Capitulo 4: Nuevas sensaciones

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Capítulo 4

Nuevas sensaciones

     Según Nirmala las heridas de Sajani habían sanado bastante bien, al menos podía movilizarse más libremente y, ahora, podía dedicar un pequeño tiempo a conocer el lugar donde había terminado y, por el momento, donde se quedaría. Realmente no le desagradaba el lugar ni sus habitantes. Desde que llegó había podido ver y vivenciar por sí misma la cordialidad con la que los animales que vivían ahí trataban a los demás.

     Al quinto día de no moverse, un zorrito, acompañado de su madre, le trajo como presente una pequeña piedra brillante que un poco extrañada ella aceptó y agradeció. Mas tarde se enteraría, gracias a Nirmala, que esa piedra significaba paz y que se tomaba como un pequeño pacto entre las especies. Cada que llegaba un nuevo visitante, se le entregaba una de esas piedras de brillante color, marcando el compromiso de no... alimentarse o matar a otros, al menos no innecesariamente.

     Ya habían pasado diez días más desde ese suceso y ella solo había visto ir y venir varios animales para hablar con Nirmala o para preguntar por la reina e, inmediatamente eran enviados hasta la zona donde Kion y ella daban las clases a los jóvenes animales.

     Kion... cada que tenía un momento libre se daba una pasada por el lugar de reposo de la leona para preguntar cómo estaba o si necesitaba algo. Sus tratos eran muy afables y con real preocupación, cosa que hace tiempo no sentía realmente. No se quejaba de su familia, pero no eran exactamente "cariñosos" o "lindos" con ella e, inclusive, con los y las demás. Ahora, después de mucho tiempo, recuperaba y encontraba en él a alguien con quién compartir sus características. Ella, naturalmente, era una leona linda en el trato con los demás y se esforzaba por no ser ruda con los otros; no era de ella ser como sus familiares, a los cuales amaba con locura, que todo el día se trataban como basura entre ellos.

     Día tras día, el rey de las tierras se pasaba uno de sus momentos libres conversando con ella contándole historias y oyendo las de ella, las cuales no eran muchas ni muy interesantes. Hoy, el rey se había propuesto tomarse el día libre para acompañarla a recorrer un poco del reino, pero claro; a su paso, el cual no era muy rápido dadas las heridas. Solo sabía que Rani le había deseado buena suerte y le había agradecido a su compañero por ahorrarle ese trabajo, pero luego se retiró a cumplir sus tareas de tutora de los cachorros. Esperaba poder hacer ese trabajo, ya que lo amaba, pronto y poder ayudar en algo al reino.

     Luego de que pudiera levantarse, Sajani y Kion salieron de debajo de una de las sombras del Árbol de la Vida. El día parecía espectacular: viento calmo, calor casi ninguno y los colores de las plantas del reino parecían refulgir con sus hermosos verdes, marrones y amarillos, haciendo que el color de las flores resaltara aún más sobre ellos.

     Tan pronto como iniciaron su caminata, Sajani tomó un gran respiro, sintiendo como el leve olor a tierra mojada que emanaba la misma, luego del rocío nocturno, llenaba sus pulmones, dándole la vitalidad para disfrutar del paseo. Kion caminaba a su lado dejando un muy fino espacio entre ellos para, así, poder sostenerla si sus piernas flaqueaban por algún motivo. Sinceramente, desde que lo conoció había estado observándolo, reticente a confiar en él; pero se equivocaba, ahora podía ver que Kion era alguien en el que podía delegar su confianza. Además, se sentía extraña con ese león, era como si sus problemas se borraran con tan solo dos palabras que intercambiaba con él, cosa que agradecía; no podía pasarse todo el día pensando en lo mismo, pero que no podía evitarlo.

- Y... ¿desde hace cuánto estás aquí, Kion? – preguntó Sajani observando el vaivén harmonioso de su acompañante al caminar. Eso la atraía y entusiasmaba a saber más de él.

La Guardia del León: Por ella, para ella... gracias a ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora