles y pines, hasta que llegó con Doyoung.

"Móvil." Doyoung sacó su teléfono de su bolsillo y lo entregó. "¿Pin?"

"¿Para qué necesitas el pin?" Preguntó Doyoung.

"O me das el jodido pin o te lo sacó a culatazos. Tu decides." Amenazó Denver.

"¿Cuánto tienes?" Preguntó Berlín a una rehén embarazada, Berlín tenía eso, le encanta causar una buena impresión, la de un sujeto al que le importa su alrededor cuando, no es así. "Ocho meses."

"PIN." Repitió Denver.

"1234." Denver y Río se miraron, riendo. Con aquella risa tan característica del pelinegro menor. "Con esa cara de listo que tienes pones esa mierda de pin. Menudo imbécil. Tu nombre."

"Doyoung."

"¿Doyoung qué?"

"Kim Doyoung."

"Kim Doyoung. Muy bien, Doyo." Una vez Río anotó el nombre y pin de Doyoung se alejó junto a Denver, sin dejar de burlarse del pobre Doyoung.

"Ustedes son nuestro salvoconducto aquí, así que yo los voy a proteger." Berlín se detuvo frente a un rehén, estaba temblando, llorando, el pobre chico estaba claramente asustado y Berlín estaba ahí, viéndolo como si fuera una de las mayores obras de arte que haya visto. Así que se acercó a él.

"Hey... Dame las manos, suelta. Suelta." Tomó las manos del chico, obligándole a soltar las manos de sus amigos, sus centros de confianza. "¿Cómo te llamas?" Preguntó Berlín.

"Mi-Miyeon."

"Miyeon." Repitió Berlín, aquel nombre era tan bonito como su dueña. "Ven conmigo. Ven." Berlín sacó al chico rubio del círculo de rehenes. La chica estando nerviosa y asustada sólo respondió obedeciendo. "Tranquila. Siente mis manos." El mayor abrió sus palmas haciendo que la chica imitará su acción, "¿Son las manos de un monstruo?"

"No, no." Miyeon negó rápidamente, ella quería gritar que sí que aquel tipo de voz tranquila y dominante parecía un monstruo.

"Porque no soy un monstruo. Sé perfectamente como te sientes, la boca seca, sensación de ahogo. Tienes que intentar tranquilizarte. Respira." Repitió, la morena quería llorar. Joder sentía el aliento con olor a menta de aquel sujeto en la cara y eso le causaba más pánico, eso significa que está cerca de ella, demasiado cerca pero igual respiró, tratando de calmar su impulso de golpear al tipo.

"Eso es, respira. Por favor, respiren todos conmigo." Todos los rehenes tomaron un profundo respiro, "Suave, suave. Hazte cargo de tu respiración, exhala." Miyeon soltó el aire retenido en sus pulmones, el ambiente fue interrumpido por el sonido del teléfono.

Lᴀ Cᴀsᴀ Dᴇ PᴀᴘᴇʟⁿᶜᵗDonde viven las historias. Descúbrelo ahora