Treinta y cinco;

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Ana

Disfruté del silencio de mi casa aquella mañana, mientras me preparaba el café y veía por la ventana de la cocina que el sol y el buen tiempo del que habíamos disfrutado durante toda la semana, había llegado a su fin: las nubes poblaban el cielo y me temía que no tardaría mucho en empezar a llover. 

La semana había transcurrido sin sobresaltos, que ya era algo, y finalmente había llegado el viernes. Aquella noche iba a ser la traca final del cumpleaños de las Doblas: su fiesta sorpresa en la casa rural. Por eso, en realidad, me daba un poco igual si el tiempo no iba a ser idóneo. Lo íbamos a pasar bien de todas formas, estaríamos a cubierto.

Mentiría si dijera que no me sentía orgullosa del buen resultado de la mojitada del lunes para el cumple de las gemelas. Todos los presentes lo pasamos bien, y lo que era más importante: Mimi y Ruth se hablaban. Y sabía que aquello no era enteramente gracias a mí, pero yo había contribuido a la pequeña tregua que, al parecer, se mantenía en marcha.

Además, las dos me habían agradecido mil veces todo lo que había hecho por ellas durante el lunes, lo cual, inevitablemente, me llenaba el pecho. Eran sus dieciocho y yo su mejor amiga, y había hecho lo posible para que, de la noche a la mañana, hubieran tenido un día para recordar.

—Buenos días —saludó mi padre, entrando en la cocina mientras acababa de ponerse bien la corbata. 

—Buenos días, papá —respondí, dándome la vuelta y dejando la taza de café en el fregadero. 

—¿Solo te has tomado un café? —fue lo primero que preguntó, levantando una ceja.

—Eh...

Mi padre señaló el papel colgado en la nevera, sujeto por un imán.

—Ya sabes lo que pone ahí y lo que te dijo la nutricionista, Ana —habló mi padre, poniéndose serio. —Ahora mismo no puedes permitirte salir por la mañana con tan solo un café en el estómago.

Suspiré. No era que no quisiera mejorar, porque mentalmente me sentía mucho mejor, pero... Simplemente, no estaba acostumbrada a desayunar.

—Te hago una tostada con aguacate y un zumo de naranja,  ¿vale?

—Voy a llegar tarde, papá... —protesté, apoyándome en la encimera que me quedaba más cerca.

—Te voy a llevar yo, que parece que va a llover. No hace falta que cojas el bus —explicó mi padre. —Así que siéntate, deja que me coma yo también un par de tostadas, y podemos salir.

—Genial, pues... Pero ya me lo preparo yo, tranquilo —cedí, yendo hacia el armario para sacar una rebanada de pan. 

La vibración de mi móvil, sin embargo, me distrajo un poco.

—Ana, esta cosa ponla en silencio, que no para de moverse —protestó mi padre, haciéndome reír ante la expresión.

—Parece que estés hablando de un animal salvaje —reí, mientras me sentaba en la mesa con el plato y medio aguacate para cortar.

Me limpié las manos con la servilleta antes de tocar el móvil.


Organizadoras final de curso 🏖👙🧳🍹

Mireya

📲 Chicas, ayer me hablaron de la agencia de viajes

📲 Tenemos que repartirnos en grupos de cuatro para los apartamentos

📲 Me han dicho que las habitaciones pueden ser mixtas y eso

Game Over 🌙 || MIRIAM²Where stories live. Discover now